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Con números se puede demostrar cualquier cosa. | Cedric Di Giovanni
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St. Edward's College :: :: Cuarto piso :: Sala de estar
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Con números se puede demostrar cualquier cosa. | Cedric Di Giovanni
Tenía en mente el trabajo que se debía entregar para la clase de matemáticas, apenas comenzábamos el año escolar e inmediatamente se nos encargaba un trabajo a dúo. Trabajar en parejas era algo que me agradaba, me habían criado de la manera para saber trabajar con otras personas, pero luchando, no escribiendo para una tarea. Encontraba que asignándonos a su manera con otra persona era una buena forma de empezar a sociabilizar con los demás alumnos, a eso venía al St Edward’s a aprender a manejarme con personas que no fueran cazadores. Aquel día me había marchado apresuradamente a mi dormitorio pasando por alto que debía acordar con el chico, Cedric, aquel que había logrado responder aquella insípida pregunta. Era buen alumno, me había favorecido en ese ámbito. Y ahora los días nos estaban alcanzado, yo había estado muy ocupada en mis otras materias y lo había dejado pasar, pero debía encontrar al muchacho y no sabía por donde empezar, me había recorrido todos los pasillos con la esperanza de encontrarme con el pelirrojo en algún lugar, pero había sido en vano aquella fugaz búsqueda.
La idea llego a mi cabeza como un relámpago, me encamine con cuidado hasta la entrada de la torre de dormitorios de los hombres, procurando no entrar en ella, no quería romper aquella regla de que las muchachas no deberían entrar en aquel lugar, era un lugar prohibido. El primer chico que se proponía en entrar en aquella torre fue mi victima, por decir algo, era alto y delgado, no parecía de aquellos que se creían un Dios en la tierra. Me basto decir el nombre del chico y que era pelirrojo para que supiera de quien yo estaba hablando, no iba a entrar, solo le pedí que si podría dejar una nota bajo su puerta como un favor. Una de aquellas sonrisas que iluminarían el mismísimo infierno aparecí en mi rostro para que el chico no se negará, me fui del lugar confiada en que él muchacho me ayudaría con el mensaje.
Mi recado para mi compañero de trabajo, Cedric, decía claramente que lo esperaría a las cinco de la tarde en la sala de estar. Tenía tiempo suficiente para recolectar algunos libros necesarios para nuestro trabajo, el rendimiento escolar en el colegio donde cuyo director es el miembro más importante de la orden donde pretendo entrar es lo más importante. Mi meta en este lugar era destacar para perfilarme a los dieciocho años como miembro de la orden de la mariposa mecánica, para eso debía esforzarme. Me senté en uno de los sillones dejando los libros sobre la pequeña mesa que estaba frente, las ganas de cruzarme de piernas para estar mas cómoda eran inmensas, pero aquella falda perteneciente al uniforme me lo impedía. Siempre me había sentido más familiarizada con pantalones que con aquellas delicadas telas que dejaban ver las piernas restringiéndote la forma en como moverse. Gire mi cabeza para mirar una vez más aquel reloj que estaba a mi espalda, restaban unos minutos antes que fuera la hora designada. Esperaba que está vez llegará a la hora, no como el primer día de clases. Volví a concentrarme en aquellos libros buscando las paginas en donde podríamos sacar la información, así nos restaría menos tiempo en terminar.
La idea llego a mi cabeza como un relámpago, me encamine con cuidado hasta la entrada de la torre de dormitorios de los hombres, procurando no entrar en ella, no quería romper aquella regla de que las muchachas no deberían entrar en aquel lugar, era un lugar prohibido. El primer chico que se proponía en entrar en aquella torre fue mi victima, por decir algo, era alto y delgado, no parecía de aquellos que se creían un Dios en la tierra. Me basto decir el nombre del chico y que era pelirrojo para que supiera de quien yo estaba hablando, no iba a entrar, solo le pedí que si podría dejar una nota bajo su puerta como un favor. Una de aquellas sonrisas que iluminarían el mismísimo infierno aparecí en mi rostro para que el chico no se negará, me fui del lugar confiada en que él muchacho me ayudaría con el mensaje.
Mi recado para mi compañero de trabajo, Cedric, decía claramente que lo esperaría a las cinco de la tarde en la sala de estar. Tenía tiempo suficiente para recolectar algunos libros necesarios para nuestro trabajo, el rendimiento escolar en el colegio donde cuyo director es el miembro más importante de la orden donde pretendo entrar es lo más importante. Mi meta en este lugar era destacar para perfilarme a los dieciocho años como miembro de la orden de la mariposa mecánica, para eso debía esforzarme. Me senté en uno de los sillones dejando los libros sobre la pequeña mesa que estaba frente, las ganas de cruzarme de piernas para estar mas cómoda eran inmensas, pero aquella falda perteneciente al uniforme me lo impedía. Siempre me había sentido más familiarizada con pantalones que con aquellas delicadas telas que dejaban ver las piernas restringiéndote la forma en como moverse. Gire mi cabeza para mirar una vez más aquel reloj que estaba a mi espalda, restaban unos minutos antes que fuera la hora designada. Esperaba que está vez llegará a la hora, no como el primer día de clases. Volví a concentrarme en aquellos libros buscando las paginas en donde podríamos sacar la información, así nos restaría menos tiempo en terminar.
Abrielle J. Offenbach-
Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 09/01/2013
Re: Con números se puede demostrar cualquier cosa. | Cedric Di Giovanni
Estaba en mi habitación leyendo un libro que había dejado por falta de tiempo debido a las tareas y las clases, pero ahora por primera vez desde mi llegada a St. Edwards tenía un poco de tiempo libre así que decidí perder mi tiempo de una manera “productiva” por decirlo de alguna manera. Era un buen libro de fantasía épica, mis favoritos, a veces al saber que la magia era real, también lo serían los dragones o los elfos… Así pues divagaba en un mundo muy lejano cuando Natlian, mi compañero de habitación entró y me dijo que había en el suelo una nota dirigida a mí yo ni siquiera lo había notado, bueno no es que las notas en St. Edwards fueran vociferadores para ser notados; después hizo un gesto burlón diciendo que era de una chica llamada Abrielle… su nombre me resultaba familiar aunque no recordaba exactamente de donde, había conocido muchas chicas desde que había llegado; después resolvió mis dudas leyendo de una vez la nota para mí.
¡Claro! Abrielle Offenbach, la chica de la clase de matemáticas con la que se suponía tenía que hacer ese trabajo grupal para el profesor. No conocía a la chica, pero personalmente odiaba los trabajos grupales, eso de trabajar en equipo no era lo mío, acostumbraba a hacer todo solo y no porque fuera una persona infinitamente antisocial o un nerd renegado, sino porque… en realidad no sé por qué. En el colegio, cuando era un Cedric “malo” solía dejar que mi equipo hiciera todo el trabajo mientras yo me dedicaba a hacer dibujos en mis cuadernos o a jugar en mi psp, pero digamos que en ese momento no tenía precisamente lo que se llamaba sentido de la responsabilidad, ahora tenía un poco más.
Encendí rápidamente mi computador porque según Natlian no me quedaba más de media hora, mandé a imprimir algunas hojas, metí un par de libros de matemáticas a mi mochila, cerré la pantalla de mi computador y también lo metí en la mochila, tomé las hojas de las impresoras y me apresuré lo más que pude hacia el lugar de la cita. Había olvidado por completo ese trabajo, es decir no… bueno, un poco, lo había descargado de mi correo el mismo día que lo recibí y había resulto algunos ejercicios, después me aburrí y lo dejé para después, pero el después nunca había llegado.
