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Un pequeño trozo de valentia [Cedric]
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St. Edward's College :: :: Primer piso :: Enferemería
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Un pequeño trozo de valentia [Cedric]
En la confusión de la vez en el invernadero ya ni tuvo una oportunidad de decir algo hacia Cedric, prefirió quedarse callada porque no sabía lo que tenía él en ese momento, debió haber tocado alguna parte de su historia sin saberlo claramente, y en parte se sentía mal, se veía él realmente emocionado cuando hablaron además de que sus bromas y su actitud había sido excelente realmente no quería causar problemas y llevarse mal con él, no era cariño lo que había tomado había sido más bien como agrado y alegría al estar en su compañía, lo admitía le agrado como era, ahora estaba como perdida pensando porque le había huido de esa manera. Antes había alejado a varios chicos y chicas pero porque esa había sido su intención, esta vez no fue así no intento siquiera darle la vuelta al asunto apenas y tuvo un par de frases intercambiadas entre sí, ahora no podría decir que era molestarlo porque le hizo una broma asustándola casi lo pudo haber matado, pero no, todo lo que recibió él fue una cortadura en la mano.
Luego ella limpio la maceta rota y volvió a replantar la planta que se había perdido con todo y la tierra, no fue gran problema, al recoger la cerámica se dio cuenta que eso fue difícil para él porque estaba esparcida por todo el lugar, y era muy filosa, de seguro se sintió muy mal al sentir que se cortó y más cuando intento ayudarle, no entendía su situación porque ella no padecía de una ceguera y nunca lo hizo, pero en su entrenamiento algunas ocasiones tuvo que permanecer vendada y no poder ver era una situación muy inestable e incluso te alteras al no ver luz, se repetía a sí misma una y otra vez ¿Cómo era que él tiene esa ceguera? ¿El alguna vez habrá visto la luz? La obscuridad no es mala, solo estamos acostumbrados a la luz por eso nos aterra no poder ver, si acaso Cedric pudiera volver a ver le temería un poco a la luz quizá.
Ese día paso, y paso otro, y otro, nunca lo vio en clases, ni intento buscarlo tampoco, no por lo que haya dicho primero quería tener un tiempo para aclarar la situación y mantener distancia era lo mejor, durante esos días hizo algo que no había hecho en uno o dos años, tomar el Cello y tocar algunas melodías, había dejado de ensayar solo tomaba la guitarra en la clase de música pero no practicaba, había dejado su instrumento favorito a un lado solo porque le daba nostalgia, no quería ser débil en ese colegio donde no sabía que le esperaba, pero escuchar a Cedric tocar le recordó lo bello que suena, pero también durante la semana ocurrió un accidente, relacionado con el pelirrojo, él y otros 3 chavos tuvieron un accidente automovilístico por lo que habían llegado al hospital.
Elise no conocía a los otros tres pero si a Cedric, no entendía porque después de todo quería volver a verlo a pesar de que haya ido todo mal anteriormente, así que muy decidida; salió de la escuela una tarde a buscar algo un detalle, ella siempre había sido detallista y pensó mejor que podría hacerle sentir mejor al pelirrojo después del accidente, solo como un regalo, entro a una tienda donde busco tarjetas pero ninguna venia en braile, flores no, chocolates… no sabia como que le podría gustar, paseo por las tiendas varias veces hasta que llego a una donde vendían peluches, se puso a buscar uno que le agradara hasta que vio un león de peluche, con la melena alborotada de color rojiza y por ser león eso representaba valentía, claro pensó que seria perfecto para él, lo tomo del estante y se dirigio a pagarlo para poder llevarlo a Ced, lo envolvió en papel celofan transparente con un gran moño arriba, un poco exagerado pero quería que fuera especial, tampoco el peluche era tan grande, era tamaño promedio para abrazarlo con un solo brazo, además era solo un adorno para un chico no podría ser tan grande y/o tierno para una chica.
Regreso a la escuela y busco donde debería estar Cedric, apenas y recordaba su apellido y busco por los salones y pregunto a profesores y otros chicos hasta que le dijeron donde se encontraba, en la enfermería, por lo que fue hasta ahí y toco la puerta esperando que le abrieran y pudiera entrar para ver al pelirrojo —¿Puedo pasar? —pregunto la rubia entre abriendo la puerta para poder pasar.
Luego ella limpio la maceta rota y volvió a replantar la planta que se había perdido con todo y la tierra, no fue gran problema, al recoger la cerámica se dio cuenta que eso fue difícil para él porque estaba esparcida por todo el lugar, y era muy filosa, de seguro se sintió muy mal al sentir que se cortó y más cuando intento ayudarle, no entendía su situación porque ella no padecía de una ceguera y nunca lo hizo, pero en su entrenamiento algunas ocasiones tuvo que permanecer vendada y no poder ver era una situación muy inestable e incluso te alteras al no ver luz, se repetía a sí misma una y otra vez ¿Cómo era que él tiene esa ceguera? ¿El alguna vez habrá visto la luz? La obscuridad no es mala, solo estamos acostumbrados a la luz por eso nos aterra no poder ver, si acaso Cedric pudiera volver a ver le temería un poco a la luz quizá.
Ese día paso, y paso otro, y otro, nunca lo vio en clases, ni intento buscarlo tampoco, no por lo que haya dicho primero quería tener un tiempo para aclarar la situación y mantener distancia era lo mejor, durante esos días hizo algo que no había hecho en uno o dos años, tomar el Cello y tocar algunas melodías, había dejado de ensayar solo tomaba la guitarra en la clase de música pero no practicaba, había dejado su instrumento favorito a un lado solo porque le daba nostalgia, no quería ser débil en ese colegio donde no sabía que le esperaba, pero escuchar a Cedric tocar le recordó lo bello que suena, pero también durante la semana ocurrió un accidente, relacionado con el pelirrojo, él y otros 3 chavos tuvieron un accidente automovilístico por lo que habían llegado al hospital.
Elise no conocía a los otros tres pero si a Cedric, no entendía porque después de todo quería volver a verlo a pesar de que haya ido todo mal anteriormente, así que muy decidida; salió de la escuela una tarde a buscar algo un detalle, ella siempre había sido detallista y pensó mejor que podría hacerle sentir mejor al pelirrojo después del accidente, solo como un regalo, entro a una tienda donde busco tarjetas pero ninguna venia en braile, flores no, chocolates… no sabia como que le podría gustar, paseo por las tiendas varias veces hasta que llego a una donde vendían peluches, se puso a buscar uno que le agradara hasta que vio un león de peluche, con la melena alborotada de color rojiza y por ser león eso representaba valentía, claro pensó que seria perfecto para él, lo tomo del estante y se dirigio a pagarlo para poder llevarlo a Ced, lo envolvió en papel celofan transparente con un gran moño arriba, un poco exagerado pero quería que fuera especial, tampoco el peluche era tan grande, era tamaño promedio para abrazarlo con un solo brazo, además era solo un adorno para un chico no podría ser tan grande y/o tierno para una chica.
Regreso a la escuela y busco donde debería estar Cedric, apenas y recordaba su apellido y busco por los salones y pregunto a profesores y otros chicos hasta que le dijeron donde se encontraba, en la enfermería, por lo que fue hasta ahí y toco la puerta esperando que le abrieran y pudiera entrar para ver al pelirrojo —¿Puedo pasar? —pregunto la rubia entre abriendo la puerta para poder pasar.
Elise Blackwood-
Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 13/01/2013
Re: Un pequeño trozo de valentia [Cedric]
Habían sido unos terribles días para Cedric después del accidente y aunque los habían dejado ir inmediatamente del hospital su abuelo había dicho, más bien exigido, a la dirección de la escuela que lo dejaran en la enfermería objetando que el chico necesitaba que alguien lo cuidase al menos por unos días; Cedric pensaba que en realidad su abuelo no estaba preocupado por él —ni siquiera se había tomado la molestia de ir a verlo— más bien estaba molesto y era la forma en que lo estaba castigando por su falta, sabía que Cedric odiaba los hospitales, nunca le habían traído muy buenos recuerdos y tenerlo recluido en un lugar que apestaba a todo eso sólo hacía que su mente reviviera recuerdos siendo una especie de tortura silenciosa. Apenas podía dormir por las noches, se despertaba por culpa de las diversas pesadillas que le inundaban mientras dormía, había momentos en los que aunque el cansancio le venciera prefería mantener los ojos abiertos, al menos así no había imágenes ni colores, todo era oscuridad, una oscuridad a la que ya se había acostumbrado y que en momentos así, era conveniente. El chico pensaba que su abuelo estaba esperando que le suplicase llevarlo a casa y curara sus heridas con magia, pero él no lo haría nunca, porque era orgulloso, y porque no quería estar en el mismo sitio que Fabrizio Di Giovanni, ni exponerse nuevamente a su entrenamiento.
Odiaba estar allí porque era un lugar infinitamente aburrido, no le permitían tener su computador, el televisor no tenía mucho sentido y sólo se distraía a veces haciendo clipping, se estaba atrasando en sus clases, no podía tocar música, no le dejaban comer lo que le gustaba, lo trataban como un pobre desvalido y sólo habían sido unas cuantas heridas, raspones, golpes y el cuello algo dañado lo que le recordaba que no podía usar a Ludwig en mucho tiempo, además, aún le esperaba un castigo por haber escapado del colegio por la noche.
Terminó por cuarta vez su cubo de rubik y lo dejó a lado en la mesilla de noche como un inocente adorno que encajaba perfectamente con la decoración sobria de la sala en la que estaba, si lo hubiera visto lo hubiera encontrado feo y blanco, lleno de puntitos, pero esa cosa era la única distracción que tenía por el momento. Maldijo de mal humor y se recostó contra la almohada, con su acostumbrada mirada perdida en el infinito murmurando entre dientes cosas en francés sobre hambre, comida desabrida, chocolate, matar, escapar.
Fue entonces cuando escuchó que alguien llamaba a la puerta y antes de que pudiera responder se abrió y escuchó una voz femenina. Elise la chica que había conocido en el internado estaba allí, aunque él no pudo saberlo, tal vez recordaba vagamente el timbre de su voz pero hablaba con personas distintas todos los días así que no lo pensó siquiera y por un momento creyó que se trataba de la enfermera pero lo descartó porque ya se había acostumbrado a la voz de ella y nunca pedía permiso para entrar. Se le ocurrió después que tal vez le habían enviado a la psicóloga escolar como si estuviera loco… a veces hablaba dormido, se lo habían dicho, tal vez había dicho alguna locura que hubiera hecho a los directivos tomar esa decisión.
—Pase… ¿Quién es? —preguntó con cierto tono aprensivo en su voz.
No se molestó en moverse, se quedó allí en la misma posición porque no pensaba cooperar, no estaba loco, no necesitaba un psicólogo que fingiera ser su amigo mientras lo psicoanalizaban para entrar en su cabeza y en su privacidad.
Odiaba estar allí porque era un lugar infinitamente aburrido, no le permitían tener su computador, el televisor no tenía mucho sentido y sólo se distraía a veces haciendo clipping, se estaba atrasando en sus clases, no podía tocar música, no le dejaban comer lo que le gustaba, lo trataban como un pobre desvalido y sólo habían sido unas cuantas heridas, raspones, golpes y el cuello algo dañado lo que le recordaba que no podía usar a Ludwig en mucho tiempo, además, aún le esperaba un castigo por haber escapado del colegio por la noche.
Terminó por cuarta vez su cubo de rubik y lo dejó a lado en la mesilla de noche como un inocente adorno que encajaba perfectamente con la decoración sobria de la sala en la que estaba, si lo hubiera visto lo hubiera encontrado feo y blanco, lleno de puntitos, pero esa cosa era la única distracción que tenía por el momento. Maldijo de mal humor y se recostó contra la almohada, con su acostumbrada mirada perdida en el infinito murmurando entre dientes cosas en francés sobre hambre, comida desabrida, chocolate, matar, escapar.
