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Muestrame como eres [Cedric]
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St. Edward's College :: :: Cuarto piso :: Ático
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Muestrame como eres [Cedric]
Lo que motivaba el sentimiento de seguir en movimiento, era la maravilla con que podías ver en ese momento en que ponías tu cuerpo en acción para hacer que ese movimiento fuera satisfactorio. Era algo que yo siempre hacia, me movía por todos los lados posibles, hacia lo que estuviera en mi alcance para ver lo mejor de este mundo, que eran miles de cosas en la opinión de la rubia. Había aprendido a apreciar cada momento en cualquier dimensión posible, en el instante que fuera siempre había algo que le llenaba de paz y de felicidad ver u observar, aprender y comparar cada cosa que había en su entorno, eso aunque jamás lo iba a admitir abiertamente, tal vez inconscientemente, pero eso si era magia, era lo realmente mágico que había en el mundo. No como aquellos “brujos” que jugaban con lo aprendido y hacían todo lo malo en perjudicar a la naturaleza y jugaban con los hechizos… esa era su opinión que nadie iba a saber por supuesto solo iba a seguir con su vida y cumpliría con la promesa que le había hecho a Cedric de llevarle chocolates y dulces, cosa que hizo y al mismo tiempo iba a llevarlo a la azotea. Era su sorpresa para que pudiera sentir el peligro de andar por otras partes en el mismo edificio de la escuela, no esperaba realmente que le gustara, no podría ver el amanecer eso lo sabía, pero podía sentirlo y el hecho de solo sentirlo en la piel era maravilloso; además tenía más cosas planeadas por hacer, después de eso quería ir a Wickford, solo a pasear, había pedido ya permiso para salir del colegio con algunas cuantas trabas por parte del director por lo que había pasado anteriormente, pero al final de cuentas cedió y quería pensar que era por los argumentos que le había dado. Aun así era una prueba para ambos para demostrar que no habría mas problemas, cosa que iba a pasar si era que Cedric quería meterse en esos problemas, pasaría. Pero mientras…
Se levanto media hora más temprano de lo que solía para ir a caminar, para estar lista e ir a sacar al pelirrojo de su cama sin que nadie se diera cuenta, se iba a meter mas ella en problemas al hacer esto a escondidas que lo que podrían llegar a hacer fuera de la escuela, pero era parte de la sorpresa, así que se ducho rápidamente para salir cambiarse con un pantalón de mezclilla, sus botas estilo militar, una blusa blanca y una chamarra para poder soportar el frio que pueda estar haciendo, o que nevara o en su defecto lloviera. Tomo su celular, dinero, sus credenciales y los puso en su bolso que llevara de su hombro y tendría más movimiento ya que era un bolso pequeño mejor conocido como mariconera y dejando a su compañera de habitación dormida salió rumbo a la parte de los dormitorios de los chicos. Ya había buscado cual dormitorio le pertenecía a Cedric el problema era su compañero de habitación, así que tendría que ser muy cuidadosa. Llego a la habitación 04, abrió la puerta girando la perilla con mucho cuidado y no hizo ningún ruido, dejo la puerta entrecerrada, y camino entre la habitación buscando cual era la cama del pelirrojo, había mucha ropa tirada por el suelo y no quería pisarla, libros, cosas. Llego al lado de la cama de Cedirc y se agacho a la altura de esta, miro como era que dormía su amigo y sonrió, debía despertarlo aun si no quería, ya había dormido demasiado en la enfermería durante la semana que estuvo ahí así que era momento de despertarlo.
—Ced… —llamo una vez con una vos muy baja para que solo él pudiera escucharlo y no su compañero de habitación—Ced despierta… soy Elise — volvió a llamarlo, y se sentó en el suelo de manera que si llegaba a despertarse, Nath…Nathan… algo así se llamaba el compañero de habitación de Di Giovanni, no la viera porque estaba la cama tapando la visión de esta misma—Despierta Ced, hoy vamos a hacer muchas cosas divertidas… arriba —hizo una mueca esperando que se despertara y miro alrededor de la habitación. Veía muy poco en si de lo que estaba obscuro pero la luz que entraba le dejaba ver algunas cosas peculiares de la habitación, una de ellas fue el león que ella le había regalado, estaba al borde de la cama, sonrió, sintiéndose muy feliz de ver al león.
—Ced… esto no es un sueño, despierta ya vamos a romper las reglas —espero a que por fin se despertara con eso y pudiera salir sin problemas de ahí, que aun no empezaba su día divertido por hacer, tomo el león y lo puso justo en el rostro de Ced para que las cosquillas que hacia con su melena roja le despertara.
Se levanto media hora más temprano de lo que solía para ir a caminar, para estar lista e ir a sacar al pelirrojo de su cama sin que nadie se diera cuenta, se iba a meter mas ella en problemas al hacer esto a escondidas que lo que podrían llegar a hacer fuera de la escuela, pero era parte de la sorpresa, así que se ducho rápidamente para salir cambiarse con un pantalón de mezclilla, sus botas estilo militar, una blusa blanca y una chamarra para poder soportar el frio que pueda estar haciendo, o que nevara o en su defecto lloviera. Tomo su celular, dinero, sus credenciales y los puso en su bolso que llevara de su hombro y tendría más movimiento ya que era un bolso pequeño mejor conocido como mariconera y dejando a su compañera de habitación dormida salió rumbo a la parte de los dormitorios de los chicos. Ya había buscado cual dormitorio le pertenecía a Cedric el problema era su compañero de habitación, así que tendría que ser muy cuidadosa. Llego a la habitación 04, abrió la puerta girando la perilla con mucho cuidado y no hizo ningún ruido, dejo la puerta entrecerrada, y camino entre la habitación buscando cual era la cama del pelirrojo, había mucha ropa tirada por el suelo y no quería pisarla, libros, cosas. Llego al lado de la cama de Cedirc y se agacho a la altura de esta, miro como era que dormía su amigo y sonrió, debía despertarlo aun si no quería, ya había dormido demasiado en la enfermería durante la semana que estuvo ahí así que era momento de despertarlo.