Cuando llegué a la sala de estar me senté en uno de los sofás y me quedé esperando a que mi compañera apareciese; mientras esperaba saqué mi cubo de rubik para tener algo que hacer con mis manos sin destrozar la tapicería como un gato hiperactivo… digamos que me ponía un poco nervioso lo que ella fuera a pensar de mí, o sobre lo que había hecho, o sobre trabajar conmigo, sabía que no era muy grato ser la pareja de equipo de Cedric Di Giovanni, a muchos no les gustaba y sobre ella no sabía nada… esto se me antojaba literalmente como una cita a ciegas.
¡Claro! Abrielle Offenbach, la chica de la clase de matemáticas con la que se suponía tenía que hacer ese trabajo grupal para el profesor. No conocía a la chica, pero personalmente odiaba los trabajos grupales, eso de trabajar en equipo no era lo mío, acostumbraba a hacer todo solo y no porque fuera una persona infinitamente antisocial o un nerd renegado, sino porque… en realidad no sé por qué. En el colegio, cuando era un Cedric “malo” solía dejar que mi equipo hiciera todo el trabajo mientras yo me dedicaba a hacer dibujos en mis cuadernos o a jugar en mi psp, pero digamos que en ese momento no tenía precisamente lo que se llamaba sentido de la responsabilidad, ahora tenía un poco más.
Encendí rápidamente mi computador porque según Natlian no me quedaba más de media hora, mandé a imprimir algunas hojas, metí un par de libros de matemáticas a mi mochila, cerré la pantalla de mi computador y también lo metí en la mochila, tomé las hojas de las impresoras y me apresuré lo más que pude hacia el lugar de la cita. Había olvidado por completo ese trabajo, es decir no… bueno, un poco, lo había descargado de mi correo el mismo día que lo recibí y había resulto algunos ejercicios, después me aburrí y lo dejé para después, pero el después nunca había llegado.
Cuando llegué a la sala de estar me senté en uno de los sofás y me quedé esperando a que mi compañera apareciese; mientras esperaba saqué mi cubo de rubik para tener algo que hacer con mis manos sin destrozar la tapicería como un gato hiperactivo… digamos que me ponía un poco nervioso lo que ella fuera a pensar de mí, o sobre lo que había hecho, o sobre trabajar conmigo, sabía que no era muy grato ser la pareja de equipo de Cedric Di Giovanni, a muchos no les gustaba y sobre ella no sabía nada… esto se me antojaba literalmente como una cita a ciegas.
Cedric Di Giovanni-
Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 08/01/2013
Re: Con números se puede demostrar cualquier cosa. | Cedric Di Giovanni
Quizás si hubiera dejado a un lado aquellas practicas a las cuales estaban tan acostumbrada aquel trabajo para matemáticas hubiera estado terminado antes de la mitad de semana, pero abandonar por completo mi antiguo estilo de vida no estaba en mis planes, nunca se estaba suficientemente preparado para ser un cazador, incluso mis padres seguían con sus constantes entrenamientos y una chica de apenas diecisiete años tenía el doble de sus energías, yo no podría ser menos. Aunque tampoco era mi responsabilidad cien por ciento buscar al chico, y ya que él no lo había hecho o quizás se había olvidado de que el trabajo era a dúo, había caído sobre mis hombros contactarlo. Así lo hice, haciendo lo único que me restaba después de buscarlo por los pasillos de la edificación; confiando en que él chico hubiera sabido de quien le hablaba y se hubiera encargado de dejar aquella simple nota bajo su puerta.
Y ahí me encontraba tendida sobre el sofá sumergida en aquellos libros, no odiaba las matemáticas, pero definitivamente no eran mi materia preferida, jamás lo habían sido. Estaba sentada de espalda a la puerta en un rincón mientras esperaba. Volví a girar mi cabeza para dar una mirada esperanzada de que mi compañero se hubiera dignado a llegar. Fue inconfundible notar aquella cabellera resaltando en el lugar, sonreí para mi, no tenía idea de hace cuando habría llegado, él parecía sumergido en un cubo rubik, aquel donde debes hacer coincidir los colores, si a él le servía para despejar la mente bien por él, en cambio en mi aumentaba las tensiones y ansias, creo que mi tolerancia disminuía cada vez que intentaba jugar con aquel cubo. Coloque mi bolso colgando de mi hombro y volví a reunir los libros que estaban sobre la mesa cogiéndolos en mis brazos mientras me levantaba del cómodo sofá del rincón. Camine en silencio moviéndome por la sala de estar hasta donde se encontraba Cedric, me detuve frente a él esperando que notara mi presencia.
Me vi obligada a toser para que él notara mi presencia mientras le sonreía esperando a que levantará la cabeza, un acto para demostrar empatía, no siempre era todo flores y sonrisas conmigo, había aprendido a ser desconfiada de todo. – Hola. —Mi voz sonó algo más aguda de lo normal. No sentía nervios, eso de conocer personas no se me daba mal, pero no sabía como tratar con el chico– No he notado cuando has llegado. Estaba en el rincón de allá. —Indique con la barbilla en donde antes había estado esperándolo debido a que en mis manos sostenía los libros. – ¿No te molesta?—Pregunte mientras me sentaba en el sillón cercano a él y dejaba los libros sobre la mesa frente a la mia y dejaba el bolso sobre mis rodillas mientras buscaba mi computador, por suerte lo había cargado durante la mañana, no era una fanatica de las redes sociales y la tecnología en si.
Y ahí me encontraba tendida sobre el sofá sumergida en aquellos libros, no odiaba las matemáticas, pero definitivamente no eran mi materia preferida, jamás lo habían sido. Estaba sentada de espalda a la puerta en un rincón mientras esperaba. Volví a girar mi cabeza para dar una mirada esperanzada de que mi compañero se hubiera dignado a llegar. Fue inconfundible notar aquella cabellera resaltando en el lugar, sonreí para mi, no tenía idea de hace cuando habría llegado, él parecía sumergido en un cubo rubik, aquel donde debes hacer coincidir los colores, si a él le servía para despejar la mente bien por él, en cambio en mi aumentaba las tensiones y ansias, creo que mi tolerancia disminuía cada vez que intentaba jugar con aquel cubo. Coloque mi bolso colgando de mi hombro y volví a reunir los libros que estaban sobre la mesa cogiéndolos en mis brazos mientras me levantaba del cómodo sofá del rincón. Camine en silencio moviéndome por la sala de estar hasta donde se encontraba Cedric, me detuve frente a él esperando que notara mi presencia.
Me vi obligada a toser para que él notara mi presencia mientras le sonreía esperando a que levantará la cabeza, un acto para demostrar empatía, no siempre era todo flores y sonrisas conmigo, había aprendido a ser desconfiada de todo. – Hola. —Mi voz sonó algo más aguda de lo normal. No sentía nervios, eso de conocer personas no se me daba mal, pero no sabía como tratar con el chico– No he notado cuando has llegado. Estaba en el rincón de allá. —Indique con la barbilla en donde antes había estado esperándolo debido a que en mis manos sostenía los libros. – ¿No te molesta?—Pregunte mientras me sentaba en el sillón cercano a él y dejaba los libros sobre la mesa frente a la mia y dejaba el bolso sobre mis rodillas mientras buscaba mi computador, por suerte lo había cargado durante la mañana, no era una fanatica de las redes sociales y la tecnología en si.