Fue entonces cuando escuchó que alguien llamaba a la puerta y antes de que pudiera responder se abrió y escuchó una voz femenina. Elise la chica que había conocido en el internado estaba allí, aunque él no pudo saberlo, tal vez recordaba vagamente el timbre de su voz pero hablaba con personas distintas todos los días así que no lo pensó siquiera y por un momento creyó que se trataba de la enfermera pero lo descartó porque ya se había acostumbrado a la voz de ella y nunca pedía permiso para entrar. Se le ocurrió después que tal vez le habían enviado a la psicóloga escolar como si estuviera loco… a veces hablaba dormido, se lo habían dicho, tal vez había dicho alguna locura que hubiera hecho a los directivos tomar esa decisión.
—Pase… ¿Quién es? —preguntó con cierto tono aprensivo en su voz.
No se molestó en moverse, se quedó allí en la misma posición porque no pensaba cooperar, no estaba loco, no necesitaba un psicólogo que fingiera ser su amigo mientras lo psicoanalizaban para entrar en su cabeza y en su privacidad.
Cedric Di Giovanni-
Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 08/01/2013
Re: Un pequeño trozo de valentia [Cedric]
Se sentia un poco incomoda, solo un poco por el hecho de que habia llegado sin ser invitada, sin ser amiga del pelirrojo, solo llego tocando la puerta y no pregunto a alguien superior como la enfermera ¿Que tal si estaba dormido? Si era así solo dejaria el pequeño obsequio en alguna mesa con una nota o algo, y si estaba en algun estudio o algo asi solo regresaria luego.
Fue que apenas abrio la puerta y le contesto que pasara, no habia asomado su cabeza por la puerta hasta que él pregunto "Quien es" sostubo un poco mas fuerte el peluche en sus bazos y el papel selofan crugio e hizo ruido, abrio mas la puerta asomandose y habló —Soy Elise... — termino de abrir la puerta y entro a la enferemeria buscando su aprovacion, pero lo encontro acostado con la cabeza boca abajo, cerró la puerta y no encontro a la enfermera en la habitacion y solo estaba Cedric.
—Espero no haberte despertado— Avanzo hasta donde estaba el pelirrojo, justo donde estaba acostado, moviendose hasta quedar casi a su lado, pero guardo su distancia para no molestarlo demaciado, no sabia porque tenia esa mentalidad de que le molestaba de alguna manera, y lo que menos queria era precentarle un disgusto —Me entere sobre tu accidente y quise venir a verte, para saber como estabas y no enterarme por terceros—
Busco donde poder sentarse pero antes de eso recordo del "pequeño mediano" singular detalle que habia traido para él —Te he traido algo... no se si sea de tu agrado pero al verlo me recordo a ti— Se lo entrego poniendolo en la cama casi en sus brazos y se sento en la silla que habia buscado anteriormente con la mirada y espero a que lo abriera.
-Me acorde porque demuestra valentia, y entre otros pense que seria lindo- No menciono el color de cabello rojo por si eso era lo que le habia molestado la otra vez. Solo espero a que abriera el papel selofan y el gran moño rojo para que pudiera ver cual era su regalo y todo quedaria listo, sonrio esperando en verda, en verdad le gustara.
Fue que apenas abrio la puerta y le contesto que pasara, no habia asomado su cabeza por la puerta hasta que él pregunto "Quien es" sostubo un poco mas fuerte el peluche en sus bazos y el papel selofan crugio e hizo ruido, abrio mas la puerta asomandose y habló —Soy Elise... — termino de abrir la puerta y entro a la enferemeria buscando su aprovacion, pero lo encontro acostado con la cabeza boca abajo, cerró la puerta y no encontro a la enfermera en la habitacion y solo estaba Cedric.
—Espero no haberte despertado— Avanzo hasta donde estaba el pelirrojo, justo donde estaba acostado, moviendose hasta quedar casi a su lado, pero guardo su distancia para no molestarlo demaciado, no sabia porque tenia esa mentalidad de que le molestaba de alguna manera, y lo que menos queria era precentarle un disgusto —Me entere sobre tu accidente y quise venir a verte, para saber como estabas y no enterarme por terceros—
Busco donde poder sentarse pero antes de eso recordo del "pequeño mediano" singular detalle que habia traido para él —Te he traido algo... no se si sea de tu agrado pero al verlo me recordo a ti— Se lo entrego poniendolo en la cama casi en sus brazos y se sento en la silla que habia buscado anteriormente con la mirada y espero a que lo abriera.
-Me acorde porque demuestra valentia, y entre otros pense que seria lindo- No menciono el color de cabello rojo por si eso era lo que le habia molestado la otra vez. Solo espero a que abriera el papel selofan y el gran moño rojo para que pudiera ver cual era su regalo y todo quedaria listo, sonrio esperando en verda, en verdad le gustara.
Elise Blackwood-
Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 13/01/2013
Re: Un pequeño trozo de valentia [Cedric]
Elise, la chica del invernadero… la de los ojos verdes, se repitió una y otra vez cuando la escuchó pronunciar su nombre; esa chica con la que había pasado un agradable rato charlando y que decir de la divertida bromita, la chica que le había agradado y de quien de un momento a otro había decidido alejarse, porque le agradaba y no por lo contrario. De todas las personas que conocía en el mundo ella era la última en quien había pensado se pararía por allí después de la forma en que él se había ido, o lo que le había dicho, sólo habían hablado una vez y ella ya tenía la libertad de preocuparse por él, aunque quisiera negarlo el gesto le gustó y no pudo evitar que su corazón diera un vuelco de alegría. Muy en el fondo Cedric sabía que egoístamente quería estar con ella, quería entablar una relación de amistad con la rubia porque sabía que valía mucho la pena como persona.
— ¡Elise! —exclamó notándose la sorpresa de la presencia de ella en la enfermería. —Estoy despierto.
Se incorporó rápidamente con una sonrisa en el rostro que se contorsionó un poco cuando el dolor recorrió sus músculos debido al esfuerzo repentino y brusco, pero aún así podía notarse el brillo en sus ojos y en su cara el gusto que le daba que ella estuviera allí, no había sabido nada de Elise desde ese día pero tampoco se había olvidado de ella y de vez en cuando ese encuentro vagaba en su cabeza.
—Yo… gracias. —titubeó un poco.
Cedric nunca había sido la clase de personas que se cohibían, era mas o menos sin vergüenza, pero en su fuero interno deseó que ella no tuviera que verlo en esas condiciones, si hubiera premeditado un nuevo encuentro, definitivamente ese no habría estado en sus opciones, pero aún así agradeció el gesto de la chica y admitiendo que le gustaba tener alguien con quien hablar que no fuera él mismo o con la nada… la nada nunca le respondía y la enfermera lo trataba como un bebé malcriado, así que sólo quedaba él con quien terminaba discutiendo en repetidas ocasiones sobre los asuntos mas absurdos que alguien pudiese imaginarse.
Sintió el roce del obsequio que ella le había llevado y se preguntó que podría ser, parecía como un artefacto misterioso… algo que a ella le hacía recordar a Ced y al mismo tiempo demostraba valentía, sonaba a un acertijo con pocas pistas. Pasó las manos por encima de la envoltura, estaba fría y era fácil que sus dedos se deslizaran a través, pensó que era esa clase de papel transparente en el que envolvían cosas, lo arrugó porque le gustaba como sonaba, ya tenía un nuevo juguete para entretenerse. Sus dedos llegaron al moño y lo quitó cuidadosamente. Dejó el envoltorio a un lado y extrajo el contenido que era suave a su tacto, lo definió como esponjocito y pachoncito, lo dejó sobre la cama tratando de encontrarle forma con sus manos pero no lo logró, sólo supo que tenía mucho “cabello” alborotado.
— ¿Qué es? —Preguntó curioso— ¿Soy yo en peluche?
Rió ligeramente ante la idea, pero no se le ocurrió nada más que tuviera un cabello parecido al suyo, se imaginó a sí mismo y su vanidad extrema le dijo que tenía que ser adorable y genial, como un Link de peluche que había tenido alguna vez.
— ¡Elise! —exclamó notándose la sorpresa de la presencia de ella en la enfermería. —Estoy despierto.
Se incorporó rápidamente con una sonrisa en el rostro que se contorsionó un poco cuando el dolor recorrió sus músculos debido al esfuerzo repentino y brusco, pero aún así podía notarse el brillo en sus ojos y en su cara el gusto que le daba que ella estuviera allí, no había sabido nada de Elise desde ese día pero tampoco se había olvidado de ella y de vez en cuando ese encuentro vagaba en su cabeza.
—Yo… gracias. —titubeó un poco.
Cedric nunca había sido la clase de personas que se cohibían, era mas o menos sin vergüenza, pero en su fuero interno deseó que ella no tuviera que verlo en esas condiciones, si hubiera premeditado un nuevo encuentro, definitivamente ese no habría estado en sus opciones, pero aún así agradeció el gesto de la chica y admitiendo que le gustaba tener alguien con quien hablar que no fuera él mismo o con la nada… la nada nunca le respondía y la enfermera lo trataba como un bebé malcriado, así que sólo quedaba él con quien terminaba discutiendo en repetidas ocasiones sobre los asuntos mas absurdos que alguien pudiese imaginarse.
Sintió el roce del obsequio que ella le había llevado y se preguntó que podría ser, parecía como un artefacto misterioso… algo que a ella le hacía recordar a Ced y al mismo tiempo demostraba valentía, sonaba a un acertijo con pocas pistas. Pasó las manos por encima de la envoltura, estaba fría y era fácil que sus dedos se deslizaran a través, pensó que era esa clase de papel transparente en el que envolvían cosas, lo arrugó porque le gustaba como sonaba, ya tenía un nuevo juguete para entretenerse. Sus dedos llegaron al moño y lo quitó cuidadosamente. Dejó el envoltorio a un lado y extrajo el contenido que era suave a su tacto, lo definió como esponjocito y pachoncito, lo dejó sobre la cama tratando de encontrarle forma con sus manos pero no lo logró, sólo supo que tenía mucho “cabello” alborotado.
— ¿Qué es? —Preguntó curioso— ¿Soy yo en peluche?
Rió ligeramente ante la idea, pero no se le ocurrió nada más que tuviera un cabello parecido al suyo, se imaginó a sí mismo y su vanidad extrema le dijo que tenía que ser adorable y genial, como un Link de peluche que había tenido alguna vez.
Cedric Di Giovanni-
Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 08/01/2013
Re: Un pequeño trozo de valentia [Cedric]
Para la sorpresa de la rubia el ánimo de Ced fue diferente a como había imaginado, era el mismo entusiasta y agradable de como había sido en el principio que se conocieron en el invernadero, por lo que no encontró ningún problema como se había imaginado y tampoco alguna incomodidad al estar ahí con él, se sentía muy feliz ante eso pero no iba a decir nada, como siempre se guardaría sus sentimientos hasta que no hubiera ningún cambio en su relación, negativamente hablando claro, que si bien ahora solo eran un par de conocidos y ya no había mucho más que decir respecto a eso, ya que solo se habían viso una vez y a pesar de que ella tenía un interés sobre él eso no era motivo suficiente para que ella le tuviera esa confianza, había muchos chicos que le habían interesado antes pero no logro tener esa conexión y confianza esperada; no es que Cedric fuera malo o muy bueno, solo no quería perder lo más preciado para ella.