—Ced… —llamo una vez con una vos muy baja para que solo él pudiera escucharlo y no su compañero de habitación—Ced despierta… soy Elise — volvió a llamarlo, y se sentó en el suelo de manera que si llegaba a despertarse, Nath…Nathan… algo así se llamaba el compañero de habitación de Di Giovanni, no la viera porque estaba la cama tapando la visión de esta misma—Despierta Ced, hoy vamos a hacer muchas cosas divertidas… arriba —hizo una mueca esperando que se despertara y miro alrededor de la habitación. Veía muy poco en si de lo que estaba obscuro pero la luz que entraba le dejaba ver algunas cosas peculiares de la habitación, una de ellas fue el león que ella le había regalado, estaba al borde de la cama, sonrió, sintiéndose muy feliz de ver al león.
—Ced… esto no es un sueño, despierta ya vamos a romper las reglas —espero a que por fin se despertara con eso y pudiera salir sin problemas de ahí, que aun no empezaba su día divertido por hacer, tomo el león y lo puso justo en el rostro de Ced para que las cosquillas que hacia con su melena roja le despertara.
Elise Blackwood-
Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 13/01/2013
Re: Muestrame como eres [Cedric]
Dormía, presa de algunos sueños extraños que cuando despertaba no lograba descifrar, curiosas imágenes de su inconsciente que a veces se tornaban como pesadillas y lograban perturbarle mientras descansaba… así era cada noche. Se dormía con la esperanza de que la noche fuera tranquila, se despertaba a mitad de la noche y se volvía a dormir cuando de verdad estaba tan exhausto para mantener los ojos abiertos; pero cuando su despertador sonaba, allí estaba él como si nada hubiera pasado porque no iba a decirle a alguien o incluso a decirlo en voz alta, ni siquiera a Natlian… quien probablemente le habría escuchado hablar en algunas ocasiones mientras dormía, aunque la última semana la había pasado en la enfermería y recién había salido. El cambio era agradable, no se había dado cuenta de lo mucho que extrañaba lo que él llamaba “el mundo real”, lo único bueno de aquella situación era que había estrechado su amistad con la chica del invernadero, Elise. De pronto la rubia se había vuelto su amiga y no era por los pastelillos y chocolates que le regalaba, la chica en serio de agradaba, le hacía sentir diferente, por decirlo de alguna manera.
Tenía que admitir que una parte de él pensaba que el estar con Elise a diario terminaría ahora que ya no estaba en la enfermería, aunque ella le había prometido llevarlo a su misterioso lugar secreto. No importaba como o donde, él quería la compañía de la chica, hablar con ella o lo que fuese, la pasaba bien cuando estaba con ella, aunque Natlian repentinamente mostrara sus curiosos celos. No se iba a poner a comparar a uno con el otro, ambos eran sus amigos, pero… de diferente manera, no tenía idea como describirlo, sólo lo sabía.
Y, entonces entre su profundo sueño escuchó su voz (debía estar más que obsesionado con ella, pensó de forma inconsciente), no supo si estaba dormido aún o despierto, pero ella le decía que despertara; hizo una mueca y se giró hacia el lado contrario, nunca había sido muy bueno para madrugar, estar en St. Edward’s suponía un gran sacrificio para llegar a clases temprano, además, aún no había escuchado su alarma sonar y era fin de semana, por supuesto. Volvió a escucharla y sonrió pero no abrió los ojos… romper las reglas, eso le gustaba; murmuró algo inentendible tratando de seguir durmiendo pero entonces sintió en su rostro un cosquilleo que no pudo ignorar, le picaba la nariz, se llevó la mano a la cara y encontró algo suave y peludo, por instinto, alarmado abrió los ojos y se alejó un poco.
— ¿Qu’est-ce…? ¿Elise? —Preguntó somnoliento, el aroma de su perfume era inconfundible ya para él, igual que su voz—Je… em… ¿Podrías esperar afuera para vestirme…?
Afortunadamente era invierno y dormía vestido, se dijo ligeramente aliviado, hubiera muerto de vergüenza si ella lo hubiese visto en tales condiciones… aunque él nunca habría pensado que la chica tuviera el atrevimiento de entrar a las habitaciones de los chicos, lo cual se suponía era prohibido. Se apartó algunos cabellos de la cara y espero a que saliera para levantarse aunque en su interior un pequeño demonio le decía que volviera a dormir. Tomó ropa, lo primero que encontró en su armario y se duchó lo más rápido que pudo; poco después salió aún adormilado.
—Hola, perdón por hacerte esperar… ¿Qué hora… e-es? —lanzó un largo bostezo, se restregó los ojos con una mano y luego desordenó sus cabellos aún húmedos. — ¿Estaba soñando o dijiste algo de romper las reglas?