Abrielle J. Offenbach-
Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 09/01/2013
Re: Con números se puede demostrar cualquier cosa. | Cedric Di Giovanni
El cubo era bastante entretenido, tenía que admitir, un gran reto que me daba algo en que pensar mientras esperaba a mi compañera; esos juegos mentales como solían llamarlos, me gustaban sobremanera porque me calmaban e impedían que divagara en otros temas poco saludables para mi salud mental, mi padre siempre estaba poniéndome a trabajar de esa manera y no me molestaba, habría preferido pasar en su taller todo el tiempo que ir al colegio, porque a diferencia del colegio, en casa sí aprendía… ahora no podía decir mucho porque las clases apenas iniciaban y no tenía una perspectiva amplia de los profesores; sobre el profesor Saxe podría decir que era estricto y perfeccionista pero hasta ahora no había hecho nada que me asombrara o que me dijera hasta que nivel del juego nos llevaría.
Di otra vuelta a mi cubo y deslicé mis dedos por los cuadritos dándome cuenta que no había logrado demasiado pero antes de pensar en otra forma de resolverlo escuché una voz, la voz de una mujer o una chica, era femenina y supuse que era Abrielle Offenbach por la manera en que se dirigía a mí. Sonreí con cortesía y guardé mi juego en un compartimento de mi mochila.
—Hola ¿Abrielle, cierto? —Inquirí para asegurarme aunque no se me ocurría otra persona que me estuviera esperando en la sala de estar a las cinco de la tarde—No te preocupes, acabo de llegar; perdón si es un poco tarde o si no te busqué antes.
Saqué los libros de la mochila y los dejé sobre la mesa que estaba allí, estaba un poco alejada y baja como esas mesas de centro en los livings de las casas, así que me pasé del sofá y me senté en el suelo para usar la mesilla de escritorio, abrí mi computador y conecté los audífonos poniéndome sólo uno para escucharla cuando hablara.
—Les he echado un “vistazo” a los ejercicios, no son muy complicados, ya resolví la mitad pero tampoco estoy del todo seguro que estén bien hechos, aquí tienes—le pasé el juego de hojas que había impreso para ella y tomé el mío—… ¿Y bien?
No tenía idea de por dónde empezar a trabajar, era complicado trabajar con números y operaciones matemáticas donde los errores podían estar en un punto decimal, un despeje, un número, una letra, una fórmula; tal vez hubiera sido más sencillo y accesible si se tratara de inglés, literatura o cualquier cosa que no involucrara números y resoluciones. Tal vez estaba siendo molesto, pero quizás ella era demasiado buena en matemáticas y le fastidiaba trabajar conmigo, no quería que pensara que yo sería una carga o que no podía hacer las cosas, tampoco quería que lo hicieran por mí.
Di otra vuelta a mi cubo y deslicé mis dedos por los cuadritos dándome cuenta que no había logrado demasiado pero antes de pensar en otra forma de resolverlo escuché una voz, la voz de una mujer o una chica, era femenina y supuse que era Abrielle Offenbach por la manera en que se dirigía a mí. Sonreí con cortesía y guardé mi juego en un compartimento de mi mochila.
—Hola ¿Abrielle, cierto? —Inquirí para asegurarme aunque no se me ocurría otra persona que me estuviera esperando en la sala de estar a las cinco de la tarde—No te preocupes, acabo de llegar; perdón si es un poco tarde o si no te busqué antes.
Saqué los libros de la mochila y los dejé sobre la mesa que estaba allí, estaba un poco alejada y baja como esas mesas de centro en los livings de las casas, así que me pasé del sofá y me senté en el suelo para usar la mesilla de escritorio, abrí mi computador y conecté los audífonos poniéndome sólo uno para escucharla cuando hablara.
—Les he echado un “vistazo” a los ejercicios, no son muy complicados, ya resolví la mitad pero tampoco estoy del todo seguro que estén bien hechos, aquí tienes—le pasé el juego de hojas que había impreso para ella y tomé el mío—… ¿Y bien?
No tenía idea de por dónde empezar a trabajar, era complicado trabajar con números y operaciones matemáticas donde los errores podían estar en un punto decimal, un despeje, un número, una letra, una fórmula; tal vez hubiera sido más sencillo y accesible si se tratara de inglés, literatura o cualquier cosa que no involucrara números y resoluciones. Tal vez estaba siendo molesto, pero quizás ella era demasiado buena en matemáticas y le fastidiaba trabajar conmigo, no quería que pensara que yo sería una carga o que no podía hacer las cosas, tampoco quería que lo hicieran por mí.
Cedric Di Giovanni-
Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 08/01/2013
Re: Con números se puede demostrar cualquier cosa. | Cedric Di Giovanni
Para mi una buena manera buen de entretenerse era salir a correr o aprender a manejar una buena arma, pero la primera opción estaba descartada debido a que me encontraba en un espacio reducido y la segunda era poco común, no quería exponerme y tener que explicar mi fascinación por armas. Era fácil tener que explicar el gusto por las armas; en vez de entregarme muñecas me daban aquellos instrumentos para defenderme, algo por lo que no me quejaba, no era una chica con hobbies comunes. Me encontraba limitada a ser paciente y esperar como una chica normal, hubiera sacado mi portátil hurgando algo por internet, pero aquello no era de las cosas que mas me gustaba.
Era bueno recibir una sonrisa de vuelta por parte del chico. Asentí en silencio cuando pronuncio mi nombre, esa era yo, la que había heredado el nombre de mi abuela paterna, jamás la había conocido, había muerto cuando mi madre era joven, en batalla. – Podría estar disculpandome por lo mismo, pero apenas me acostumbro al colegio.– Ambos nos habíamos descuidado, no creía que nadie tuviera la culpa, ademas solo hoy me había puesto a buscarlo.
Lo observe sentarse en la mesilla, ese era un lugar mas cómodo y accesible para trabajar. Mire a ambos lados de la habitación y lo imite. Me arrodille delante de la mesa procurando que la falda no mostrara carne de mas dejando el bolso a un lado y dejando mi portátil sobre la mesa. Me sentía algo avergonzada al saber que él si había echado un vistazo a los ejercicios y los había resuelto, yo había hecho algo solo en el tiempo que había estado esperandolo, pero concordaba con él, no eran tan complicados y esperaba que para el examen fueran de la misma forma. – Yo apenas he comenzado a mirarlos.– Confesé mientras sacaba mi hoja de ejercicio que había quedado atrapada entre unos libros.
No quería parecer que no confiaba en sus capacidades matemáticas pero él mismo había anunciado que no estaba del todo seguro que estaban bien. Tome la hoja observando el primer ejercicio, uno que yo había resuelto hace apenas un momento. – Por lo menos en el primero coincidimos, no creo que ambos estemos equivocados.– Relate sin quitar mi vista de su hoja. – Podríamos comprobar nuevamente los ejercicios que tu has hecho y asegurarnos que están correctos, así ahorramos tiempo...– Esta vez levante mi vista para observarlo. – ... Y una vez que nos aseguremos que están todos perfectos dividimos el resto ¿Te parece?.– Pregunte dudosa, estaba ordenando como lo hacía siempre, no quería parecer una chica exigente y mandona. – Y si algo me complica te consulto a ti y viceversa, creo que eso es trabajar en parejas.– Apoyarse y prestarse auxilio, así me habían enseñado lo que era trabajar a dúo, pero trabajando con matemáticas no estaba segura, siempre había hecho mis trabajos teóricos de forma independiente, creo que a mis profesores anteriores le gustaba explotar cada lugar de la mente de sus alumnos.