Le sonrió eso sí, no tenía por qué ser tan fría y aun sonando mal pero siendo realiza el solo notaria su felicidad por su timbre de voz y por su manera se interactuar en sí, realmente estaba a gusto de que le haya recibido así era algo bueno y le daba como que un poco más de seguridad para hablar con él sin preocuparse de nada de lo que anteriormente había pasado— Realmente espero que te guste —
Espero con ansias a que terminara de desenvolver el regalo, sin mayor problema solo hizo ruido con el papel, como si eso lo divirtiera, y le quito el moño, entonces fue que saco el peluche, fue divertido tratar de verlo adivinando que era lo que podía ser ese obsequio, ladeo la cabeza viéndolo con claridad, y ahora que veía de frente tanto el peluche como a Ced no se había equivocado en escoger el presente que tenía para él, eran muy parecidos con ese cabello alborotado y rojizo, sonrió aún más al ver que Cedirc había preguntado si era él en peluche, luego rió armónicamente negando con la cabeza —Es un peluche sí, pero no es tu, es parecido por el alborotado rojizo cabello y esa fortaleza con valentía que tienen los dos, pero el suele comer comida cruda, duerme mucho durante el día, tiene muchos dientes afilados y es el rey de la selva —
Pensó que con esos ejemplos tal vez podría adivinar de que animal estaba hablando, si no tendría que decir que hablaba del león pero era demasiado obvio según ella, se cruzó de piernas y puso sus manos sobre sus rodillas sentándose como una señorita inglesa, según le solía decir su primo, estaba muy feliz de estar ahí y de ver una buena condición a Ced, se imaginó lo peor en el momento en que se enteró que le había pasado el accidente, sería terrible que su último encuentro fuera como el ultimo recuerdo que tendría de él, una sonrisa volteada y una mirada perdida, era mejor verlo de esa manera sonriente y con un brillo en sus ojos. Elise estaba segura que ella también tenía un brillo en su mirada de solo verlo y tenerlo así de frente, no lo sabía solo lo sentía, él era de esos muchachos que te pegaban la felicidad solo con el simple hecho de sonreír.
—Cuando vi el peluche no pude evitar pensar en ti, un cachito de valentia, un león — dijo honestamente Cedirc dando su explicación —No solo porque sea pelirrojo, solo quise traerte algo para que no te sintieras solo mientras estás aquí y yo no pueda visitarte mientras este en clase si me dejas venir a acompañarte por las tardes— sonrío de medio lado para terminar de decir —Me alegra mucho que no te haya pasado nada grave —
Le sonrió eso sí, no tenía por qué ser tan fría y aun sonando mal pero siendo realiza el solo notaria su felicidad por su timbre de voz y por su manera se interactuar en sí, realmente estaba a gusto de que le haya recibido así era algo bueno y le daba como que un poco más de seguridad para hablar con él sin preocuparse de nada de lo que anteriormente había pasado— Realmente espero que te guste —
Espero con ansias a que terminara de desenvolver el regalo, sin mayor problema solo hizo ruido con el papel, como si eso lo divirtiera, y le quito el moño, entonces fue que saco el peluche, fue divertido tratar de verlo adivinando que era lo que podía ser ese obsequio, ladeo la cabeza viéndolo con claridad, y ahora que veía de frente tanto el peluche como a Ced no se había equivocado en escoger el presente que tenía para él, eran muy parecidos con ese cabello alborotado y rojizo, sonrió aún más al ver que Cedirc había preguntado si era él en peluche, luego rió armónicamente negando con la cabeza —Es un peluche sí, pero no es tu, es parecido por el alborotado rojizo cabello y esa fortaleza con valentía que tienen los dos, pero el suele comer comida cruda, duerme mucho durante el día, tiene muchos dientes afilados y es el rey de la selva —
Pensó que con esos ejemplos tal vez podría adivinar de que animal estaba hablando, si no tendría que decir que hablaba del león pero era demasiado obvio según ella, se cruzó de piernas y puso sus manos sobre sus rodillas sentándose como una señorita inglesa, según le solía decir su primo, estaba muy feliz de estar ahí y de ver una buena condición a Ced, se imaginó lo peor en el momento en que se enteró que le había pasado el accidente, sería terrible que su último encuentro fuera como el ultimo recuerdo que tendría de él, una sonrisa volteada y una mirada perdida, era mejor verlo de esa manera sonriente y con un brillo en sus ojos. Elise estaba segura que ella también tenía un brillo en su mirada de solo verlo y tenerlo así de frente, no lo sabía solo lo sentía, él era de esos muchachos que te pegaban la felicidad solo con el simple hecho de sonreír.
—Cuando vi el peluche no pude evitar pensar en ti, un cachito de valentia, un león — dijo honestamente Cedirc dando su explicación —No solo porque sea pelirrojo, solo quise traerte algo para que no te sintieras solo mientras estás aquí y yo no pueda visitarte mientras este en clase si me dejas venir a acompañarte por las tardes— sonrío de medio lado para terminar de decir —Me alegra mucho que no te haya pasado nada grave —
Elise Blackwood-
Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 13/01/2013
Re: Un pequeño trozo de valentia [Cedric]
Las manos de Cedric siguieron analizando el suave objeto que tenía entre ellas pero no podía pensar en otra cosa que no fuera esponjoso y peludo, le agradaba la textura que tenía, le gustaba como se sentía entre sus manos que estuvo a punto de darse por vencido para adivinar lo que era, no importaba mucho, era un obsequio de Elise y eso sí importaba. Tal vez no lo pareciese a simple vista, pero Ced era la clase de persona que sabía apreciar los detalles por mínimos que fueran, normalmente se le vería como alguien frío, superficial y materialista pero en el fondo él siempre habría preferido detalles con significado que objetos monótonos y de un costoso valor, sólo que la mayoría de las personas que decían conocerle no lo sabían.
—Me encanta—dijo antes de que ella le diera más pistas.
Y pensó en cada una de ellas. Rió ligeramente por lo de “alborotado cabello rojizo”; luego torció el gesto pensativo, él no pensaba en sí mismo con alguien fuerte y valiente, en realidad se sentía muy cobarde la mayoría del tiempo, era bastante cobarde a decir verdad, pensó que ella no lo hubiera dicho si lo hubiera visto el día del accidente en estado casi catatónico y en completo shock, completamente fuera de sí, temblando de pies a cabeza, sintiendo miedo de algo que no había sido tan grave, sin embargo no dijo nada y que ella siguiera pensando eso de él no estaba del todo mal; siguió pensando… era perezoso y con dientes afilados, los gatos eran así…; Rey de la selva…
Su sonrisa se volvió amplia y traviesa, como un niño que ha respondido bien a su profesor, lo tenía, los leones… claro. ¡Gryffindor! Valientes y rojos… ¿Cómo no se le pudo ocurrir antes? Lo levantó en alto tomándolo del estómago como lo había hecho el mandril en la película de Disney.
— ¡Es un león! —exclamó. —Me encantan los felinos.
Estaba fascinado con su obsequio, como cuando le habían regalado ese maldito Lamborghini, no obstante este le gustaba más porque era inofensivo, esperaba. A él le gustaban los gatos, siempre se había sentido identificado con los gatos, si hubiera decidido en algo en qué reencarnar habría elegido un gato, no precisamente un león pero algún felino estaba bien, le gustaba como eran tan independientes y volubles, igual que él.
—Gracias. Hablaré con él mientras no estás, porque tienes que venir cuando puedas… sé que este lugar no es agradable pero de verdad me aburro mucho—dejó el león sobre su regazo. —El accidente no fue tan grave… nada de lo que alarmarse, la gente tiende a exagerar; y yo soy inmortal.
Le guiñó un ojo con picardía ocultando con su ligero humor la verdad de todo; nadie tenía porque saber lo que realmente había sucedido, como el chofer había perdido el control del auto o que había muerto, y cómo si no hubiera sido por Natlian, él habría terminado estampado en la carretera igual que el chofer por no llevar cinturón de seguridad.
—Me encanta—dijo antes de que ella le diera más pistas.
Y pensó en cada una de ellas. Rió ligeramente por lo de “alborotado cabello rojizo”; luego torció el gesto pensativo, él no pensaba en sí mismo con alguien fuerte y valiente, en realidad se sentía muy cobarde la mayoría del tiempo, era bastante cobarde a decir verdad, pensó que ella no lo hubiera dicho si lo hubiera visto el día del accidente en estado casi catatónico y en completo shock, completamente fuera de sí, temblando de pies a cabeza, sintiendo miedo de algo que no había sido tan grave, sin embargo no dijo nada y que ella siguiera pensando eso de él no estaba del todo mal; siguió pensando… era perezoso y con dientes afilados, los gatos eran así…; Rey de la selva…
Su sonrisa se volvió amplia y traviesa, como un niño que ha respondido bien a su profesor, lo tenía, los leones… claro. ¡Gryffindor! Valientes y rojos… ¿Cómo no se le pudo ocurrir antes? Lo levantó en alto tomándolo del estómago como lo había hecho el mandril en la película de Disney.
— ¡Es un león! —exclamó. —Me encantan los felinos.
Estaba fascinado con su obsequio, como cuando le habían regalado ese maldito Lamborghini, no obstante este le gustaba más porque era inofensivo, esperaba. A él le gustaban los gatos, siempre se había sentido identificado con los gatos, si hubiera decidido en algo en qué reencarnar habría elegido un gato, no precisamente un león pero algún felino estaba bien, le gustaba como eran tan independientes y volubles, igual que él.
—Gracias. Hablaré con él mientras no estás, porque tienes que venir cuando puedas… sé que este lugar no es agradable pero de verdad me aburro mucho—dejó el león sobre su regazo. —El accidente no fue tan grave… nada de lo que alarmarse, la gente tiende a exagerar; y yo soy inmortal.
Le guiñó un ojo con picardía ocultando con su ligero humor la verdad de todo; nadie tenía porque saber lo que realmente había sucedido, como el chofer había perdido el control del auto o que había muerto, y cómo si no hubiera sido por Natlian, él habría terminado estampado en la carretera igual que el chofer por no llevar cinturón de seguridad.
Cedric Di Giovanni-
Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 08/01/2013
Re: Un pequeño trozo de valentia [Cedric]
Pasaba y pasaba sus manos por el peluche, era simpático ver ese comportamiento de su parte, realmente lo estaba disfrutando, eso le agradaba mucho, ella no solía comprar algo caro porque no tenía para empezar una gran cantidad de dinero que pudiera usar en regalos caros, pero cuando sabía que valía la pena comprar algo lo para regalarlo lo hacía, no porque era de mejor calidad, compraba todo lo que ella pudiera porque significaba algo para la persona que le regalaría, ella era la típica chica detallista que tenía esas observaciones y quería darle lo mejor a quienes le rodean, detalles propios como los cumpleaños, solo algo que le recordara a esa persona, ella compraba aquello para regalarlo, y como le dijo a Ced, para ella eso había representado el león, valentía, y tal vez él no se veía así mismo así, pero ella veía al pelirrojo con coraje y valentía para andar por el mundo, tiene más agallas que muchos en ese internado.
Rio un poco al escucharlo decir y exclamar aquello, sus acciones al levantar al león sobre la cama le recordó a esa película de Disney “El rey León” era verdaderamente gracioso lo que hacía, no importaba como él siempre le hacía sonreír, — Me alegro mucho que te guste, casi el León brinco a mis brazos diciéndome que era perfecto para hacerte compañía— se relamió los labios al verlo como en verdad le estaba gustando de sobremanera ese pequeño detalle, como lo abrazaba y lo había puesto sobre su regazo, era lindo, solamente lindo.
—No sabía que te gustaban los felinos, fue más de algo que intuyera que te gustara y veo que le he atinado, además son igualitos, tú y el león se parecen mucho — dijo de una manera sencilla y sin pensar siquiera lo que había dicho, que no se burlaba de él, ni intento hacer una broma si así parecía.
Hizo una mueca cuando comento lo del accidente, ella había escuchado que había sido un terrible accidente, pero había muchas otras cosas que sabia por su primo, un brujo o bruja estuvo involucrado en ese accidente, había algo que su primo se había enterado pero ella no quiso escuchar, no quería saber las especulaciones de su primo que buscaba constantemente a los brujos de la esucela, si ella se enteraba de quienes eran aquellos con “magia” no podría estar si quiera en el mismo salón de clases, en la misma habitación, no podría siquiera verlos, era desespeante no poder estar en el colegio que ella tanto había querido y no poder tener esa concentración. Pero no mencionaría nada a Cedric.
—Yo vendré todos los días durante el almuerzo y después de que termine las clases, si puedo vendré a verte antes de que comiencen las clases, pero no me gustaría despertarte — le sonrió y puso sus manos enfrente de ella entrelazando estas entre si y cerrándolas como si de un puño se tratara —Inmortal… claro pero debes de aparentar lo contrario y quedarte en la enfermería así nadie se dará cuenta de tu secreto de inmortalidad — eso sabía que lo decía como broma y ella sí hizo una broma sobre eso, porque sabía que era una broma.