Tenía que admitir que una parte de él pensaba que el estar con Elise a diario terminaría ahora que ya no estaba en la enfermería, aunque ella le había prometido llevarlo a su misterioso lugar secreto. No importaba como o donde, él quería la compañía de la chica, hablar con ella o lo que fuese, la pasaba bien cuando estaba con ella, aunque Natlian repentinamente mostrara sus curiosos celos. No se iba a poner a comparar a uno con el otro, ambos eran sus amigos, pero… de diferente manera, no tenía idea como describirlo, sólo lo sabía.
Y, entonces entre su profundo sueño escuchó su voz (debía estar más que obsesionado con ella, pensó de forma inconsciente), no supo si estaba dormido aún o despierto, pero ella le decía que despertara; hizo una mueca y se giró hacia el lado contrario, nunca había sido muy bueno para madrugar, estar en St. Edward’s suponía un gran sacrificio para llegar a clases temprano, además, aún no había escuchado su alarma sonar y era fin de semana, por supuesto. Volvió a escucharla y sonrió pero no abrió los ojos… romper las reglas, eso le gustaba; murmuró algo inentendible tratando de seguir durmiendo pero entonces sintió en su rostro un cosquilleo que no pudo ignorar, le picaba la nariz, se llevó la mano a la cara y encontró algo suave y peludo, por instinto, alarmado abrió los ojos y se alejó un poco.
— ¿Qu’est-ce…? ¿Elise? —Preguntó somnoliento, el aroma de su perfume era inconfundible ya para él, igual que su voz—Je… em… ¿Podrías esperar afuera para vestirme…?
Afortunadamente era invierno y dormía vestido, se dijo ligeramente aliviado, hubiera muerto de vergüenza si ella lo hubiese visto en tales condiciones… aunque él nunca habría pensado que la chica tuviera el atrevimiento de entrar a las habitaciones de los chicos, lo cual se suponía era prohibido. Se apartó algunos cabellos de la cara y espero a que saliera para levantarse aunque en su interior un pequeño demonio le decía que volviera a dormir. Tomó ropa, lo primero que encontró en su armario y se duchó lo más rápido que pudo; poco después salió aún adormilado.
—Hola, perdón por hacerte esperar… ¿Qué hora… e-es? —lanzó un largo bostezo, se restregó los ojos con una mano y luego desordenó sus cabellos aún húmedos. — ¿Estaba soñando o dijiste algo de romper las reglas?
Cedric Di Giovanni-
Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 08/01/2013
Re: Muestrame como eres [Cedric]
Después de un rato lo escucho murmurar algo, y le hablo en francés, sonrió y dejo el león a un lado sentándose por completo en el suelo viéndolo adormilado y como medio se levantaba y se quedaba desconcertado por lo que estaba pasando, no eran ni las 5:30 y ella ya estaba molestándolo, después de toda una semana en la enfermería y no lo dejaba en paz, podría parecer acoso pero solo era su manera de demostrarle que quería seguir siendo su amiga, y que lo de la enfermería no era lastima, como el mismo podría pensar, muchas veces lo sintió al momento que llegaba ella a verlo, como si realmente le sintiera lastima, pero no, no sentía nada de eso por él, sentía aprecio y lo sentía como un amigo.—Si lo siento… tengo los ojos cerrados —dijo al momento que se levantaba recargándose sobre la pared y caminaba rumbo a la salida ya sabiendo que no vería al pelirrojo y podría caerse si seguía con los ojos cerrados—Te espero afuera —dijo como último y medio cerrando la puerta de la habitación se quedó al lado de está esperando a que Cedric saliera.
No debió haber entrado en primer lugar pero debía hacerlo para poder despertarlo y llevarlo a su sorpresa, era importante, espero unos minutos no sabía cuántos exactamente, pero al rato su nuevo amigo salió de la habitación y lo podía ver mejor con la tenue luz que alumbraba de apoco los pasillos, con el cabello mojado y un poco más despierto ahora—Buenos días… lamento haber entrado a tu habitación así, pero debía despertarte —le tomo de la mano para que comenzara a caminar a su lado por lo que luego soltó esa unión entre sus manos —Van a ser las 5:30 a.m. debía de despertarte a esta hora para poder recorrer la sorpresa que tengo para ti —
Siguió su camino hasta que salieron de la torre de los dormitorios, Ced bostezaba y bostezaba por lo que sonrió, se sentía un poco culpable al haberlo despertado pero en verdad que lo compensaría—Si dije romper las reglas, es una manera óptima de despertarte al igual que a tu curiosidad — le miro riendo levemente y lo guio para que comenzaran a caminar hasta el ático, no había nadie cuidando la entrada de este lugar a esa hora por lo que era más sencillo pasar desapercibidos y tranquilidad de avanzar hasta la azotea—Vamos a ir hacia una zona de la escuela que no se nos es permitido pasar a nosotros como alumnos pero… nadie se dará cuenta menos a esta hora —abrió la puerta para llegar al ático—Hay escaleras unas 20 para llegar al ático —aviso al pelirrojo mientras caminaba a su lado dejando que el subiera primero para luego cerrar la puerta del ático y seguir avanzando.