Era bueno recibir una sonrisa de vuelta por parte del chico. Asentí en silencio cuando pronuncio mi nombre, esa era yo, la que había heredado el nombre de mi abuela paterna, jamás la había conocido, había muerto cuando mi madre era joven, en batalla. – Podría estar disculpandome por lo mismo, pero apenas me acostumbro al colegio.– Ambos nos habíamos descuidado, no creía que nadie tuviera la culpa, ademas solo hoy me había puesto a buscarlo.
Lo observe sentarse en la mesilla, ese era un lugar mas cómodo y accesible para trabajar. Mire a ambos lados de la habitación y lo imite. Me arrodille delante de la mesa procurando que la falda no mostrara carne de mas dejando el bolso a un lado y dejando mi portátil sobre la mesa. Me sentía algo avergonzada al saber que él si había echado un vistazo a los ejercicios y los había resuelto, yo había hecho algo solo en el tiempo que había estado esperandolo, pero concordaba con él, no eran tan complicados y esperaba que para el examen fueran de la misma forma. – Yo apenas he comenzado a mirarlos.– Confesé mientras sacaba mi hoja de ejercicio que había quedado atrapada entre unos libros.
No quería parecer que no confiaba en sus capacidades matemáticas pero él mismo había anunciado que no estaba del todo seguro que estaban bien. Tome la hoja observando el primer ejercicio, uno que yo había resuelto hace apenas un momento. – Por lo menos en el primero coincidimos, no creo que ambos estemos equivocados.– Relate sin quitar mi vista de su hoja. – Podríamos comprobar nuevamente los ejercicios que tu has hecho y asegurarnos que están correctos, así ahorramos tiempo...– Esta vez levante mi vista para observarlo. – ... Y una vez que nos aseguremos que están todos perfectos dividimos el resto ¿Te parece?.– Pregunte dudosa, estaba ordenando como lo hacía siempre, no quería parecer una chica exigente y mandona. – Y si algo me complica te consulto a ti y viceversa, creo que eso es trabajar en parejas.– Apoyarse y prestarse auxilio, así me habían enseñado lo que era trabajar a dúo, pero trabajando con matemáticas no estaba segura, siempre había hecho mis trabajos teóricos de forma independiente, creo que a mis profesores anteriores le gustaba explotar cada lugar de la mente de sus alumnos.
Abrielle J. Offenbach-
Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 09/01/2013
Re: Con números se puede demostrar cualquier cosa. | Cedric Di Giovanni
No protesté ya que su idea era la más adecuada, parecía razonable y no me iba a oponer sólo porque no había sido mi idea o porque no tenía el papel de líder, en realidad no pensaba que hiciera falta un líder solamente requeríamos un poco de organización para sacar adelante el trabajo; quizá había ella olvidado el asunto del trabajo y apenas estaba viendo los ejercicios que debíamos hacer, pero no me pareció que fuera mala compañera de equipo, notaba que Abrielle sabía lo que hacía o al menos tenía el don de parecer segura cuando hablaba, o quizá ambas y eso me gustó de alguna manera. Si iba a tener alguna pareja para hacer un trabajo escolar, personas como Abrielle parecían tener potencial y valer la pena, a pesar del primer desliz sobre no habernos puesto de acuerdo para trabajar, no era del todo su culpa, en todo caso apenas nos conocíamos y esas cosas suelen ocurrir en trabajos hechos entre desconocidos.
—Me parece bien tu propuesta, aunque yo ya comprobé mis ejercicios varias veces y siempre llego al mismo punto—le dije porque lo había hecho, aunque eso no quería decir que todo estuviera bien. —Sería mejor que tú lo hicieras luego comparamos, si coincidimos como en el primero entonces quiere decir que está bien, si hay algún error buscamos cual es el error y lo solucionamos juntos. Luego continuamos con el resto de la misma manera, e igual como dices si alguno tiene una duda nos consultamos.
Tomé mis hojas juntándolas sobre la mesa y dejándolas por el momento a un lado; por un momento tuve ganas de tomar todas mis cosas y salir de allí poniendo la excusa de que tenía dolor de cabeza o que iba a vomitar; también pensé en decirle que nos fuéramos a comer un helado y dejásemos el trabajo porque era algo muy aburrido pero me contuve ya que tenía que hacerlo, el hecho de que me hubiera librado del examen no quería decir que el profesor Saxe me amara de por vida y me excusaría de todos los trabajos, lamentablemente. Suspiré profundamente y tomé uno de mis libros acomodándolo en la mesa para leer sobre el siguiente tema y tener mas o menos una noción de lo que hablaba. Lancé un largo bostezo y luego me disculpé con ella, estaba siendo algo fastidioso pero odiaba hacer tarea, siempre la hacía a última hora.
—Cuando termines puedes decirme… leeré si no te molesta.
Me quité el auricular que me había puesto ya que no usaría por el momento el computador, entonces abrí el libro y pasé directamente a la tercera página donde dejé caer mis dedos para buscar en el índice el tema en cuestión.
—Me parece bien tu propuesta, aunque yo ya comprobé mis ejercicios varias veces y siempre llego al mismo punto—le dije porque lo había hecho, aunque eso no quería decir que todo estuviera bien. —Sería mejor que tú lo hicieras luego comparamos, si coincidimos como en el primero entonces quiere decir que está bien, si hay algún error buscamos cual es el error y lo solucionamos juntos. Luego continuamos con el resto de la misma manera, e igual como dices si alguno tiene una duda nos consultamos.
Tomé mis hojas juntándolas sobre la mesa y dejándolas por el momento a un lado; por un momento tuve ganas de tomar todas mis cosas y salir de allí poniendo la excusa de que tenía dolor de cabeza o que iba a vomitar; también pensé en decirle que nos fuéramos a comer un helado y dejásemos el trabajo porque era algo muy aburrido pero me contuve ya que tenía que hacerlo, el hecho de que me hubiera librado del examen no quería decir que el profesor Saxe me amara de por vida y me excusaría de todos los trabajos, lamentablemente. Suspiré profundamente y tomé uno de mis libros acomodándolo en la mesa para leer sobre el siguiente tema y tener mas o menos una noción de lo que hablaba. Lancé un largo bostezo y luego me disculpé con ella, estaba siendo algo fastidioso pero odiaba hacer tarea, siempre la hacía a última hora.
—Cuando termines puedes decirme… leeré si no te molesta.
Me quité el auricular que me había puesto ya que no usaría por el momento el computador, entonces abrí el libro y pasé directamente a la tercera página donde dejé caer mis dedos para buscar en el índice el tema en cuestión.
Cedric Di Giovanni-
Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 08/01/2013
Re: Con números se puede demostrar cualquier cosa. | Cedric Di Giovanni
Jamás fui la señorita perfección en matemáticas, pero era buena por así decirlo, no por que fuera un genio, si no por el esfuerzo dedicado a los propósitos que uno se propone, como los estudios. Mamá siempre estaba ayudándome a entender los números y símbolos, a ella siempre le había ido bien en lo teórico mientras estudiaba, mi padre siempre se burlaba que era una chica nerd, alguien que jamás defraudaba con sus calificaciones, como él decía, la chica perfecta; no solo una excelente luchadora, también alguien inteligente. Siempre había deseado heredar aquellos genes, quizás había obtenido cosas buenas de su parte y las otras ella en su tiempo libre había intentado traspasar a mi persona. Tranquilidad y seguridad, así se debían resolver los problemas matemáticos, no apresurando, cuidando paso a paso para no cometer equivocaciones, odiaba los errores. Confiaba en sus palabras, sabía que lo había hecho bien, por lo menos él si le había dedicado tiempo al trabajo antes de juntarnos. Asentí a cada palabra prestando total atención, debería ponerme las pilas para resolver los restantes.