En su cabeza había la posibilidad de que ese brujo podría ser Cedric, pero lo dudaba no hubiera quedado en la enfermería de la escuela luego de salir del hospital, no creía la posibilidad de que pudiera seguir ciego siendo brujo; no conocía a los brujos no sabía de lo que eran capaces y no quería saberlo pero sus suposiciones las borraba de su mente porque el como ella pensaba que la magia no existía, y así lo prefería mil veces.
— ¡Es un león! Me encantan los felinos. —
Rio un poco al escucharlo decir y exclamar aquello, sus acciones al levantar al león sobre la cama le recordó a esa película de Disney “El rey León” era verdaderamente gracioso lo que hacía, no importaba como él siempre le hacía sonreír, — Me alegro mucho que te guste, casi el León brinco a mis brazos diciéndome que era perfecto para hacerte compañía— se relamió los labios al verlo como en verdad le estaba gustando de sobremanera ese pequeño detalle, como lo abrazaba y lo había puesto sobre su regazo, era lindo, solamente lindo.
—No sabía que te gustaban los felinos, fue más de algo que intuyera que te gustara y veo que le he atinado, además son igualitos, tú y el león se parecen mucho — dijo de una manera sencilla y sin pensar siquiera lo que había dicho, que no se burlaba de él, ni intento hacer una broma si así parecía.
Hizo una mueca cuando comento lo del accidente, ella había escuchado que había sido un terrible accidente, pero había muchas otras cosas que sabia por su primo, un brujo o bruja estuvo involucrado en ese accidente, había algo que su primo se había enterado pero ella no quiso escuchar, no quería saber las especulaciones de su primo que buscaba constantemente a los brujos de la esucela, si ella se enteraba de quienes eran aquellos con “magia” no podría estar si quiera en el mismo salón de clases, en la misma habitación, no podría siquiera verlos, era desespeante no poder estar en el colegio que ella tanto había querido y no poder tener esa concentración. Pero no mencionaría nada a Cedric.
—Yo vendré todos los días durante el almuerzo y después de que termine las clases, si puedo vendré a verte antes de que comiencen las clases, pero no me gustaría despertarte — le sonrió y puso sus manos enfrente de ella entrelazando estas entre si y cerrándolas como si de un puño se tratara —Inmortal… claro pero debes de aparentar lo contrario y quedarte en la enfermería así nadie se dará cuenta de tu secreto de inmortalidad — eso sabía que lo decía como broma y ella sí hizo una broma sobre eso, porque sabía que era una broma.
En su cabeza había la posibilidad de que ese brujo podría ser Cedric, pero lo dudaba no hubiera quedado en la enfermería de la escuela luego de salir del hospital, no creía la posibilidad de que pudiera seguir ciego siendo brujo; no conocía a los brujos no sabía de lo que eran capaces y no quería saberlo pero sus suposiciones las borraba de su mente porque el como ella pensaba que la magia no existía, y así lo prefería mil veces.
Elise Blackwood-
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Re: Un pequeño trozo de valentia [Cedric]
No era la primera vez que le decían que parecía un león; Louis también se lo había dicho y Cristine, su ex –novia tenía la manía desagradable de llamarlo leoncito con una voz de retrasada sin cerebro que le molestaba mucho a Cedric, en realidad todo lo que venía de Cristine Laurent le había molestado, lo único que tenía bueno esa chica era su cuerpo y vaya… era demasiado buena en la cama, tal vez esa era la principal razón por la que Ced había estado con ella. Aunque no sabía porque estaba pensando en esa chica ahora, después de tanto tiempo, no tenía mucho sentido. Decidió entonces sacar de su mente cualquier recuerdo de ella, no tenía porque arruinar el momento grato que Elise le estaba haciendo pasar, con cosas sin sentido como una horrorosa ex –novia.
Sonrió ocultando bien sus pensamientos, se le daba bien eso de mentir y de hacer creer a los demás que todo estaba bien aunque el mundo se estuviera cayendo encima de sus cabezas; se le daba bien mentir en cualquier situación o sin importar la condición o la magnitud de algo, él lo hacía bien y tal vez no fuera una gran cualidad, pero sin embargo, él la poseía, ya fuera buena o mala.
—Será genial tenerte aquí y tu pase de entrada será un chocolate diario… —le dijo seriamente poniendo un dedo sobre su barbilla.
Le agradaba la idea de saber que Elise estaría allí haciéndole compañía, a pesar de ese ligero sentimiento de culpabilidad que cruzaba por su cabeza cada vez que pensaba en tener nuevos amigos, amigos a los que podía tomarle aprecio y posteriormente lastimarlos; no quería sentir siquiera una pizca de cariño por la rubia que lo acompañaba, pero ya era tarde, ya lo sentía y sólo le quedaba esperar a que algo malo sucediese y le dijera: te lo dije. No obstante, otra parte de él, le decía que tal vez ya era hora de que tuviera algo bueno por fin; a Cedric le quedaba claro que ya había aprendido su lección, ya sabía lo que era bueno y malo, ¿Tan malo había sido en su pasado?
—Más bien te suplico —añadió bajando la voz—que metas golosinas de contrabando, moriré de abstinencia de glucosa si no como algo decente pronto; la comida de aquí es… asquerosa. —rió ligeramente aunque estaba hablando muy en serio—no te recomiendo venir antes de clases si no quieres encontrarte con algo poco agradable, o escucharme decir incoherencias mientras duermo.
Entonces, se preguntó por qué ella querría la compañía de alguien como él, por qué se había molestado esa tarde en ir a verlo después de su último encuentro, por qué prometía volver… tal vez se animara a preguntarle mas tarde, porque era difícil intuir las respuestas si no la conocía lo suficiente.
Sonrió ocultando bien sus pensamientos, se le daba bien eso de mentir y de hacer creer a los demás que todo estaba bien aunque el mundo se estuviera cayendo encima de sus cabezas; se le daba bien mentir en cualquier situación o sin importar la condición o la magnitud de algo, él lo hacía bien y tal vez no fuera una gran cualidad, pero sin embargo, él la poseía, ya fuera buena o mala.
—Será genial tenerte aquí y tu pase de entrada será un chocolate diario… —le dijo seriamente poniendo un dedo sobre su barbilla.
Le agradaba la idea de saber que Elise estaría allí haciéndole compañía, a pesar de ese ligero sentimiento de culpabilidad que cruzaba por su cabeza cada vez que pensaba en tener nuevos amigos, amigos a los que podía tomarle aprecio y posteriormente lastimarlos; no quería sentir siquiera una pizca de cariño por la rubia que lo acompañaba, pero ya era tarde, ya lo sentía y sólo le quedaba esperar a que algo malo sucediese y le dijera: te lo dije. No obstante, otra parte de él, le decía que tal vez ya era hora de que tuviera algo bueno por fin; a Cedric le quedaba claro que ya había aprendido su lección, ya sabía lo que era bueno y malo, ¿Tan malo había sido en su pasado?
—Más bien te suplico —añadió bajando la voz—que metas golosinas de contrabando, moriré de abstinencia de glucosa si no como algo decente pronto; la comida de aquí es… asquerosa. —rió ligeramente aunque estaba hablando muy en serio—no te recomiendo venir antes de clases si no quieres encontrarte con algo poco agradable, o escucharme decir incoherencias mientras duermo.
Entonces, se preguntó por qué ella querría la compañía de alguien como él, por qué se había molestado esa tarde en ir a verlo después de su último encuentro, por qué prometía volver… tal vez se animara a preguntarle mas tarde, porque era difícil intuir las respuestas si no la conocía lo suficiente.
Cedric Di Giovanni-
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Fecha de inscripción : 08/01/2013
Re: Un pequeño trozo de valentia [Cedric]
Él le devolvía la sonrisa, pero la única diferencia de la sonrisa era que ella estaba ocultando un poco sus pensamientos, era algo que debía hacer si no, lo podría asustar, pero no pasaba ya mucho solo debía de dejar de pensar en lo típico que siempre pasaba por su mente desde los 12 años, cazar y cazar brujos, por extraño que pareciera era algo que ella quería dejar de un lado por un momento, si veía bien como era que iba su vida, no tenía a ningún amigo de verdad en que pudiera confiar, ni en los cazadores mismos podía confiar, si no tuviera a Ian no sabía que podría pasar estando ella sola, quería tener amigos “normales” por así decirlo, quería solo poder ser una persona normal, una cuyo interés por el momento era ira la universidad, aunque en algún momento volvería a cazar uno que otro brujo, quería sentirse por un tiempo normal. Amaba lo que hacía, para lo que había sido entrenada, pero al mismo tiempo a veces no le gustaría ser cazadora.
— Te voy a traer los dulces que pueda… ¿alguno en específico? No me gustaría verte morir por algo como eso — dijo irónica y sonriendo, estaba muy divertida al estar en compañía del pelirrojo y no era como si quisiera irse o algo parecido solo quería estar ahí tranquila, hablando como lo estaban haciendo, era sencillo hablar con él de esa manera, había algo en común que podría decirse le agradaba y era el hecho de que no creían en la magia, que no había algo que debiera ocultarle en si, sí es que no creía en aquello que ella técnicamente detestaba.
—Seamos realistas la comida de cualquier hospital siempre es mala, no tienes por qué darme más explicaciones — se levantó de la silla y se sentó en la cama donde se encontraba Ced con la intención de no molestarlo pero para que él estuviera más cómodo, se aseguró de que no tuviera que moverse él y se cruzó de piernas —Sé que es raro que este por aquí y que ahora me invites a pasar tiempo contigo mientras estés en el hospital a pesar del aparente problema que hubo… pero solo quiero decirte que no me moleste y si te ofendí de alguna manera pido perdón—
No quería verse como la chica rara que le gusta verse maltratada o de alguna manera que le pisotearan, no quería dar una intención así hacia Cedric, igual la manera en que lo dijo fue firme y un tanto singular por así decirlo, que no se vio agresiva por cambiar tan drásticamente el tema, pero así era ella, daba su opinión con mucha firmeza sin importar de que se tratara el asunto, por lo que entendía que a veces molestaba a algunos, solo que ahora era distinto, le había importado un poco, tal vez mucho más de un poco lo que pensara Ced, porque le agrava el chico y sentía que era especial, diferente a los demás.
— Te voy a traer los dulces que pueda… ¿alguno en específico? No me gustaría verte morir por algo como eso — dijo irónica y sonriendo, estaba muy divertida al estar en compañía del pelirrojo y no era como si quisiera irse o algo parecido solo quería estar ahí tranquila, hablando como lo estaban haciendo, era sencillo hablar con él de esa manera, había algo en común que podría decirse le agradaba y era el hecho de que no creían en la magia, que no había algo que debiera ocultarle en si, sí es que no creía en aquello que ella técnicamente detestaba.
—Seamos realistas la comida de cualquier hospital siempre es mala, no tienes por qué darme más explicaciones — se levantó de la silla y se sentó en la cama donde se encontraba Ced con la intención de no molestarlo pero para que él estuviera más cómodo, se aseguró de que no tuviera que moverse él y se cruzó de piernas —Sé que es raro que este por aquí y que ahora me invites a pasar tiempo contigo mientras estés en el hospital a pesar del aparente problema que hubo… pero solo quiero decirte que no me moleste y si te ofendí de alguna manera pido perdón—
No quería verse como la chica rara que le gusta verse maltratada o de alguna manera que le pisotearan, no quería dar una intención así hacia Cedric, igual la manera en que lo dijo fue firme y un tanto singular por así decirlo, que no se vio agresiva por cambiar tan drásticamente el tema, pero así era ella, daba su opinión con mucha firmeza sin importar de que se tratara el asunto, por lo que entendía que a veces molestaba a algunos, solo que ahora era distinto, le había importado un poco, tal vez mucho más de un poco lo que pensara Ced, porque le agrava el chico y sentía que era especial, diferente a los demás.