No sabía cómo lo tomaría él en realidad, ya que solo subirían y estarían ahí esperando el amanecer luego de eso irían fuera del colegio, ver el amanecer era la magia que tenía para ella el día, no había nada de magia que no fuera eso, y aunque sabía que Cedric pudo haber visto antes un amanecer ahora llevarlo o más bien a sentir un amanecer era diferente, ya que no era como esperaba que lo tomara, quería mostrarle su lugar, uno con el que no compartía con nadie, ni con su primo, solo lo haría con él—Del ático subiremos a la azotea —anuncio por fin llegando a las pequeñas escaleras metálicas que llevaban hacia la azotea—Son escaleras en espiral con escalones pequeños… —
No debió haber entrado en primer lugar pero debía hacerlo para poder despertarlo y llevarlo a su sorpresa, era importante, espero unos minutos no sabía cuántos exactamente, pero al rato su nuevo amigo salió de la habitación y lo podía ver mejor con la tenue luz que alumbraba de apoco los pasillos, con el cabello mojado y un poco más despierto ahora—Buenos días… lamento haber entrado a tu habitación así, pero debía despertarte —le tomo de la mano para que comenzara a caminar a su lado por lo que luego soltó esa unión entre sus manos —Van a ser las 5:30 a.m. debía de despertarte a esta hora para poder recorrer la sorpresa que tengo para ti —
Siguió su camino hasta que salieron de la torre de los dormitorios, Ced bostezaba y bostezaba por lo que sonrió, se sentía un poco culpable al haberlo despertado pero en verdad que lo compensaría—Si dije romper las reglas, es una manera óptima de despertarte al igual que a tu curiosidad — le miro riendo levemente y lo guio para que comenzaran a caminar hasta el ático, no había nadie cuidando la entrada de este lugar a esa hora por lo que era más sencillo pasar desapercibidos y tranquilidad de avanzar hasta la azotea—Vamos a ir hacia una zona de la escuela que no se nos es permitido pasar a nosotros como alumnos pero… nadie se dará cuenta menos a esta hora —abrió la puerta para llegar al ático—Hay escaleras unas 20 para llegar al ático —aviso al pelirrojo mientras caminaba a su lado dejando que el subiera primero para luego cerrar la puerta del ático y seguir avanzando.
No sabía cómo lo tomaría él en realidad, ya que solo subirían y estarían ahí esperando el amanecer luego de eso irían fuera del colegio, ver el amanecer era la magia que tenía para ella el día, no había nada de magia que no fuera eso, y aunque sabía que Cedric pudo haber visto antes un amanecer ahora llevarlo o más bien a sentir un amanecer era diferente, ya que no era como esperaba que lo tomara, quería mostrarle su lugar, uno con el que no compartía con nadie, ni con su primo, solo lo haría con él—Del ático subiremos a la azotea —anuncio por fin llegando a las pequeñas escaleras metálicas que llevaban hacia la azotea—Son escaleras en espiral con escalones pequeños… —
Elise Blackwood-
Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 13/01/2013
Re: Muestrame como eres [Cedric]
Caminó a lado de la chica con el sueño tomándole como su presa, pero siguió adelante aunque bostezaba cada dos pasos, lo que ella proponía era algo que él quería hacer, a pesar de que no tenía ni la más mínima idea de que se trataba, exactamente. Resultaba un verdadero misterio que era lo que no se podía hacer un poco mas tarde y requería que lo levantaran en la madrugada, porque era de madrugada, horas que él no acostumbraba andar por allí, y tal vez si hubiera sido otra persona la hubiera mandado al carajo, pero no, se trataba de Elise Blackwood quien ya había hecho mucho por él, aunque ella tal vez no lo supiera. Se animó a sonreír por encima de sus gestos adormilados y la siguió de cerca tratando de no demorarse demasiado.
—Te perdonaré la hora si me demuestras que vale la pena—dijo bromeando mientras andaba hacia donde la rubia le indicaba. —Creo que ya me conoces un poco mejor… no puedo resistirme cuando dicen “romper las reglas”
El misterio carcomía su curiosidad, y sintió los nervios apoderarse de él cuando le llevó a un lugar del colegio que no conocía, y con ayuda de su bastón subió los escalones hacia el ático contándolos y midiendo mentalmente la distancia entre uno y otro para no caerse y arruinarlo todo. Puso su otra mano sobre el barandal de la escalera hasta llegar al ático, se quedó parado contra el umbral de la puerta, sabía cuan desordenados solían ser los áticos y aquél especialmente emanaba un olor a polvo y encierro, como un lugar que no suele ser frecuentado, por ello no se podía dar el lujo de moverse con libertad como en su propia habitación, o en otros lugares que ya conocía.
— ¿La azotea? Creo que hasta aquí llego yo… —musitó nervioso, su mano pasó a través de sus cabellos alborotándolos aún más—de verdad te lo agradezco pero… tienes que entender que hay cosas que… bueno… tu me entiendes.
Él sabía que las intenciones de Elise no eran malas y ella nunca dejaría que se callera o que le pasara algo, pero era muy diferente en un lugar firme, no quería caer todos los pisos de altura del colegio, ya había tenido suficiente con el susto que se había llevado al casi caer de la ventana de su habitación. Buscó a tientas el pomo de la puerta para abrirla pero no lo encontró.