Comencé a resolver los problemas matemáticos minuciosamente, era mi trabajo, pero el silencio era agotador, algo aburrido, trabajar totalmente concentrada no ayudaba, además creo que hacernos trabajar a dúo no era para ver solo como funcionábamos, también conocernos, y a mí si me interesaba conocer a alguien que sería mi compañero el resto del curso. Unos problemas mas y no oír nada mas que el sonido del papel girando sobre una hoja o los pasos provenientes del pasillo hicieron que me decidiera por hablar, conversar mientras se trabaja no era algo malo. – ¿Llevas mucho tiempo aquí, o eres un alumno nuevo?—Pregunte mientras terminaba otro problema, aquello de poner atención a mas de una cosa era algo que se me daba bien, mi cabeza podía estar en dos lugares a la vez.
Quería entablar una conversación, no iba a ser aquellas chicas que solo sociabilizaban por conveniencia o por querer ser la chica que quería mantener una calificación perfecta, una amante de las tareas. Conocer personas estaban bien, mas si tratan de personas alejadas a mi mundo, diversidad entre los conocidos siempre era bueno, intentar ver como resultaba la vida para los demás, como se manejaban otras personas que habían crecido “normalmente” sin tener que conocer aquellos oscuros secretos que solo pocas personas podían saberlo. Sonreí por inercia al escuchar sus últimas palabras, estaba dispuesta a mostrar mis resultados, él me había mostrado los suyos, lo menos que podía hacer. – Estaré mas confiada si el chico que se salvo del primer examen revisa mis resultados. —Bromee, un segundo punto de vista era genial, y si había equivocaciones las aceptaba, aquello de equivocarse teóricamente me lo tenia permitido, físicamente jamás.
Comencé a resolver los problemas matemáticos minuciosamente, era mi trabajo, pero el silencio era agotador, algo aburrido, trabajar totalmente concentrada no ayudaba, además creo que hacernos trabajar a dúo no era para ver solo como funcionábamos, también conocernos, y a mí si me interesaba conocer a alguien que sería mi compañero el resto del curso. Unos problemas mas y no oír nada mas que el sonido del papel girando sobre una hoja o los pasos provenientes del pasillo hicieron que me decidiera por hablar, conversar mientras se trabaja no era algo malo. – ¿Llevas mucho tiempo aquí, o eres un alumno nuevo?—Pregunte mientras terminaba otro problema, aquello de poner atención a mas de una cosa era algo que se me daba bien, mi cabeza podía estar en dos lugares a la vez.
Quería entablar una conversación, no iba a ser aquellas chicas que solo sociabilizaban por conveniencia o por querer ser la chica que quería mantener una calificación perfecta, una amante de las tareas. Conocer personas estaban bien, mas si tratan de personas alejadas a mi mundo, diversidad entre los conocidos siempre era bueno, intentar ver como resultaba la vida para los demás, como se manejaban otras personas que habían crecido “normalmente” sin tener que conocer aquellos oscuros secretos que solo pocas personas podían saberlo. Sonreí por inercia al escuchar sus últimas palabras, estaba dispuesta a mostrar mis resultados, él me había mostrado los suyos, lo menos que podía hacer. – Estaré mas confiada si el chico que se salvo del primer examen revisa mis resultados. —Bromee, un segundo punto de vista era genial, y si había equivocaciones las aceptaba, aquello de equivocarse teóricamente me lo tenia permitido, físicamente jamás.
Abrielle J. Offenbach-
Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 09/01/2013
Re: Con números se puede demostrar cualquier cosa. | Cedric Di Giovanni
Durante largo rato (o tal vez no tanto), me concentré en la lectura y en el tema que se supone estaba estudiando, sin embargo, después, entre el silencio sentía como si un impertinente tic tac de reloj se hubiera intensificado y me dijera que el tiempo corría rápido sin que hubiese logrado nada, sin que hubiera hecho algo, cualquier cosa. Me desesperé, sentí la tensión almacenarse en mi cuerpo hasta que perdí la concentración; tuve que releer varias veces una misma línea y no me parecía que tuviera mucho sentido, luego sólo era una hoja texturizada con relieves, “puntitos” que se sentían bien sobre las yemas de mis dedos, como un gracioso masaje… sonreí para mí mismo pasando mis manos por la hoja, sin seguir las líneas de lectura, sólo sintiendo las letras que ya no eran letras ni mucho menos palabras… empecé a divagar. La lectura quedó en un mundo aparte igual que las matemáticas que eran muy… numéricas. Me perdí en una frontera difusa cuestionándome acerca del infinito.
Fue entonces cuando escuché la voz de Abrielle rompiendo el tenso silencio que se había formado entre ambos. Sonreí ante lo último que dijo, pensando aún que todo había sido un golpe de suerte, un gran golpe de suerte que me libraba del “temible” examen de matemáticas. Aunque, pensándolo bien… ¿En qué mentalidad cabía aplicar un examen tan sólo a una semana del inicio de las clases? Era una evaluación que se me antojó absurda y anticipada; el profesor no podía evaluar conocimientos que él no nos había enseñado, era coherente usarlo como método de evaluación en cuanto a nuestro nivel académico, pero no para calificar dentro de la materia en este curso. En fin, yo no era el profesor, ahí sólo estaba para acatar sus caprichos por mucho que lo odiara; ese era mi problema, mi maldito problema, siempre tenía objeciones contra mis profesores y sus “métodos de enseñanza”, después me aburría y no hacía nada, por último ellos me reprobaban.
—No deberías confiar en eso—le dije riendo ligeramente, pasé una mano por mi cabello y dejé el libro en paz—Fue suerte que mi padre estuviera enamorado de los padres-dioses de las matemáticas.
Así era, Leonardo Di Giovanni estaba obsesionado con Arquímedes, Gauss y Newton… entre otros. Siempre había querido ser como él porque no había conocido a nadie que de verdad me impusiera retos de tal magnitud, porque era ingenioso e inteligente, las cosas que hacía eran simplemente maravillosas.
—Oh soy nuevo… todavía estoy acostumbrándome—respondí a su pregunta con cierta vaguedad—antes estudiaba en casa, pero quisiera ir a una buena universidad y muchas veces de dónde vienes te garantiza un lugar en Oxford, Cambridge, Harvard, Yale… donde quieras. ¿Tu llevas mucho tiempo en St. Edward’s?
Mis manos iban de un lado a otro de manera inconsciente, tomaba algo, le daba vueltas y lo volvía a dejar; repetí el proceso una y otra vez, cuando encontré un bolígrafo lo abrí y empecé a pasar finamente la punta sobre la superficie de una hoja.
Fue entonces cuando escuché la voz de Abrielle rompiendo el tenso silencio que se había formado entre ambos. Sonreí ante lo último que dijo, pensando aún que todo había sido un golpe de suerte, un gran golpe de suerte que me libraba del “temible” examen de matemáticas. Aunque, pensándolo bien… ¿En qué mentalidad cabía aplicar un examen tan sólo a una semana del inicio de las clases? Era una evaluación que se me antojó absurda y anticipada; el profesor no podía evaluar conocimientos que él no nos había enseñado, era coherente usarlo como método de evaluación en cuanto a nuestro nivel académico, pero no para calificar dentro de la materia en este curso. En fin, yo no era el profesor, ahí sólo estaba para acatar sus caprichos por mucho que lo odiara; ese era mi problema, mi maldito problema, siempre tenía objeciones contra mis profesores y sus “métodos de enseñanza”, después me aburría y no hacía nada, por último ellos me reprobaban.