Elise Blackwood-
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Fecha de inscripción : 13/01/2013
Re: Un pequeño trozo de valentia [Cedric]
Sintió la cercanía de Elise, su cuerpo a lado del suyo en la cama y sonrió para sí mismo, era agradable sentir el calor de la chica sobre el frío de la sala, era un cambio que le gustó a pesar de que él siempre había sido protector con su espacio personal, algunos como Natlian, catalogaban esa característica como frialdad, y tal vez lo era, él no sabía exactamente la razón, o quizás la sabía pero incluso para sí mismo se negaba a reconocerlo. En ese momento simplemente no le importó, sus mecanismos de defensa estaban bajos, la estaba pasando bien, le gustaba charlar con la chica de lo que fuera estaba bien, su compañía era lo que le hizo olvidar que estaban en la enfermería o que momentos antes estaba molesto.
—Chocolates—se apresuró a decir sin pensarlo. Amaba los chocolates—nada que no tenga pasas, odio las pasas. Moriría si como pasas.
Rió ligeramente al seguir su broma, por supuesto que no moriría por unas cuantas pasas, pero la pasaría mal su paladar, nunca le habían gustado esas cositas arrugadas; su madre siempre lo regañaba por sacarlas de los postres incluso en lugares públicos o cenas importantes con socios de su padre; era divertido molestar a Genevieve desde el otro lado de la mesa mirándola retadoramente mientras hurgaba en su comida.
—Siempre he pensado que en los hospitales la gente no muere por su “enfermedad” o lo que sea que la haya llevado allí, mueren de hambre.
Tomó las patitas del león con cada mano y empezó a jugar con él, tenía esa costumbre de que necesitaba hacer algo con sus manos, era inquieto, sus manos siempre estaban jugando con algo, su mente siempre estaba procesando información, su oído alerta a cualquier sonido, y olfato reconocía aromas tanto agradables como desagradables. Cuando respiró profundamente percibió el perfume de la chica y se dio cuenta que en su primer encuentro no lo había notado, ya sea por los olores que envolvían el lugar o porque ese día no lo había usado; sin embargo, si antes le hubieran preguntado a qué olía Elise él habría respondido sin pensar: a invernadero. Elise e invernadero eran dos palabras que se habían quedado grabadas en su memoria como un conjunto tal.
—Es obvio que no te molestaste, si no, no estarías aquí… —dijo pensativo tratando de recordar exactamente ese día. —Tampoco me ofendí… fue sólo que…—se quedó sin respuesta, no supo que decir, no podía decirle simplemente “quería protegernos a los dos de mí” sonaba absurdo y como un aburrido cliché de película romántica— ¿Por qué te portas bien conmigo? ¿Por qué te tomas estas molestias? No tengo nada en contra de eso, pero apenas nos conocemos.
Sonó tranquilo a diferencia de la forma tajante en que le había espetado sus últimas palabras en el invernadero. No conocía bien a Elise, podría ser otra chica linda juntando estrellitas para llegar al cielo, o podría ser de verdad sincera, era muy pronto para decirlo; pero, él tenía que saber si ella estaba allí con él porque quería y no porque lo veía como el pobre niño ciego que necesita la atención de los demás. Él odiaba que la gente se acercara a él por lástima, porque no necesitaba eso de nadie.
—Chocolates—se apresuró a decir sin pensarlo. Amaba los chocolates—nada que no tenga pasas, odio las pasas. Moriría si como pasas.
Rió ligeramente al seguir su broma, por supuesto que no moriría por unas cuantas pasas, pero la pasaría mal su paladar, nunca le habían gustado esas cositas arrugadas; su madre siempre lo regañaba por sacarlas de los postres incluso en lugares públicos o cenas importantes con socios de su padre; era divertido molestar a Genevieve desde el otro lado de la mesa mirándola retadoramente mientras hurgaba en su comida.
—Siempre he pensado que en los hospitales la gente no muere por su “enfermedad” o lo que sea que la haya llevado allí, mueren de hambre.
Tomó las patitas del león con cada mano y empezó a jugar con él, tenía esa costumbre de que necesitaba hacer algo con sus manos, era inquieto, sus manos siempre estaban jugando con algo, su mente siempre estaba procesando información, su oído alerta a cualquier sonido, y olfato reconocía aromas tanto agradables como desagradables. Cuando respiró profundamente percibió el perfume de la chica y se dio cuenta que en su primer encuentro no lo había notado, ya sea por los olores que envolvían el lugar o porque ese día no lo había usado; sin embargo, si antes le hubieran preguntado a qué olía Elise él habría respondido sin pensar: a invernadero. Elise e invernadero eran dos palabras que se habían quedado grabadas en su memoria como un conjunto tal.
—Es obvio que no te molestaste, si no, no estarías aquí… —dijo pensativo tratando de recordar exactamente ese día. —Tampoco me ofendí… fue sólo que…—se quedó sin respuesta, no supo que decir, no podía decirle simplemente “quería protegernos a los dos de mí” sonaba absurdo y como un aburrido cliché de película romántica— ¿Por qué te portas bien conmigo? ¿Por qué te tomas estas molestias? No tengo nada en contra de eso, pero apenas nos conocemos.
Sonó tranquilo a diferencia de la forma tajante en que le había espetado sus últimas palabras en el invernadero. No conocía bien a Elise, podría ser otra chica linda juntando estrellitas para llegar al cielo, o podría ser de verdad sincera, era muy pronto para decirlo; pero, él tenía que saber si ella estaba allí con él porque quería y no porque lo veía como el pobre niño ciego que necesita la atención de los demás. Él odiaba que la gente se acercara a él por lástima, porque no necesitaba eso de nadie.
Cedric Di Giovanni-
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Fecha de inscripción : 08/01/2013
Re: Un pequeño trozo de valentia [Cedric]
Tomó la sabana de la cama de la cual estaba sentada, solo la orilla claro no iba a quitarle su comodidad al pelirrojo, no porque quisiera ella taparse, pero en un momento sintió que tal vez podría ser una situación incómoda, en la que podría mal interpretarse las cosas, claro era un tal vez, pero no pareció en ese momento incomodarle a Ced por lo que ella se sintió mejor y más complacida ante esto, era sencillo estar con él, no había complicaciones, no había malos pensamientos, era todo divertido, aunque se alterara eventualmente no podía decir que todo fue un mal entendido, apenas cruzaron una palabra y bueno ya había pasado, ya no importaba mucho si le había molestado en aquel instante ahora quería llevarse bien con él.
—Chocolates, perfecto — sonrió casi riendo viendo el gesto que ponía al imaginar las pasas casi en su boca, pero calmo esa risa para seguir sonriendo— Nada de pasas en ellos o cualquier otra cosa que contrabandeé para ti—
Peino su cabello hacia atrás pensando si es que alguno de los chocolates que ella tenía poseían pasas, no lo recordaba, su abuela solía mandarle a ella y a su primo suministros de golosinas y algunos postres para que pudieran seguir la jornada de la escuela, que siguieran activos, que no se estresaban, su abuela era tan liberal que no dudaba que en alguno de los pastelillos que mandaba tal vez llegaría a poner marihuana en estos, era una mujer muy alocada, viva, feliz, no importaba su edad ella era quien nos consentía de más estuviera bien o mal. Mi tío Alexander terminaba molestándose con ella siempre mientras que mi abuela siempre decía “Soy una vieja con dos jóvenes nietos que necesitan saborear la vida” mi abuela era todo un personaje, si alguien llegaba a conocerme como debe ser, si me da confianza lo suficiente, podía llegar a ser tan alocada como mi abuela.
—Te voy a decir que tu probabilidad de que la gente muere de hambre y no por su enfermedad en los hospitales es verdad, por eso nadie quiere estar internado, cuando he llegado estar internada por algunos accidentes como —se puso a pensar algo que le hubiera pasado recientemente o algún accidente que hubiera tenido para estar en el hospital —Yo practico tiro con arco, en mi antigua escuela era común que practicara eso con una amiga; hacia mucho viento ese día y la flecha que ella traía no sé cómo paso que termino en un costado de mi —señale el lugar donde me habían lastimado aun sabiendo que no podía verla, era la emoción de estar platicando, hacer gestos y movimientos con la mano—Me rompió dos costillas por la manera en que entro la flecha, dure internada dos días y nada de lo que me daban en el hospital era aceptable, no me importaba que tan mal estuviera yo quería comida decente, tenía 15 años pero afortunadamente no tengo cicatriz, viéndolo de esta manera fue divertido y muy raro —
Había muchas anécdotas de ella estando en el hospital, piernas rotas, brazos, algunas caídas que necesitaban suturas, la mayoría eran por el entrenamiento que le daba su tío, otras por algunas prácticas que hacia sola con su primo, pero esa vez fue la única que técnicamente fue un accidente, aprendió mucho de esa vez, de cómo debía entrar una flecha para poder derribar a alguien, sin querer su amiga le había enseñado algo, una de las pocas amigas que tiene fuera del colegio la cual adora. Le conto de su anécdota por pura espontaneidad, eso solo significaba una cosa ella le estaba tomando confianza al pelirrojo.
—Te digo la verdad… — sonrió sintiéndose ahora más libre de estar sentada en la misma cama donde estaba él —Eres muy agradable, una persona con la cual se puede platicar cómodamente, yo con muy pocas personas tengo confianza, es muy difícil que pueda tener esa confianza con alguien y además tan rápido — se mordió el labio suspirando y ladeando la cabeza siguió su relato —Se que la vez del invernadero no fue lo mejor… me tomo la molestia porque así soy yo, si conociera a los que chocaron contigo igual ira a visitarlos y saber que paso, me llevo bien con todos los que puedo tengo confianza con solo unos pocos — sonrió de medio lado volviendo a jugar con la sabana de la cama.
—Parece que puedes ser uno de esos pocos con quien puedo confiar —con la cabeza gacha dijo esto último, esperando no incomodar nuevamente al pelirrojo. La verdad era que Elise podía saber los nombres y gustos de aquellos que convivan con ella en el colegio, hablar con todos de un tema en común y no juzgar a nadie, bueno técnicamente a nadie que ella supiera que no es brujo o fantasma… era muy tolerante en estos casos, pero por más sociable que fuera, no solía hablar mucho de ella misma con los demás, podía ser impulsiva y agresiva, fría o insensible, pero cuando una persona le demostraba que se podía confiar en esta, ella comenzaba a hablar más de ella, a ser más ella misma, dejando la formalidad a un lado. Podía ser engañoso para muchos pero ella lo hacía para protegerse a sí misma y no salir lastimada.
—Chocolates, perfecto — sonrió casi riendo viendo el gesto que ponía al imaginar las pasas casi en su boca, pero calmo esa risa para seguir sonriendo— Nada de pasas en ellos o cualquier otra cosa que contrabandeé para ti—
Peino su cabello hacia atrás pensando si es que alguno de los chocolates que ella tenía poseían pasas, no lo recordaba, su abuela solía mandarle a ella y a su primo suministros de golosinas y algunos postres para que pudieran seguir la jornada de la escuela, que siguieran activos, que no se estresaban, su abuela era tan liberal que no dudaba que en alguno de los pastelillos que mandaba tal vez llegaría a poner marihuana en estos, era una mujer muy alocada, viva, feliz, no importaba su edad ella era quien nos consentía de más estuviera bien o mal. Mi tío Alexander terminaba molestándose con ella siempre mientras que mi abuela siempre decía “Soy una vieja con dos jóvenes nietos que necesitan saborear la vida” mi abuela era todo un personaje, si alguien llegaba a conocerme como debe ser, si me da confianza lo suficiente, podía llegar a ser tan alocada como mi abuela.
—Te voy a decir que tu probabilidad de que la gente muere de hambre y no por su enfermedad en los hospitales es verdad, por eso nadie quiere estar internado, cuando he llegado estar internada por algunos accidentes como —se puso a pensar algo que le hubiera pasado recientemente o algún accidente que hubiera tenido para estar en el hospital —Yo practico tiro con arco, en mi antigua escuela era común que practicara eso con una amiga; hacia mucho viento ese día y la flecha que ella traía no sé cómo paso que termino en un costado de mi —señale el lugar donde me habían lastimado aun sabiendo que no podía verla, era la emoción de estar platicando, hacer gestos y movimientos con la mano—Me rompió dos costillas por la manera en que entro la flecha, dure internada dos días y nada de lo que me daban en el hospital era aceptable, no me importaba que tan mal estuviera yo quería comida decente, tenía 15 años pero afortunadamente no tengo cicatriz, viéndolo de esta manera fue divertido y muy raro —
Había muchas anécdotas de ella estando en el hospital, piernas rotas, brazos, algunas caídas que necesitaban suturas, la mayoría eran por el entrenamiento que le daba su tío, otras por algunas prácticas que hacia sola con su primo, pero esa vez fue la única que técnicamente fue un accidente, aprendió mucho de esa vez, de cómo debía entrar una flecha para poder derribar a alguien, sin querer su amiga le había enseñado algo, una de las pocas amigas que tiene fuera del colegio la cual adora. Le conto de su anécdota por pura espontaneidad, eso solo significaba una cosa ella le estaba tomando confianza al pelirrojo.