—Te perdonaré la hora si me demuestras que vale la pena—dijo bromeando mientras andaba hacia donde la rubia le indicaba. —Creo que ya me conoces un poco mejor… no puedo resistirme cuando dicen “romper las reglas”
El misterio carcomía su curiosidad, y sintió los nervios apoderarse de él cuando le llevó a un lugar del colegio que no conocía, y con ayuda de su bastón subió los escalones hacia el ático contándolos y midiendo mentalmente la distancia entre uno y otro para no caerse y arruinarlo todo. Puso su otra mano sobre el barandal de la escalera hasta llegar al ático, se quedó parado contra el umbral de la puerta, sabía cuan desordenados solían ser los áticos y aquél especialmente emanaba un olor a polvo y encierro, como un lugar que no suele ser frecuentado, por ello no se podía dar el lujo de moverse con libertad como en su propia habitación, o en otros lugares que ya conocía.
— ¿La azotea? Creo que hasta aquí llego yo… —musitó nervioso, su mano pasó a través de sus cabellos alborotándolos aún más—de verdad te lo agradezco pero… tienes que entender que hay cosas que… bueno… tu me entiendes.
Él sabía que las intenciones de Elise no eran malas y ella nunca dejaría que se callera o que le pasara algo, pero era muy diferente en un lugar firme, no quería caer todos los pisos de altura del colegio, ya había tenido suficiente con el susto que se había llevado al casi caer de la ventana de su habitación. Buscó a tientas el pomo de la puerta para abrirla pero no lo encontró.
Cedric Di Giovanni-
Mensajes : 136
Fecha de inscripción : 08/01/2013
Re: Muestrame como eres [Cedric]
En ese momento en que él se detuvo, en que comenzó a dudar de seguir avanzando en el camión se le quedo viendo raro, dudo ella igual si lo que estaba haciendo estaba bien, no esperaba que de él hubiera ese sentimiento de miedo, de inseguridad, se giró sobre sus talones viéndolo comenzar a retroceder, no podía permitir que él hiciera eso, sabía que había un riesgo en llevarlo hasta haya arriba, pero solo por el hecho de que no debían estar ahí, no porque en la azotea sabía que podría caminar sin problemas, pero parecía que tenía como temor. No entendía el porqué, pero debía entenderlo antes de volverlo a asustar como antes y que todos esos días que iba a visitarlo en la enfermería fueran en vano, bajo la mirada y en un intento de que eso no pasara le tomo de la mano y lo detuvo en su ida hacia atrás.
—Vamos… —insistió una vez más intentando a que no se marchara a ningún lado solo quería que estuviera con ella en ese momento, realmente quería que estuviera a su lado en el momento en que el amanecer apareciera —No pasara nada, es un lugar amplio por donde caminar, hay un barandal, yo te guiare —intentaba convencerlo de cualquier manera posible, que lo hiciera quedarse y que le siguiera; no de manera incomoda, si no de que pudiera sentirse el mismo libre de poder hacerlo.
Se acercó a él y quedando a pocos centímetros tomo con su otra mano la que ya tenía sujeta de él y le miro hacia arriba —Déjame ser tus ojos, por una vez —confiaba en que él podría hacer lo que quisiera si realmente confiaba en él, la única limitación que ella creía que tenía el cuerpo humano o incluso el mismo ser humano era la muerte física en la liberación del alma pero eso era otro tema, en realidad no quería que Cedric se hiciera menos tan rápido —Intentémoslo una vez, si no, no volveré a insistir jamás que subas acá conmigo y nos vamos directo a la siguiente parte de la sorpresa —trago saliva nerviosa de que dijera que no, no quería que se alejara.
No lo quería, le había costado abrirse como persona ante el hecho de ella misma, por lo tanto que él se alejara constaba de que pasaría lo mismo que en el invernadero, y no quería, no quería que Cedric se alejara, no tenía los suficientes amigos en ese lugar, y él le agradaba mucho para que todo eso se echara a perder, no quería solo alejarse nuevamente, si ahora no le perdonaba ¿Qué iba a hacer ella? No quería perder a alguien que en tan poco tiempo se hizo importante como su amigo, y a pocos llamaba así —Tal vez haya arriba no puedas sentir lo que yo siento al momento de ver el amanecer, pero para mí el amanecer es algo muy hermoso, es… sorprendente cada día me llena de esperanza por mas cursi y tonto que suene —la palabra sorprendente la iba a usar como “magia” pero se dio cuenta de lo que pretendía decir y cambio de parecer rápidamente.
Eso era todo lo que quería, ver el amanecer al lado de Cedric, podría hacerlo desde cualquier otro lado, pero ese era un lugar donde podía verlo mejor, ya que era el techo del colegio y podía verlo sobre los árboles que cubrían los jardines de las mismas instalaciones —Es importante para mi… —sonrió al pelirrojo y le soltó de la mano lentamente —No te voy a presionar, si no quieres subir no subiremos pero no te vayas —pocas veces se había perdido el amanecer, desde que tiene conciencia ella siempre se había levantado para ver cómo era que el astro sol aparecía sobre la tierra, si perdía ese momento era porque estaba de entrenamiento, o su primo le hacía varias jugadas para que llegaran tarde a correr y se lo perdía, pero esta era la primera vez que cedía voluntariamente sin ningún motivo de obligación a perderse el amanecer, si así conservaba su amistad con el pelirrojo lo haría; perdiera ese momento especial, por él que se volvía especial para ella.
—Vamos… —insistió una vez más intentando a que no se marchara a ningún lado solo quería que estuviera con ella en ese momento, realmente quería que estuviera a su lado en el momento en que el amanecer apareciera —No pasara nada, es un lugar amplio por donde caminar, hay un barandal, yo te guiare —intentaba convencerlo de cualquier manera posible, que lo hiciera quedarse y que le siguiera; no de manera incomoda, si no de que pudiera sentirse el mismo libre de poder hacerlo.