—No deberías confiar en eso—le dije riendo ligeramente, pasé una mano por mi cabello y dejé el libro en paz—Fue suerte que mi padre estuviera enamorado de los padres-dioses de las matemáticas.
Así era, Leonardo Di Giovanni estaba obsesionado con Arquímedes, Gauss y Newton… entre otros. Siempre había querido ser como él porque no había conocido a nadie que de verdad me impusiera retos de tal magnitud, porque era ingenioso e inteligente, las cosas que hacía eran simplemente maravillosas.
—Oh soy nuevo… todavía estoy acostumbrándome—respondí a su pregunta con cierta vaguedad—antes estudiaba en casa, pero quisiera ir a una buena universidad y muchas veces de dónde vienes te garantiza un lugar en Oxford, Cambridge, Harvard, Yale… donde quieras. ¿Tu llevas mucho tiempo en St. Edward’s?
Mis manos iban de un lado a otro de manera inconsciente, tomaba algo, le daba vueltas y lo volvía a dejar; repetí el proceso una y otra vez, cuando encontré un bolígrafo lo abrí y empecé a pasar finamente la punta sobre la superficie de una hoja.
Cedric Di Giovanni-
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Fecha de inscripción : 08/01/2013
Re: Con números se puede demostrar cualquier cosa. | Cedric Di Giovanni
Podía estar concentrada en los problemas matemáticos y tener la capacidad de tener una conversación fluyendo, no era muy diferente a mantener un entrenamiento mientras das ordenes buscando la mejor posibilidad de salir victoriosa. La capacidad de dividir tu mente en dos lugares no era tan difícil si crecías aprendiendo aquello. Y el tiempo en silencio se había vuelto algo empalagoso, la incomodidad había surgido y de vez en cuando daba una mirada a mi compañero que parecía concentrado en lo suyo. Al parecer aquello de comenzar una charla quedaba en mis manos, y no creía que me fuera tan mal cambiado el titulo de “desconocido” a “conocido”, yo quería conocerlo. La pregunta salio de mis labios de manera fugaz, sin pensarmelo mucho antes de lanzar alguna palabra mas personal y dejando a un lado aquello de charlar sobre los estudios. Como termine de preguntar termine de resolver un problema mas, eso me dejaba menos problema por resolver.
Asentí, pero igualmente confiaba que otra persona opinara sobre mis resultados y pudiéramos ver las comparaciones entre los resultados de él. ¿Alguien realmente podría gustar tanto las matemáticas y todo lo que pudiera llevar ello? Era obvio, los profesores y científicos, pero no era algo que me apasionará, mientras me fuera bien y entendiera lo que me enseñaran estaba bien por mi. Arrugue la nariz negando de forma divertida. – Nunca me amado las matemáticas, pero tenemos una relación bastante buena.– También gracias a mi madre que tiene una cabeza con una gran capacidad de almacenaje, realmente la admiraba mucho. – Sería malo romper con las matematicas mis calificaciones bajarían.– Fingí tristeza. – Tienes suerte que la relación de tu padre con ella sea estable– Debía detenerme, ya comenzaba a hablar tonterías, como sis las matemáticas realmente fuera una persona.
Universidad, aquello vago un momento en mi cabeza, no sabía si realmente tendría la oportunidad de ir allí si lograba entrar en la orden, pero si existiera la posibilidad me gustaría ir a Oxford, me agradaba la idea de quedarme en el viejo continente. Creo que todos querían asistir a aquellas universidades renombradas, y esperaba que lo hiciera, eso le aseguraría una vida estable. – Soy nueva, estoy igual que tu, acostumbrandome. Sobre todo a este uniforme.– Indique mis ropas, sentía que me quitaba identidad. – Vengo de un colegio en Alemania, me gustaba, pero fue mi decisión venir al St Edwards.– Aquello me había alejado de mis viejos conocidos, pero estar aquí me daba la oportunidad de conocer nuevas personas. – ¿Por que decidiste cambiar aquel estudio en casa por esto?.– Señale alrededor de nosotros, podría ser mas cómodo estudiar en casa, sin tantas reglas, ni uniformes.
Asentí, pero igualmente confiaba que otra persona opinara sobre mis resultados y pudiéramos ver las comparaciones entre los resultados de él. ¿Alguien realmente podría gustar tanto las matemáticas y todo lo que pudiera llevar ello? Era obvio, los profesores y científicos, pero no era algo que me apasionará, mientras me fuera bien y entendiera lo que me enseñaran estaba bien por mi. Arrugue la nariz negando de forma divertida. – Nunca me amado las matemáticas, pero tenemos una relación bastante buena.– También gracias a mi madre que tiene una cabeza con una gran capacidad de almacenaje, realmente la admiraba mucho. – Sería malo romper con las matematicas mis calificaciones bajarían.– Fingí tristeza. – Tienes suerte que la relación de tu padre con ella sea estable– Debía detenerme, ya comenzaba a hablar tonterías, como sis las matemáticas realmente fuera una persona.
Universidad, aquello vago un momento en mi cabeza, no sabía si realmente tendría la oportunidad de ir allí si lograba entrar en la orden, pero si existiera la posibilidad me gustaría ir a Oxford, me agradaba la idea de quedarme en el viejo continente. Creo que todos querían asistir a aquellas universidades renombradas, y esperaba que lo hiciera, eso le aseguraría una vida estable. – Soy nueva, estoy igual que tu, acostumbrandome. Sobre todo a este uniforme.– Indique mis ropas, sentía que me quitaba identidad. – Vengo de un colegio en Alemania, me gustaba, pero fue mi decisión venir al St Edwards.– Aquello me había alejado de mis viejos conocidos, pero estar aquí me daba la oportunidad de conocer nuevas personas. – ¿Por que decidiste cambiar aquel estudio en casa por esto?.– Señale alrededor de nosotros, podría ser mas cómodo estudiar en casa, sin tantas reglas, ni uniformes.
Abrielle J. Offenbach-
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Fecha de inscripción : 09/01/2013
Re: Con números se puede demostrar cualquier cosa. | Cedric Di Giovanni
Él no podría decir que su relación con las matemáticas estuviera en crisis o que no fuera lo suyo, curiosamente le agradaban los números, veía siempre las matemáticas como un reto o un juego mental y su carácter, su forma de ser siempre había sido persistente, no le iban a ganar fácilmente unos números, unas fórmulas, aunque si tenía que decidir por alguna materia en referencia él prefería la física, ya que para su gusto tenía muchísima más utilidad; sin embargo tenía que conformarse con lo que había y no era precisamente un mundo lleno de matemáticas, en su vida real todo eso no le iba a servir ya que se inclinaría más hacia una carrera humanista, aunque él no fuera exactamente muy humanista, pero eran cuestiones de la vida, encontraría el gusto por algo como siempre lo hacía, le vería el lado positivo y los disfrutaría.
—Es bueno saber que no soy el único chico nuevo ni el único inadaptado—dijo a modo de broma.
Se preguntó si llegaría a terminar el año escolar sin que lo echaran del colegio, no quería buscar otro lugar donde terminar sus estudios, encontrar St. Edwards no había sido una tarea complicada pero le estaba gustando mucho el lugar porque hasta ahora había conocido personas que valía la pena conocer, los profesores no estaban tan mal del todo, el ambiente era raro, un país de costumbres distintas pero le gustaba aunque tendiera a criticar en silencio muchas de las cosas de los ingleses, como su desastrosa comida, por ejemplo.