—Te digo la verdad… — sonrió sintiéndose ahora más libre de estar sentada en la misma cama donde estaba él —Eres muy agradable, una persona con la cual se puede platicar cómodamente, yo con muy pocas personas tengo confianza, es muy difícil que pueda tener esa confianza con alguien y además tan rápido — se mordió el labio suspirando y ladeando la cabeza siguió su relato —Se que la vez del invernadero no fue lo mejor… me tomo la molestia porque así soy yo, si conociera a los que chocaron contigo igual ira a visitarlos y saber que paso, me llevo bien con todos los que puedo tengo confianza con solo unos pocos — sonrió de medio lado volviendo a jugar con la sabana de la cama.
—Parece que puedes ser uno de esos pocos con quien puedo confiar —con la cabeza gacha dijo esto último, esperando no incomodar nuevamente al pelirrojo. La verdad era que Elise podía saber los nombres y gustos de aquellos que convivan con ella en el colegio, hablar con todos de un tema en común y no juzgar a nadie, bueno técnicamente a nadie que ella supiera que no es brujo o fantasma… era muy tolerante en estos casos, pero por más sociable que fuera, no solía hablar mucho de ella misma con los demás, podía ser impulsiva y agresiva, fría o insensible, pero cuando una persona le demostraba que se podía confiar en esta, ella comenzaba a hablar más de ella, a ser más ella misma, dejando la formalidad a un lado. Podía ser engañoso para muchos pero ella lo hacía para protegerse a sí misma y no salir lastimada.
Elise Blackwood-
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Fecha de inscripción : 13/01/2013
Re: Un pequeño trozo de valentia [Cedric]
Se sentía extraño en esa situación y no de una mala manera, si no que le parecía curioso que estar con Elise, tan cerca, con esa confianza, tratándose de él no era normal, sin embargo se le ocurrió que lo mas seguro era que se trataba de la forma de ser de la chica, ella lo hacía sentirse así. Nunca había tenido hermanos o contacto con algún familiar que fuese de su edad, pero se imaginó que tal vez así era como se sentía sentarse a lado de tu hermana menor a platicar sobre cualquier cosa, porque ella tenía que ser la menor, a él le entraba de pronto la sensación de querer abrazarla y protegerla de cualquier cosa mala, como la amiga de las flechas que la había enviado al hospital, una anécdota que le pareció interesante pero no le gustaba la idea de ella en el hospital.
Por supuesto, Cedric también tenía un largo historial clínico, sin embargo ninguna era una historia digna de contar, más bien todo le parecía deprimente, es decir, no le deprimía pensar en ello, pero pensaba que otra persona lo consideraría triste o algo parecido, incluso la comprensible rubia a su lado, las mujeres eran muy sensibles, aunque él se encargara de añadirle su propio humor al tema el resultado era igual. Pensó mejor, tiro con arco; recordó haber tenido una flecha clavada en su mulso derecho que su abuelo le lanzó a propósito en uno de sus entrenamientos porque Cedric no hacía las cosas como el anciano quería, la mayoría de esas heridas habían sido curadas con magia, otras lo había hecho sufrir para que aprendiera la lección, un abuelo muy dulce, pensó Ced con sarcasmo.
—Cuando tenía siete años, mi padre me lanzó en la cabeza un destornillador—dijo sonriendo—no era su intención darme, pensó que lo esquivaría pero yo no lo vi, estaba distraído jugando con una cosa de metal. Tuvieron que darme unas puntadas y una paleta… esa es la única que vez que recibido algo delicioso en un hospital, era de cereza.
Llevó su mano hasta su cabello, esta vez no despeinándolo como acostumbraba hacer cada cinco minutos, se apartó los cabellos revueltos que le cubrían la frente mostrando de lado izquierdo, unos cuantos centímetros debajo del nacimiento de su cabello, una marca que estaba allí, una cicatriz que dejaba ese trocito de piel brillante y diferente al resto, él no podía verla, pero sabía que estaba allí, tal vez subconscientemente la ocultaba con su propio cabello.
—Supongo que siempre se puede sacar algo bueno y divertido de cada rara situación… —dejó caer nuevamente el pelirrojo cabello sobre su lugar—ahora me causa gracia pero en ese momento lloré como un bebé. Incluso esto tiene su lado positivo—se encogió de hombros analizándolo bien, sin creer que el accidente había tocado puntos sensibles en él, que si no fuera por su orgullo desmedido seguiría en la cama de ese hospital en posición fetal. —No hubiéramos tenido la oportunidad de “hacer las pases”, después de mi metida de pata en el invernadero. No tendría un león y admítelo, te fascina la idea de tener que contrabandear golosinas, eso de hacer cosas prohibidas a todo el mundo le gusta, les hace sentirse “malos”.
Expresó lo último en susurros como si contara algún secreto importante, algo que sólo ellos dos debían saber. Se echó a reír deliberadamente, a él también le gustaba la idea de romper las reglas, a pesar de que ya estaba metido en suficientes problemas por su escapada.
—Ya no me importa nada—dijo para sí mismo con determinación—me alegra que estés aquí, quiera el estúpido Karma o no.
Entonces, con su mano derecha, buscó la de ella en silencio, no dudaba que la chica se diera cuenta de lo que hacía, él era algo lento en eso, bastante obvio pues sus movimientos no eran rápidos o escondidos con otras acciones, no podía hacer eso pues sus manos eran la forma de encontrarse con el mundo. Cuando encontró la mano de la rubia, lo que había estado buscando, empezó a jugar con sus dedos.
Por supuesto, Cedric también tenía un largo historial clínico, sin embargo ninguna era una historia digna de contar, más bien todo le parecía deprimente, es decir, no le deprimía pensar en ello, pero pensaba que otra persona lo consideraría triste o algo parecido, incluso la comprensible rubia a su lado, las mujeres eran muy sensibles, aunque él se encargara de añadirle su propio humor al tema el resultado era igual. Pensó mejor, tiro con arco; recordó haber tenido una flecha clavada en su mulso derecho que su abuelo le lanzó a propósito en uno de sus entrenamientos porque Cedric no hacía las cosas como el anciano quería, la mayoría de esas heridas habían sido curadas con magia, otras lo había hecho sufrir para que aprendiera la lección, un abuelo muy dulce, pensó Ced con sarcasmo.
—Cuando tenía siete años, mi padre me lanzó en la cabeza un destornillador—dijo sonriendo—no era su intención darme, pensó que lo esquivaría pero yo no lo vi, estaba distraído jugando con una cosa de metal. Tuvieron que darme unas puntadas y una paleta… esa es la única que vez que recibido algo delicioso en un hospital, era de cereza.
Llevó su mano hasta su cabello, esta vez no despeinándolo como acostumbraba hacer cada cinco minutos, se apartó los cabellos revueltos que le cubrían la frente mostrando de lado izquierdo, unos cuantos centímetros debajo del nacimiento de su cabello, una marca que estaba allí, una cicatriz que dejaba ese trocito de piel brillante y diferente al resto, él no podía verla, pero sabía que estaba allí, tal vez subconscientemente la ocultaba con su propio cabello.
—Supongo que siempre se puede sacar algo bueno y divertido de cada rara situación… —dejó caer nuevamente el pelirrojo cabello sobre su lugar—ahora me causa gracia pero en ese momento lloré como un bebé. Incluso esto tiene su lado positivo—se encogió de hombros analizándolo bien, sin creer que el accidente había tocado puntos sensibles en él, que si no fuera por su orgullo desmedido seguiría en la cama de ese hospital en posición fetal. —No hubiéramos tenido la oportunidad de “hacer las pases”, después de mi metida de pata en el invernadero. No tendría un león y admítelo, te fascina la idea de tener que contrabandear golosinas, eso de hacer cosas prohibidas a todo el mundo le gusta, les hace sentirse “malos”.
Expresó lo último en susurros como si contara algún secreto importante, algo que sólo ellos dos debían saber. Se echó a reír deliberadamente, a él también le gustaba la idea de romper las reglas, a pesar de que ya estaba metido en suficientes problemas por su escapada.
—Ya no me importa nada—dijo para sí mismo con determinación—me alegra que estés aquí, quiera el estúpido Karma o no.
Entonces, con su mano derecha, buscó la de ella en silencio, no dudaba que la chica se diera cuenta de lo que hacía, él era algo lento en eso, bastante obvio pues sus movimientos no eran rápidos o escondidos con otras acciones, no podía hacer eso pues sus manos eran la forma de encontrarse con el mundo. Cuando encontró la mano de la rubia, lo que había estado buscando, empezó a jugar con sus dedos.
Cedric Di Giovanni-
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Fecha de inscripción : 08/01/2013
Re: Un pequeño trozo de valentia [Cedric]
Con mucha atención puso atención a la anécdota que contaba acerca de su accidente, en realidad era algo que le parecía cómico y sencillo de suma importancia porque era algo que tenía que ver con su padre, ella entendía lo importante que era hablar sobre tu familia, porque eran las personas que marcaban tu vida desde el principio para bien o para mal, y por lo tanto son muy significantes para ti siempre son importantes para ti, y contarlos a alguien era contar parte de tu interior, de tu ser, además de tu historia, como es que eres en realidad, aunque no pareciera muy personal para Elise eso significaba todo. Si ella contaba que tenía un primo no contaba más de ahí, no contaba sus experiencias personales, no contaba lo que hacía su abuela… no podía hacer eso era parte de su entrenamiento, protección y ahora en un par de días había contado más de ella a Cedric de lo que le había contado a sus más cercanas amistades.
La historia de Ced no le pareció algo como se debía de contar, pero era algo que quería compartir con ella y no importaba el motivo lo guardaría como lo más preciado que tenía, cuando tenía amigos eso era lo que hacía, todo lo que le decían lo guardaba, lo atesoraba y lo valoraba. Se acercó a ver la cicatriz que le mostraba, por lo que se sentó más junto a él miro con mucha atención como era que no había ningún rastro de cabello alrededor de la cicatriz, cuando fue que movió su cabello y al mismo tiempo de la cercanía se dio cuenta del aroma del pelirrojo, no podía ser su loción porque tenía ahí ya tiempo en la enfermería pero al mismo tiempo debía ser algo mas como si podría ser su aroma natural y le gusto, fue agradable, irresistiblemente agradable.
Ante su pensamiento irónico se retiró de la cercanía del chico, pero se quedó aun así sentada donde había quedado y con su rostro sonrojado solo giro un poco su rostro mirando hacia la entrada de la enfermería que estaba casi al frente de donde estaba la cama de Ced — ¿Por qué…. — de las siguientes palabras de Cedric no sabía porque cambio de que no hubieran podido hacer las paces, tal vez algo que estaba pensando lo dijo en voz alta, y para su sorpresa las últimas palabras fueron las que más le llamaron la atención. Se hizo en parte la ofendida y rio, rio de manera de que estaba feliz, cubriendo en parte su boca para calmar la risa.
— No es que me guste hacer cosas malas, pero lo prohibido es algo que te lleva al límite y la adrenalina que sientes cuando haces algo que se supone no debiste hacer eso es lo interesante para mí de romper las reglas —aunque lo hubiera dicho como un secreto eso le entendió en broma, creía que estaba entendiendo como era que bromeaba él en realidad por lo que le agradaba mucho poder comenzar a entenderlo, verdaderamente quería ser su amiga y que él fuera su amigo, que tuvieran una relación así de esa manera, divertida, espontanea, además de que no tenía muchos amigos hombres en realidad, seria tal vez el primero después de su primo.