Se acercó a él y quedando a pocos centímetros tomo con su otra mano la que ya tenía sujeta de él y le miro hacia arriba —Déjame ser tus ojos, por una vez —confiaba en que él podría hacer lo que quisiera si realmente confiaba en él, la única limitación que ella creía que tenía el cuerpo humano o incluso el mismo ser humano era la muerte física en la liberación del alma pero eso era otro tema, en realidad no quería que Cedric se hiciera menos tan rápido —Intentémoslo una vez, si no, no volveré a insistir jamás que subas acá conmigo y nos vamos directo a la siguiente parte de la sorpresa —trago saliva nerviosa de que dijera que no, no quería que se alejara.
No lo quería, le había costado abrirse como persona ante el hecho de ella misma, por lo tanto que él se alejara constaba de que pasaría lo mismo que en el invernadero, y no quería, no quería que Cedric se alejara, no tenía los suficientes amigos en ese lugar, y él le agradaba mucho para que todo eso se echara a perder, no quería solo alejarse nuevamente, si ahora no le perdonaba ¿Qué iba a hacer ella? No quería perder a alguien que en tan poco tiempo se hizo importante como su amigo, y a pocos llamaba así —Tal vez haya arriba no puedas sentir lo que yo siento al momento de ver el amanecer, pero para mí el amanecer es algo muy hermoso, es… sorprendente cada día me llena de esperanza por mas cursi y tonto que suene —la palabra sorprendente la iba a usar como “magia” pero se dio cuenta de lo que pretendía decir y cambio de parecer rápidamente.
Eso era todo lo que quería, ver el amanecer al lado de Cedric, podría hacerlo desde cualquier otro lado, pero ese era un lugar donde podía verlo mejor, ya que era el techo del colegio y podía verlo sobre los árboles que cubrían los jardines de las mismas instalaciones —Es importante para mi… —sonrió al pelirrojo y le soltó de la mano lentamente —No te voy a presionar, si no quieres subir no subiremos pero no te vayas —pocas veces se había perdido el amanecer, desde que tiene conciencia ella siempre se había levantado para ver cómo era que el astro sol aparecía sobre la tierra, si perdía ese momento era porque estaba de entrenamiento, o su primo le hacía varias jugadas para que llegaran tarde a correr y se lo perdía, pero esta era la primera vez que cedía voluntariamente sin ningún motivo de obligación a perderse el amanecer, si así conservaba su amistad con el pelirrojo lo haría; perdiera ese momento especial, por él que se volvía especial para ella.
Elise Blackwood-
Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 13/01/2013
Re: Muestrame como eres [Cedric]
Estaba el sentimiento de inseguridad en él, no era la persona más valiente del mundo como muchos pensaban, tenía temores y la mayoría del tiempo sus demonios internos se apoderaban de él; para los demás aparentaba una cosa pero para él mismo siempre la realidad era otra. Una voz en su interior constantemente le repetía que no podía hacer las cosas, que aunque intentara ser una persona normal no lo era; lo peor es que no podía culpar a nadie más que a sí mismo así que por ello no solía quejarse en voz alta; por supuesto, él quería hacer las cosas que todas las personas de su edad hacían, quería practicar algún deporte, jugar videojuegos, salir por la noche sin que alguien tuviera que cuidarlo, ser un amigo normal en lugar de una carga para la sociedad… quería estar de verdad con Elise.
—Lo arruinaré… —musitó apenas audible.
No obstante, en ese momento no sabía de qué estaba huyendo exactamente, sólo se trataba de un lugar en el que no había estado antes, un lugar completamente desconocido, no era la primera vez que se enfrentaba a aquél reto… pero una azotea era una azotea.
La mano de la chica se posó sobre la suya y aunque estuvo a punto de apartarse otra vez, dejó que ella lo tomara aunque no relajó su postura, agachó la cabeza, ya no quedaba ningún rastro de la traviesa sonrisa animosa de momentos atrás, su expresión era seria y avergonzada mientras la escuchaba sin decir nada.
Algo muy en el fondo de sí le decía que si no intentaba hacer las cosas no sabría si era capaz o no, además estaba cansado de arruinar lo que era importante para las demás personas, por esa razón había intentado alejarse de Elise desde el primer momento, en cuanto la había conocido, pero ya era demasiado tarde y había aceptado las consecuencias en el instante en que la dejó entrar en su vida, cuando no le importó nada y empezó a entablar una amistad con ella, había disfrutado tanto las tardes en la enfermería, le emocionaba escuchar su voz, sentirla cerca y su risa le contagiaba aunque no hubiera razón. Conocía a muchas personas en St. Edward’s, hablaba todos los días con gente distinta, le saludaban por su nombre pero él estaba consciente de que eran relaciones superficiales, tenía pocos amigos allí y sin duda Elise estaba dentro de ese grupo reducido, por un error, por casualidad de la vida, por lo que fuera, pero ya estaba allí y no quería echarse para atrás… estaba cansado de huir de todo, porque no quería ser un cobarde, a nadie le gustaba ser merecedor de dicho calificativo.
—…Si de verdad es importante para ti… está bien—suspiró profundamente y se alejó un paso de la puerta.