—La verdad no quiero saber como es el uniforme, temo que no me agrade y deje de usarlo, entonces tendré problemas—comentó torciendo el gesto—me han dicho que la corbata es color morado… no me gusta el morado, no luce bien con mi cabello.
Pasé una mano por mi cabello despeinándolo mientras escuchaba que era de Alemania y había ido allí por decisión propia, eso era extraño, no mucha gente, sobre todo adolescentes aceptamos ir a un internado, a muchos los encierran en lugares así para deshacerse de ellos, o porque los padres no tienen tiempo para sus hijos y dejan que otros los críen por ellos. Aunque nunca había que descartar posibilidades ya que en mi caso también había sido mi decisión y preferí no preguntar las razones de la chica porque podría ser un tema del que no le gustaba hablar, ninguno tenía la confianza para empezar a disparar sus secretos y no me parecía conveniente decir: vine a St. Edward’s escapando de mi abuelo porque me obliga a hacer cosas malas con magia como destripar enemigos y eso… lo común.
—Bueno yo… es que hay que aceptarlo, estudiar en casa es aburrido… —objeté mientras empezaba a buscar dentro de mi mochila—me cansé de estar todo el tiempo encerrado, no soy la bestia del cuento para quedarme oculto dentro de mi palacio. Y algunos profesores tendían a tratarme como retrasado, a nadie le gusta eso. ¡Y aquí hay libertad! —Me calmé un poco, empezaba a poner hiperactivo—Entonces, eres alemana… ¿Por qué venir de tan lejos? Yo vengo de Italia pero no creo que tengas las mismas razones que yo, sería raro.
Encontré entonces lo que buscaba dentro de mi mochila, saqué algunas barras de chocolate y las dejé en la mesa, no podía vivir sin dulces por eso siempre cargaba conmigo golosinas y sería de mala educación ponerme a comer sin ofrecerle el manjar de los dioses, tomé una y la abrí.
—Es bueno saber que no soy el único chico nuevo ni el único inadaptado—dijo a modo de broma.
Se preguntó si llegaría a terminar el año escolar sin que lo echaran del colegio, no quería buscar otro lugar donde terminar sus estudios, encontrar St. Edwards no había sido una tarea complicada pero le estaba gustando mucho el lugar porque hasta ahora había conocido personas que valía la pena conocer, los profesores no estaban tan mal del todo, el ambiente era raro, un país de costumbres distintas pero le gustaba aunque tendiera a criticar en silencio muchas de las cosas de los ingleses, como su desastrosa comida, por ejemplo.
—La verdad no quiero saber como es el uniforme, temo que no me agrade y deje de usarlo, entonces tendré problemas—comentó torciendo el gesto—me han dicho que la corbata es color morado… no me gusta el morado, no luce bien con mi cabello.
Pasé una mano por mi cabello despeinándolo mientras escuchaba que era de Alemania y había ido allí por decisión propia, eso era extraño, no mucha gente, sobre todo adolescentes aceptamos ir a un internado, a muchos los encierran en lugares así para deshacerse de ellos, o porque los padres no tienen tiempo para sus hijos y dejan que otros los críen por ellos. Aunque nunca había que descartar posibilidades ya que en mi caso también había sido mi decisión y preferí no preguntar las razones de la chica porque podría ser un tema del que no le gustaba hablar, ninguno tenía la confianza para empezar a disparar sus secretos y no me parecía conveniente decir: vine a St. Edward’s escapando de mi abuelo porque me obliga a hacer cosas malas con magia como destripar enemigos y eso… lo común.
—Bueno yo… es que hay que aceptarlo, estudiar en casa es aburrido… —objeté mientras empezaba a buscar dentro de mi mochila—me cansé de estar todo el tiempo encerrado, no soy la bestia del cuento para quedarme oculto dentro de mi palacio. Y algunos profesores tendían a tratarme como retrasado, a nadie le gusta eso. ¡Y aquí hay libertad! —Me calmé un poco, empezaba a poner hiperactivo—Entonces, eres alemana… ¿Por qué venir de tan lejos? Yo vengo de Italia pero no creo que tengas las mismas razones que yo, sería raro.
Encontré entonces lo que buscaba dentro de mi mochila, saqué algunas barras de chocolate y las dejé en la mesa, no podía vivir sin dulces por eso siempre cargaba conmigo golosinas y sería de mala educación ponerme a comer sin ofrecerle el manjar de los dioses, tomé una y la abrí.
Cedric Di Giovanni-
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Fecha de inscripción : 08/01/2013
Re: Con números se puede demostrar cualquier cosa. | Cedric Di Giovanni
Era cierto lo que salia de su boca, inadaptados. Yo aun estaba buscando el espacio para acostumbrarme a un colegio normal, a algo que no me habían impuesto y había decidido ir, sabía que mis padres preferían tenerme algo mas cerca y no les había agradado mucho la idea de un colegio internado para su pequeña, pero siempre habían dejado que yo tomará mis decisiones porque pocas veces había escogido mal. Por ahora no había existido ningún inconveniente, ninguna razón para que ellos quisieran retirarme, se conformaban con dos llamadas al día, algo exagerados, pero era su única hija y debía entender que hasta que no fuera madre no sabría aquel sentimiento que se tiene por los hijos, eran esas las palabras que mi padre me había dicho cuando le había reprochado de su sobreprotección que el ultimo tiempo había sacado a relucir. Una risa escapo de mis labios al escuchar que eramos unos inadaptados.
– Nos adaptáremos, no parece ser un lugar aterrador.– Ninguna experiencia de las vividas hasta ahora me habían demostrado lo contrario. La gente parecía normal al igual que los profesores con sus exigencias e imponiendo reglas, algo que se me daba bien.
Dejar de usarlo le traería problemas, eran una de las reglas del internado a la cual aun intentaba complacer, nunca me había gustado portar una ropa que los demás también portaran, te hacia parecer común, igual al resto. Asentí aunque sabía que no me vería. – Tampoco me agrada el morado, pero debo usarlo.– Fruncí el ceño observando el uniforme. – Tengo el cabello castaño oscuro así que la ropa me combina aunque no me gusten los colores.– No tenía aquel dilema de si la ropa combinaba o no, aunque tener el cabello pelirrojo debía ser genial, y existían pocos chicos a los que conocía que tuvieran ese tono en el cabello.
Lo único que había aprendido en casa era a defenderme, los duros entrenamientos de papá que varias veces me habían dejado con alguna herida o muerta de cansancio quedando dormida en el primer lugar cómodo que encontrara, eso para mi jamás había sido aburrido, pero intentar aprender algo nuevo respecto a materia sería algo muy aburrido teniendo muchas distracciones dentro del hogar. Solté una carcajada al escucharlo hablar tan apresuradamente y a la forma en que se refería a él mismo. – ¿Libertad? Tenemos que estar en nuestros dormitorios a una hora predeterminada.– Uno de los puntos en contra. – Pero por lo menos aquí no tengo a mis padres que me orden que hacer.– No quería sonar como una hija que no le agradarán sus padres, los amaba, pero a veces eran muy hostigantes con respecto a mi educación.
No conocía sus razones y no creía que fueran las mismas que las mías. Como decirle que venia desde Alemania para impresionar al director que es el que manda en una orden a la que quiero pertenecer, cuya orden está llena de cazadores, cosa que era y de la que no podía escapar. También a eso debería sumar que quizás no fuera a ir a ninguna universidad prestigiosa si llegaba a entrar. Tener que explicar todo eso sería tedioso y complicado.