Sintió que él movía la mano por la cama como si buscara algo, y volteo a verlo hasta que llego a su mano derecha y comenzó a jugar con los dedos de su mano, entrelazando ambas, el tacto entre ambos fue agradable, delicado, y muy armónico para ella. No movió su mano, al contrario le dio total libertad de que hiciera aquello y siguió el movimiento en sus dedos conforme él jugaba. — ¿Cuándo sales de la enfermería? — pregunto la rubia mirándolo directo a los ojos con una media sonrisa en su rostro — Porque me gustaría llevarte a un lugar especial, no sé si el karma quiere o no que vayas, pero yo si quiero que me acompañes —
Ya quería que saliera de la enfermería para poder moverse a otros lados, claro ella iba a seguir yendo a visitarlo y mandándole cosas con chocolate, su abuela le había mandado recién unos pastelillos y se los regalaría al pelirrojo, sabía que le encantarían, no tenían pasas eso si estaba segura. Quería llevarlo a la azotea a que sintiera el amanecer, que sintiera el viento en su rostro y en su cabello, ir a la torre más alta del castillo era tan emocionante para ella que sabía que podría gustarle a Cedric, si se había salido de la escuela y hacer cosas malas claro que querría ir a la azotea — Es un lugar que nosotros como estudiantes no podemos ir pero aun así yo acudo ahí, sé que a ti también te gusta romper las reglas ¿Qué dices? — sostuvo con un poco de fuerza su mano sin lastimarlo para animarlo y sonrió con entusiasmo igual.
La historia de Ced no le pareció algo como se debía de contar, pero era algo que quería compartir con ella y no importaba el motivo lo guardaría como lo más preciado que tenía, cuando tenía amigos eso era lo que hacía, todo lo que le decían lo guardaba, lo atesoraba y lo valoraba. Se acercó a ver la cicatriz que le mostraba, por lo que se sentó más junto a él miro con mucha atención como era que no había ningún rastro de cabello alrededor de la cicatriz, cuando fue que movió su cabello y al mismo tiempo de la cercanía se dio cuenta del aroma del pelirrojo, no podía ser su loción porque tenía ahí ya tiempo en la enfermería pero al mismo tiempo debía ser algo mas como si podría ser su aroma natural y le gusto, fue agradable, irresistiblemente agradable.
Ante su pensamiento irónico se retiró de la cercanía del chico, pero se quedó aun así sentada donde había quedado y con su rostro sonrojado solo giro un poco su rostro mirando hacia la entrada de la enfermería que estaba casi al frente de donde estaba la cama de Ced — ¿Por qué…. — de las siguientes palabras de Cedric no sabía porque cambio de que no hubieran podido hacer las paces, tal vez algo que estaba pensando lo dijo en voz alta, y para su sorpresa las últimas palabras fueron las que más le llamaron la atención. Se hizo en parte la ofendida y rio, rio de manera de que estaba feliz, cubriendo en parte su boca para calmar la risa.
— No es que me guste hacer cosas malas, pero lo prohibido es algo que te lleva al límite y la adrenalina que sientes cuando haces algo que se supone no debiste hacer eso es lo interesante para mí de romper las reglas —aunque lo hubiera dicho como un secreto eso le entendió en broma, creía que estaba entendiendo como era que bromeaba él en realidad por lo que le agradaba mucho poder comenzar a entenderlo, verdaderamente quería ser su amiga y que él fuera su amigo, que tuvieran una relación así de esa manera, divertida, espontanea, además de que no tenía muchos amigos hombres en realidad, seria tal vez el primero después de su primo.
Sintió que él movía la mano por la cama como si buscara algo, y volteo a verlo hasta que llego a su mano derecha y comenzó a jugar con los dedos de su mano, entrelazando ambas, el tacto entre ambos fue agradable, delicado, y muy armónico para ella. No movió su mano, al contrario le dio total libertad de que hiciera aquello y siguió el movimiento en sus dedos conforme él jugaba. — ¿Cuándo sales de la enfermería? — pregunto la rubia mirándolo directo a los ojos con una media sonrisa en su rostro — Porque me gustaría llevarte a un lugar especial, no sé si el karma quiere o no que vayas, pero yo si quiero que me acompañes —
Ya quería que saliera de la enfermería para poder moverse a otros lados, claro ella iba a seguir yendo a visitarlo y mandándole cosas con chocolate, su abuela le había mandado recién unos pastelillos y se los regalaría al pelirrojo, sabía que le encantarían, no tenían pasas eso si estaba segura. Quería llevarlo a la azotea a que sintiera el amanecer, que sintiera el viento en su rostro y en su cabello, ir a la torre más alta del castillo era tan emocionante para ella que sabía que podría gustarle a Cedric, si se había salido de la escuela y hacer cosas malas claro que querría ir a la azotea — Es un lugar que nosotros como estudiantes no podemos ir pero aun así yo acudo ahí, sé que a ti también te gusta romper las reglas ¿Qué dices? — sostuvo con un poco de fuerza su mano sin lastimarlo para animarlo y sonrió con entusiasmo igual.
Elise Blackwood-
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Re: Un pequeño trozo de valentia [Cedric]
Se dio cuenta cuando se acercó más a él porque pudo percibir su aroma con mayor claridad que antes; Cedric se dio cuenta de que de verdad le gustaba el perfume de Elise en demasía era un aroma suave y femenino, su cabello también olía bien, lo tuvo cerca de su nariz pues sintió el cosquilleo en su cara y ese aroma a chica, aunque no sabría definir bien lo que era, pero le gustaba. Sonrió y se relajó una vez que ella se alejó, sin embargo aún había quedado impregnado su aroma, o tal vez sólo se había quedado grabado en su mente con tal claridad que no podía disiparse con simple facilidad.
Normalmente repelía la cercanía humana porque las personas solían bañarse en perfumes que no siempre eran de su agrado, su instinto olfativo estaba lo suficientemente desarrollado a falta de su vista, le ayudaba a distinguir personas, comida, objetos, incluso lugares, era raro porque antaño ni siquiera se había preocupado por eso.
La risa de la chica logró contagiarle de manera espontánea. Aquella situación era muy diferente a muchas que había tenido con otras chicas, tal vez porque antes lo único que le importaba al momento de estar con alguien del sexo opuesto, era mirar sus pecho, sus piernas y pensar en la hora de llevársela a la cama mientras ella hablaba y hablaba y seguía hablando de cosas que él realmente nunca prestaba atención.
—Si lo ves por un lado… no estás haciendo nada malo, ¿es caridad hacia mí? —esbozó una sonrisita inocente, que le hizo parecer un niño pequeño.
Ahora, era distinto, desde que había llegado a St. Edward’s College había conocido a algunas chicas, no obstante de manera bastante superficial, comparado con lo que estaba sucediendo ahora con Elise, conocía a Alelí, a Vera, Abrielle… pero no había tenido la oportunidad de hablar sobre gustos, de bromear con espontaneidad, de decir cosas sobre sí mismo, no como para decir que eran su amigas (usando ese término con verdadera seriedad); se sentía bien tener una amiga en esos términos, sin pensar en el momento en que se iba a acostar con ella, y la forma de quitársela de encima después, había aprendido a respetar a las chicas. Se sintió agradecido de que ella le dejara dejar su mano allí, sin mal interpretarlo o alejarlo, ni siquiera mencionó nada al respecto, y le pareció de buen gusto porque no habría sabido responder porque lo hacía, si lo pensaba bien, llegaba a la conclusión de que sólo había sentido la necesidad de hacerlo y ya.
—En un par de días—contestó esperanzado—si no suplicaré a la enfermera, de verdad estoy bien; ya le prometí que no me quitaría esto—señaló el cuello ortopédico que le fastidiaba tanto—y sabes… tampoco me importa si el karma quiere o no, iré contigo.
Se sintió completamente entusiasmado con la idea de dejar la enfermería cuanto antes, contaría las horas ahora que tenía una razón mas para irse de allí, quería conocer el lugar que Elise tenía que mostrarle, notaba en la voz de la rubia una excitación que le hacía imaginarse un lugar verdaderamente genial.
—Quiero ir… sobre todo si no podemos ir. —su sonrisa se volvió maliciosa. Estaba metido en problemas y no le importaba meterse en otros más—supongo que si te pregunto más específicamente no me dirás ¿lo mantendrás como sorpresa?
Le devolvió el apretón de manera cariñosa, sentía un infinito aprecio por esa chica que sin darse cuenta le estaba devolviendo las ganas de hacer cosas que antes se frenaba a sí mismo con “no puedo”, tenía que compensarla de alguna manera, ya se le ocurriría algo bueno, pero tenía que pensar bien.
Normalmente repelía la cercanía humana porque las personas solían bañarse en perfumes que no siempre eran de su agrado, su instinto olfativo estaba lo suficientemente desarrollado a falta de su vista, le ayudaba a distinguir personas, comida, objetos, incluso lugares, era raro porque antaño ni siquiera se había preocupado por eso.
La risa de la chica logró contagiarle de manera espontánea. Aquella situación era muy diferente a muchas que había tenido con otras chicas, tal vez porque antes lo único que le importaba al momento de estar con alguien del sexo opuesto, era mirar sus pecho, sus piernas y pensar en la hora de llevársela a la cama mientras ella hablaba y hablaba y seguía hablando de cosas que él realmente nunca prestaba atención.
—Si lo ves por un lado… no estás haciendo nada malo, ¿es caridad hacia mí? —esbozó una sonrisita inocente, que le hizo parecer un niño pequeño.
Ahora, era distinto, desde que había llegado a St. Edward’s College había conocido a algunas chicas, no obstante de manera bastante superficial, comparado con lo que estaba sucediendo ahora con Elise, conocía a Alelí, a Vera, Abrielle… pero no había tenido la oportunidad de hablar sobre gustos, de bromear con espontaneidad, de decir cosas sobre sí mismo, no como para decir que eran su amigas (usando ese término con verdadera seriedad); se sentía bien tener una amiga en esos términos, sin pensar en el momento en que se iba a acostar con ella, y la forma de quitársela de encima después, había aprendido a respetar a las chicas. Se sintió agradecido de que ella le dejara dejar su mano allí, sin mal interpretarlo o alejarlo, ni siquiera mencionó nada al respecto, y le pareció de buen gusto porque no habría sabido responder porque lo hacía, si lo pensaba bien, llegaba a la conclusión de que sólo había sentido la necesidad de hacerlo y ya.
—En un par de días—contestó esperanzado—si no suplicaré a la enfermera, de verdad estoy bien; ya le prometí que no me quitaría esto—señaló el cuello ortopédico que le fastidiaba tanto—y sabes… tampoco me importa si el karma quiere o no, iré contigo.
Se sintió completamente entusiasmado con la idea de dejar la enfermería cuanto antes, contaría las horas ahora que tenía una razón mas para irse de allí, quería conocer el lugar que Elise tenía que mostrarle, notaba en la voz de la rubia una excitación que le hacía imaginarse un lugar verdaderamente genial.
—Quiero ir… sobre todo si no podemos ir. —su sonrisa se volvió maliciosa. Estaba metido en problemas y no le importaba meterse en otros más—supongo que si te pregunto más específicamente no me dirás ¿lo mantendrás como sorpresa?
Le devolvió el apretón de manera cariñosa, sentía un infinito aprecio por esa chica que sin darse cuenta le estaba devolviendo las ganas de hacer cosas que antes se frenaba a sí mismo con “no puedo”, tenía que compensarla de alguna manera, ya se le ocurriría algo bueno, pero tenía que pensar bien.