Tomó con firmeza una de las manos de Elise, no quería soltarla porque sí, tenía miedo, como la primera vez que había intentado enfrentar al mundo a oscuras, sólo con un bastón como su único guía.
—Lo arruinaré… —musitó apenas audible.
No obstante, en ese momento no sabía de qué estaba huyendo exactamente, sólo se trataba de un lugar en el que no había estado antes, un lugar completamente desconocido, no era la primera vez que se enfrentaba a aquél reto… pero una azotea era una azotea.
La mano de la chica se posó sobre la suya y aunque estuvo a punto de apartarse otra vez, dejó que ella lo tomara aunque no relajó su postura, agachó la cabeza, ya no quedaba ningún rastro de la traviesa sonrisa animosa de momentos atrás, su expresión era seria y avergonzada mientras la escuchaba sin decir nada.
Algo muy en el fondo de sí le decía que si no intentaba hacer las cosas no sabría si era capaz o no, además estaba cansado de arruinar lo que era importante para las demás personas, por esa razón había intentado alejarse de Elise desde el primer momento, en cuanto la había conocido, pero ya era demasiado tarde y había aceptado las consecuencias en el instante en que la dejó entrar en su vida, cuando no le importó nada y empezó a entablar una amistad con ella, había disfrutado tanto las tardes en la enfermería, le emocionaba escuchar su voz, sentirla cerca y su risa le contagiaba aunque no hubiera razón. Conocía a muchas personas en St. Edward’s, hablaba todos los días con gente distinta, le saludaban por su nombre pero él estaba consciente de que eran relaciones superficiales, tenía pocos amigos allí y sin duda Elise estaba dentro de ese grupo reducido, por un error, por casualidad de la vida, por lo que fuera, pero ya estaba allí y no quería echarse para atrás… estaba cansado de huir de todo, porque no quería ser un cobarde, a nadie le gustaba ser merecedor de dicho calificativo.
—…Si de verdad es importante para ti… está bien—suspiró profundamente y se alejó un paso de la puerta.
Tomó con firmeza una de las manos de Elise, no quería soltarla porque sí, tenía miedo, como la primera vez que había intentado enfrentar al mundo a oscuras, sólo con un bastón como su único guía.
Cedric Di Giovanni-
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Fecha de inscripción : 08/01/2013
Re: Muestrame como eres [Cedric]
Le tomo de la mano más fuerte para poder tener esa seguridad que le inicio en un momento a Ced, quería animarlo, quería que sintiera que realmente estaba bien que tuviera miedo de hacer cosas nuevas, cosas que normalmente no se harían por su ceguera, pero él tenía toda esa voluntad, esa seguridad, y valentía aunque dijera que no era verdad, ella lo creía así por consecuente confiaba sin ninguna duda de que el pelirrojo podría hacerlo, podría subir con él a la azotea, y llegar hasta el barandal para sentir el amanecer, aunque no lo pudiera ver, sentir los rayos de sol en ese momento era totalmente asombroso de presenciar, y sabía que de alguna manera le iba a ayudar.
—No lo arruinaras, caminaremos con cuidado y en el momento que te quieras detener nos detendremos, no te voy a soltar por ningún motivo —le jalo del a muñeca a tal grado que diera solo un paso hacia adelante el mismo que había hecho retroceder anteriormente—¿Confías en mí? —
Pregunto en un susurro de manera confiada y además mostrando una sonrisa en su rostro, sabía que no le veía, pero ella quería ayudarlo de alguna manera a demostrarse a sí mismo que podía hacer lo que quisiera, que no tuviera miedo de pedir ayuda si así la ocasión lo ameritaba debía de sostenerse firmemente de alguien más en este momento, no sabía cuándo había sido su accidente, ni como lo había superado a dar los primeros pasos luego de su ceguera, era solo él y su bastón pero ahora quería que fueran él y ella junto al bastón, eso quería que pasara, que también confiara en ella como lo hacía con su bastón—Vamos —
Le dijo comenzando a caminar de nuevo a las escaleras y esperando a que la siguiera, claro no le jalo tan abruptamente para que siguiera su paso, solo camino normal, a que él se animara a que podía hacer esto. Llegando a las escaleras dejo de caminar y que él se familiarizara con el tamaño de escalón en el primer paso sosteniéndose del barandal—Son unos 20 escalones en espiral como ya te había dicho, tú me indicas cuando podemos comenzar a caminar —espero la indicación para avanzar por las escaleras, que al llegar a la azotea solo miro para saber si había alguien o no, y termino por abrir la puerta por donde se llegaba al lugar deseado, estaría haciendo frio, pero lo importante era que Ced le siguiera.
—Gracias —le dijo casi al momento de tener que pasar la puerta, porque así sentía ella que era una amistad, y no salió corriendo como la otra vez que se pusieron las cosas raras en el invernadero, ya había confianza, le gustaba eso, lo adoraba porque así Cedric sería el primer amigo que tuviera en el colegio, alguien más en quien confiar, alguien con quien reír, a quien sentirse cómodo en modo de ser y que no tuviera que ocultarle las cosas poder mostrarle sus sentimientos, sus preciados sentimientos.