– Un amigo de mis padres se lo recomendó.– No era una mentira, había recomendando que era la mejor oportunidad para que yo pudiera mostrar que estaba capacitada a los ojos del jefe de la orden. – Y mi colegio era diferente a este, quería salir de la rutina.– Y lo había conseguido. – ¿Y tus razones cuales son?–
Observe las barras de chocolate dispuestas en la mesa, sonreí para mi mientras estiraba mi mano para tomar una, era imposible negarse a un chocolate, bendita la persona que lo haya creado.
– Nos adaptáremos, no parece ser un lugar aterrador.– Ninguna experiencia de las vividas hasta ahora me habían demostrado lo contrario. La gente parecía normal al igual que los profesores con sus exigencias e imponiendo reglas, algo que se me daba bien.
Dejar de usarlo le traería problemas, eran una de las reglas del internado a la cual aun intentaba complacer, nunca me había gustado portar una ropa que los demás también portaran, te hacia parecer común, igual al resto. Asentí aunque sabía que no me vería. – Tampoco me agrada el morado, pero debo usarlo.– Fruncí el ceño observando el uniforme. – Tengo el cabello castaño oscuro así que la ropa me combina aunque no me gusten los colores.– No tenía aquel dilema de si la ropa combinaba o no, aunque tener el cabello pelirrojo debía ser genial, y existían pocos chicos a los que conocía que tuvieran ese tono en el cabello.
Lo único que había aprendido en casa era a defenderme, los duros entrenamientos de papá que varias veces me habían dejado con alguna herida o muerta de cansancio quedando dormida en el primer lugar cómodo que encontrara, eso para mi jamás había sido aburrido, pero intentar aprender algo nuevo respecto a materia sería algo muy aburrido teniendo muchas distracciones dentro del hogar. Solté una carcajada al escucharlo hablar tan apresuradamente y a la forma en que se refería a él mismo. – ¿Libertad? Tenemos que estar en nuestros dormitorios a una hora predeterminada.– Uno de los puntos en contra. – Pero por lo menos aquí no tengo a mis padres que me orden que hacer.– No quería sonar como una hija que no le agradarán sus padres, los amaba, pero a veces eran muy hostigantes con respecto a mi educación.
No conocía sus razones y no creía que fueran las mismas que las mías. Como decirle que venia desde Alemania para impresionar al director que es el que manda en una orden a la que quiero pertenecer, cuya orden está llena de cazadores, cosa que era y de la que no podía escapar. También a eso debería sumar que quizás no fuera a ir a ninguna universidad prestigiosa si llegaba a entrar. Tener que explicar todo eso sería tedioso y complicado.
– Un amigo de mis padres se lo recomendó.– No era una mentira, había recomendando que era la mejor oportunidad para que yo pudiera mostrar que estaba capacitada a los ojos del jefe de la orden. – Y mi colegio era diferente a este, quería salir de la rutina.– Y lo había conseguido. – ¿Y tus razones cuales son?–
Observe las barras de chocolate dispuestas en la mesa, sonreí para mi mientras estiraba mi mano para tomar una, era imposible negarse a un chocolate, bendita la persona que lo haya creado.
Abrielle J. Offenbach-
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Fecha de inscripción : 09/01/2013
Re: Con números se puede demostrar cualquier cosa. | Cedric Di Giovanni
Adaptarse no había sido tan complicado como yo había pensado, el lugar tampoco me había parecido tan aterrador como en mi imaginación lo era, únicamente era una escuela normal con alumnos normales, clases normales, profesores normales; por supuesto no todo era miel sobre hojuelas, tenía algunas dificultades aún pero nada que no se pudiera solucionar, y las personas eran agradables en su mayoría; tenía un buen compañero de habitación, y hasta ahora había conocido buenas personas. Las predicciones de mi abuelo habían sido erróneas, ya que él me había dicho de todo con tal de que desistiera de mi decisión, pero en todo caso, aunque él hubiera tenido razón nunca lo reconocería ni volvería a Italia arrepentido o algo parecido. St. Edward’s me gustaba y cada vez empezaba a gustarme más.
—Tal vez no libertad en todas las extensiones posibles, pero para algunos esto es ser libre. —dije mientras jugaba con la envoltura de mi chocolate.
Tampoco me quejaba mucho de las reglas, no tenía nada en contra de quedarme en mi habitación, de todas formas siempre se salía y ponía alguna brillante excusa que se me venía a la cabeza para escapar de cualquier castigo, aunque sabía perfectamente que era cuestión de tiempo de que lograra escaparme del colegio para ir a la ciudad, esa idea me tentaba mucho y me daba vueltas cada vez con mayor frecuencia. Siempre había un lado positivo en todo y estar en el internado lo tenía, por supuesto.
Sonreí ante lo normal que parecía ella, completamente inofensiva, una persona que me agradaba sólo por eso. Venir a estudiar a un internado, desde Alemania porque quería un poco de liberación paternal y porque un amigo de su padre se lo había recomendado, nada más normal que eso. Nada de cosas de niños ricos, nada de brujería, nada de nada.
—Independencia, reto… eso más que nada—contesté con naturalidad como si fuera la cosa mas obvia del mundo—además, dicen que estudiar en el extranjero es una experiencia genial y como casi toda mi vida estudié en Francia, descartado; Alemania… mi alemán no es muy bueno; América, no me dejaron ir tan lejos.
Eso último era verdad, yo habría querido largarme al otro lado del mundo pero mi abuelo no me había dejado ir tan lejos, había puesto millones de excusas y mi última opción había sido Inglaterra.
— ¿Qué opinas de Inglaterra? —Sentí curiosidad— ¿Es muy diferente a Alemania?
Había estado antes en Alemania, no lo conocía mucho, casi nada en realidad, sólo me recordaba Nazis, cerveza, mucha cerveza y alemanas rubias aunque ella había dicho ser castaña.
—Tal vez no libertad en todas las extensiones posibles, pero para algunos esto es ser libre. —dije mientras jugaba con la envoltura de mi chocolate.
Tampoco me quejaba mucho de las reglas, no tenía nada en contra de quedarme en mi habitación, de todas formas siempre se salía y ponía alguna brillante excusa que se me venía a la cabeza para escapar de cualquier castigo, aunque sabía perfectamente que era cuestión de tiempo de que lograra escaparme del colegio para ir a la ciudad, esa idea me tentaba mucho y me daba vueltas cada vez con mayor frecuencia. Siempre había un lado positivo en todo y estar en el internado lo tenía, por supuesto.
Sonreí ante lo normal que parecía ella, completamente inofensiva, una persona que me agradaba sólo por eso. Venir a estudiar a un internado, desde Alemania porque quería un poco de liberación paternal y porque un amigo de su padre se lo había recomendado, nada más normal que eso. Nada de cosas de niños ricos, nada de brujería, nada de nada.
—Independencia, reto… eso más que nada—contesté con naturalidad como si fuera la cosa mas obvia del mundo—además, dicen que estudiar en el extranjero es una experiencia genial y como casi toda mi vida estudié en Francia, descartado; Alemania… mi alemán no es muy bueno; América, no me dejaron ir tan lejos.
Eso último era verdad, yo habría querido largarme al otro lado del mundo pero mi abuelo no me había dejado ir tan lejos, había puesto millones de excusas y mi última opción había sido Inglaterra.
— ¿Qué opinas de Inglaterra? —Sentí curiosidad— ¿Es muy diferente a Alemania?
Había estado antes en Alemania, no lo conocía mucho, casi nada en realidad, sólo me recordaba Nazis, cerveza, mucha cerveza y alemanas rubias aunque ella había dicho ser castaña.
Cedric Di Giovanni-
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