Cedric Di Giovanni-
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Re: Un pequeño trozo de valentia [Cedric]
Negó con la cabeza divertida por todo lo que decían, sabía que no era algo muy gracioso pero era singularmente encantador, en verdad que sí lo era para ella, no esperaba mucho y sentía que recibía demasiado del pelirrojo, sin quererlo, sin siquiera desearlo él le estaba dando algo que pocas veces lograba encontrar, esa confianza de poder estar con alguien como un amigo, y más en un chico, igual en las mujeres no podía tener esa facilidad de confiar pero más en un chico, le encontraban fría, rara e insípida para seguir una conversación, pero era algo que había cambiado Cedric de cómo hablar, parecía que era más fácil porque no veía sus expresiones faciales, podía decir varias cosas sin tener problemas de que le juzgara, y algo muy importante, no creía en la magia por lo que eso hacía más fácil poder confiar en él. Ser normal…
—No necesitas mucha caridad de mi parte, solo suerte porque no te traiga nada con pasas —bromeo acerca de eso ya que no le gustaban las pasas como claramente había dicho, saco su lengua y rio haciendo una mueca—Me portare mal por caridad a ti sin nada de pasas, lo prometo —
Su pequeña broma término con una promesa, que cumpliría con mucho gusto, aun sin soltar su mano se mantuvo así viendo como él seguía jugando con sus dedos, moviéndolos, y ella hacia lo mismo, no era molesto, era una manera de interacción para él una muy linda, había visto eso en amigos y en parejas que se tomaban de la mano y jugaban entre esa, ella lo había hecho algunas veces con su primo y una que otra amiga, pero no con un chico, era extraño de decir pero no sabía si realmente era así como debía de ser una amistad con un chico, su primo era normal porque era su primo, pero él era… era… familia así que era normal ¿verdad?
Desde la pubertad fue que no pudo contar más todo aquello de su familia, fue cuando se escudó de la sociedad y no pudo compartir tantas cosas como le hubiera gustado, como las personas que no tenían nada que ver con la magia, primero la paranoia de ver quien sí y quien no era brujo, luego en quien podía confiar, quien era cazador, quien no lo era, fantasmas… tantas leyendas que eran ciertas, y a un cierto punto todo se conectaba, estudiar tantas cosas de magia para saber defenderse sin practicarla, saber hechizos, signos, monogramas, todo… y que tu mente sol oeste pensando en eso, llegar a un punto en que crees que estás loca, pero al momento de volver a la realidad no hay mas oportunidad que seguir adelante con la cabeza en alto, con un poco de tu mente un poco dañada e intentando ser normal.
Cada quien tiene sus propios errores, sus propios traumas, sus propios miedos, y el de ella llevaba a la magia, a sus padres muertos y en que no podía llegar a confiar en nadie por lo mismo, por consecuente no podía llegar a la realidad y ser normal, estaba como en el limbo. En ocasiones llegaba a sentir que estaba como en el cuento de Hansel y Gretel, junto con mi primo, con el entrenamiento, como si tuviera que meter a la bruja en el horno y regresar con las migajas de pan a casa… —Lo voy a tener como sorpresa por el momento, solo es un lugar especial para mí, quiero compartirlo contigo sé que te gustara lo único que temo ahora es que te caigas de ahí por tratar de ver si puedes hacer algo increíblemente impresionante y valiente — se relamió los labios pensando que quería ver si se podría colgar de la azotea o pasar el límite de ahí, no porque no supiera por donde iba si no por saber que más podía hacer.
Su celular sonó en ese momento, era su alerta de mensajes de texto y al instante saco el celular de su bolcillo trasero y vio que se trataba de su tío, no era bueno ya que pedía que le llamara en cuanto pudiera, tenía que contactar también a Ian en ese entonces, debía de irse desafortunadamente—Tengo que… irme Ced… acabo de recibir un mensaje de mi tío y debo llamarlo —le acaricia la mano con el pulgar y luego le suelta levantándose de la cama—Mañana vengo a verte y con tus chocolates, nos vemos mañana entones — Se fue alejando para irse caminando de espaldas—Adiós ¿seguro no quieres nada más antes de irme? —
—No necesitas mucha caridad de mi parte, solo suerte porque no te traiga nada con pasas —bromeo acerca de eso ya que no le gustaban las pasas como claramente había dicho, saco su lengua y rio haciendo una mueca—Me portare mal por caridad a ti sin nada de pasas, lo prometo —
Su pequeña broma término con una promesa, que cumpliría con mucho gusto, aun sin soltar su mano se mantuvo así viendo como él seguía jugando con sus dedos, moviéndolos, y ella hacia lo mismo, no era molesto, era una manera de interacción para él una muy linda, había visto eso en amigos y en parejas que se tomaban de la mano y jugaban entre esa, ella lo había hecho algunas veces con su primo y una que otra amiga, pero no con un chico, era extraño de decir pero no sabía si realmente era así como debía de ser una amistad con un chico, su primo era normal porque era su primo, pero él era… era… familia así que era normal ¿verdad?
Desde la pubertad fue que no pudo contar más todo aquello de su familia, fue cuando se escudó de la sociedad y no pudo compartir tantas cosas como le hubiera gustado, como las personas que no tenían nada que ver con la magia, primero la paranoia de ver quien sí y quien no era brujo, luego en quien podía confiar, quien era cazador, quien no lo era, fantasmas… tantas leyendas que eran ciertas, y a un cierto punto todo se conectaba, estudiar tantas cosas de magia para saber defenderse sin practicarla, saber hechizos, signos, monogramas, todo… y que tu mente sol oeste pensando en eso, llegar a un punto en que crees que estás loca, pero al momento de volver a la realidad no hay mas oportunidad que seguir adelante con la cabeza en alto, con un poco de tu mente un poco dañada e intentando ser normal.
Cada quien tiene sus propios errores, sus propios traumas, sus propios miedos, y el de ella llevaba a la magia, a sus padres muertos y en que no podía llegar a confiar en nadie por lo mismo, por consecuente no podía llegar a la realidad y ser normal, estaba como en el limbo. En ocasiones llegaba a sentir que estaba como en el cuento de Hansel y Gretel, junto con mi primo, con el entrenamiento, como si tuviera que meter a la bruja en el horno y regresar con las migajas de pan a casa… —Lo voy a tener como sorpresa por el momento, solo es un lugar especial para mí, quiero compartirlo contigo sé que te gustara lo único que temo ahora es que te caigas de ahí por tratar de ver si puedes hacer algo increíblemente impresionante y valiente — se relamió los labios pensando que quería ver si se podría colgar de la azotea o pasar el límite de ahí, no porque no supiera por donde iba si no por saber que más podía hacer.
Su celular sonó en ese momento, era su alerta de mensajes de texto y al instante saco el celular de su bolcillo trasero y vio que se trataba de su tío, no era bueno ya que pedía que le llamara en cuanto pudiera, tenía que contactar también a Ian en ese entonces, debía de irse desafortunadamente—Tengo que… irme Ced… acabo de recibir un mensaje de mi tío y debo llamarlo —le acaricia la mano con el pulgar y luego le suelta levantándose de la cama—Mañana vengo a verte y con tus chocolates, nos vemos mañana entones — Se fue alejando para irse caminando de espaldas—Adiós ¿seguro no quieres nada más antes de irme? —
Elise Blackwood-
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Fecha de inscripción : 13/01/2013
Re: Un pequeño trozo de valentia [Cedric]
Aquella tarde había sido completamente lo contrario a lo que había imaginado, Elise había vuelto su tortuoso momento en la enfermería algo agradable, obviamente no había cambiado de opinión con respecto a quedarse allí a pesar de que le había prometido la chica ir a visitarle constantemente y llevarle de contrabando las cosas que mas le gustaba. Se sentía como un niño pequeño siendo mimado, y no le gustaba que lo mimaran o que hicieran cosas por él, pero como rechazar a la chica si eso la traía con el pretexto de volver, quería estar con ella, de pronto nacía en él un curioso deseo de conocerla cada vez más, los diversos aspectos de su vida, sus gustos o lo que le disgustaba, lo que la hacía feliz y también lo que la hacía enojar, pues a pesar de que la chica había sido amable con él todo el tiempo, nunca descartaba que las personas podían tener un lado que pocas veces mostraban a los demás y salía a flote cuando había sentimientos de ira, enojo, incluso de odio.
Esperaba que Elise tuviera en algún momento la confianza suficiente en él, así como también él en ella, porque después de todo, lo que le había contado a la rubia habían sido cosas completamente superficiales sobre sí, cosas que no llegaban a los momentos mas profundos de su vida, a pesar de que había dicho bastantes cosas de él, no había mostrado mucho de su persona, pero él quería, quería que ella le conociera… incluso podía volverse su confidente, pensó el… ¿Qué pensaría ella si le contara de la palabra con M y lo que era? Decirle que de verdad era un brujo, no como el que había aparentado ser en el invernadero (sádico y asesino), si no uno que aún no encontraba su sitio, o uno que ni siquiera quería ser… era complicado.
—No me gustan las sorpresas—confesó torciendo el gesto. Las odiaba, era como… ir a ciegas por el mundo, literalmente; era como volver al principio de todo, porque sentía la ansiedad de no saber que sucedía a su alrededor, pero, confiaría en ella —pero… tendré paciencia y no haré preguntas…
Sonrió para sí mismo al sentir el tacto suave de la chica en el dorso de su mano. Su mente empezó a divagar en el pasado, en el presente y en el futuro, todo al mismo tiempo hasta que sus ideas se cortaron cuando un ruido musical salió de la nada.
Un teléfono celular, el teléfono celular de Elise, para ser exactos y entonces ella dijo que tenía que marcharse; Cedric lamentó en su fuero interno que ella tuviera que irse, pero tampoco se iba a poner como un niño pequeño por algo así, estaba agradecido de que hubiera ido… en todo casó, pensó, no se quedaba solo, ahora tenía al león consigo, y se lo había regalado ella, sería como si su presencia siguiera allí aún después de haberse ido. Sacudió ligeramente la cabeza para sacar esos ridículos y cursis pensamientos, no entendía que le pasaba de pronto con Elise, es decir, desde cuando esas tonterías pasaban por su cabeza.
—Descuida, estaré bien... estoy seguro de que no moriré… tengo que comprobar que he corrompido otra alma a hacer cosas prohibidas—rió ligeramente. —Au revoir, Elise. Merci pour el obsequio y por venir.
Cuando pensó que ella ya se había ido tomó el peluche y se recostó boca arriba abrazándolo…
Esperaba que Elise tuviera en algún momento la confianza suficiente en él, así como también él en ella, porque después de todo, lo que le había contado a la rubia habían sido cosas completamente superficiales sobre sí, cosas que no llegaban a los momentos mas profundos de su vida, a pesar de que había dicho bastantes cosas de él, no había mostrado mucho de su persona, pero él quería, quería que ella le conociera… incluso podía volverse su confidente, pensó el… ¿Qué pensaría ella si le contara de la palabra con M y lo que era? Decirle que de verdad era un brujo, no como el que había aparentado ser en el invernadero (sádico y asesino), si no uno que aún no encontraba su sitio, o uno que ni siquiera quería ser… era complicado.
—No me gustan las sorpresas—confesó torciendo el gesto. Las odiaba, era como… ir a ciegas por el mundo, literalmente; era como volver al principio de todo, porque sentía la ansiedad de no saber que sucedía a su alrededor, pero, confiaría en ella —pero… tendré paciencia y no haré preguntas…
Sonrió para sí mismo al sentir el tacto suave de la chica en el dorso de su mano. Su mente empezó a divagar en el pasado, en el presente y en el futuro, todo al mismo tiempo hasta que sus ideas se cortaron cuando un ruido musical salió de la nada.
Un teléfono celular, el teléfono celular de Elise, para ser exactos y entonces ella dijo que tenía que marcharse; Cedric lamentó en su fuero interno que ella tuviera que irse, pero tampoco se iba a poner como un niño pequeño por algo así, estaba agradecido de que hubiera ido… en todo casó, pensó, no se quedaba solo, ahora tenía al león consigo, y se lo había regalado ella, sería como si su presencia siguiera allí aún después de haberse ido. Sacudió ligeramente la cabeza para sacar esos ridículos y cursis pensamientos, no entendía que le pasaba de pronto con Elise, es decir, desde cuando esas tonterías pasaban por su cabeza.
—Descuida, estaré bien... estoy seguro de que no moriré… tengo que comprobar que he corrompido otra alma a hacer cosas prohibidas—rió ligeramente. —Au revoir, Elise. Merci pour el obsequio y por venir.
Cuando pensó que ella ya se había ido tomó el peluche y se recostó boca arriba abrazándolo…
Cedric Di Giovanni-
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