—No lo arruinaras, caminaremos con cuidado y en el momento que te quieras detener nos detendremos, no te voy a soltar por ningún motivo —le jalo del a muñeca a tal grado que diera solo un paso hacia adelante el mismo que había hecho retroceder anteriormente—¿Confías en mí? —
Pregunto en un susurro de manera confiada y además mostrando una sonrisa en su rostro, sabía que no le veía, pero ella quería ayudarlo de alguna manera a demostrarse a sí mismo que podía hacer lo que quisiera, que no tuviera miedo de pedir ayuda si así la ocasión lo ameritaba debía de sostenerse firmemente de alguien más en este momento, no sabía cuándo había sido su accidente, ni como lo había superado a dar los primeros pasos luego de su ceguera, era solo él y su bastón pero ahora quería que fueran él y ella junto al bastón, eso quería que pasara, que también confiara en ella como lo hacía con su bastón—Vamos —
Le dijo comenzando a caminar de nuevo a las escaleras y esperando a que la siguiera, claro no le jalo tan abruptamente para que siguiera su paso, solo camino normal, a que él se animara a que podía hacer esto. Llegando a las escaleras dejo de caminar y que él se familiarizara con el tamaño de escalón en el primer paso sosteniéndose del barandal—Son unos 20 escalones en espiral como ya te había dicho, tú me indicas cuando podemos comenzar a caminar —espero la indicación para avanzar por las escaleras, que al llegar a la azotea solo miro para saber si había alguien o no, y termino por abrir la puerta por donde se llegaba al lugar deseado, estaría haciendo frio, pero lo importante era que Ced le siguiera.
—Gracias —le dijo casi al momento de tener que pasar la puerta, porque así sentía ella que era una amistad, y no salió corriendo como la otra vez que se pusieron las cosas raras en el invernadero, ya había confianza, le gustaba eso, lo adoraba porque así Cedric sería el primer amigo que tuviera en el colegio, alguien más en quien confiar, alguien con quien reír, a quien sentirse cómodo en modo de ser y que no tuviera que ocultarle las cosas poder mostrarle sus sentimientos, sus preciados sentimientos.
Elise Blackwood-
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Re: Muestrame como eres [Cedric]
Suspiró profundamente sintiéndose como un tonto ante su reacción, Elise no podía saber lo que pasaba por su cabeza, ella podía tratar de entenderlo, pero no sería capaz de saber ni un poco como se sentía él al respecto, la chica era bastante comprensiva y Cedric se lo agradecía infinitamente pero por supuesto, ni la persona más empática podría saber como se sentía el chico al respeto; en todo caso, él se sentía ridículo, como un niño inmaduro y quejumbroso… tal vez por la misma razón no iba a decir nada a nadie sobre lo que pasaba por su cabeza o porque actuaba de esa manera.
Sus mejillas se enrojecieron ligeramente, él sólo notó el calor de su rostro aumentando y agachó un poco la cabeza al mismo tiempo que la desviaba hacia el lado contrario donde sabía que estaba ella. Fuera como fuera, sentía que acaba de hacer el ridículo frente a una chica maravillosa y brillante…
—Confío en ti—musitó en voz muy baja.
Se mordió el labio inferior y siguió a Elise, caminando con pasos temerosos al principio, tomándose del barandal de la escalera, contando en su mente cada escalón y acostumbrándose a la distancia entre uno y otro… de pronto, como un niño pequeño la sonrisa y la confianza volvieron de nuevo a él, no había sido tan difícil se dijo a sí mismo y tampoco le había arruinado nada a Elise.
Luego cuando sintió el viento invernal de la mañana supo que estaban en la azotea, no podía mirar la altura a la que se encontraba, ni sentir la maravillosa adrenalina de estar en dicho lugar, que ofrecía una vista excelente del colegio y sus alrededores, pero podía sentir esa brisa helada que era diferente a la de allá abajo, incluso el aroma era bastante distinto, más fresco, más limpio… tenía un olor peculiar que combinaba el aroma de los bosques cercanos, con humedad y el perfume de la chica que tenía a lado de la cual aún estaba tomado con firmeza…
—No… gracias a ti—respondió con una abierta sonrisa de alegría, la cual también se reflejaban en sus ojos de mirada vacía y ausente. —perdón por comportarme como un tonto… espero no volverlo a hacer ni que tengas que ver algo tan patético de nuevo.
Se rió mientras se llevaba la mano al cabello despeinándolo, como si él viento no hubiera hecho suficiente ya dejándolo completamente alborotado. Entonces, giró un poco sobre sí mismo de tal manera que quedó frente a ella; y con su mano libre buscó su rostro, ahí estaban las líneas de su cuello, su oreja entre sus cabellos y acomodó algunos mechones detrás de manera torpe, luego encontró su mejilla y descubrió que su piel tenía una textura suave y agradable; luego moviendo su mano un poco sin apartarla por completo, se inclinó y besó la mejilla de la chica donde habían estado antes sus dedos.
Sus mejillas se enrojecieron ligeramente, él sólo notó el calor de su rostro aumentando y agachó un poco la cabeza al mismo tiempo que la desviaba hacia el lado contrario donde sabía que estaba ella. Fuera como fuera, sentía que acaba de hacer el ridículo frente a una chica maravillosa y brillante…
—Confío en ti—musitó en voz muy baja.
Se mordió el labio inferior y siguió a Elise, caminando con pasos temerosos al principio, tomándose del barandal de la escalera, contando en su mente cada escalón y acostumbrándose a la distancia entre uno y otro… de pronto, como un niño pequeño la sonrisa y la confianza volvieron de nuevo a él, no había sido tan difícil se dijo a sí mismo y tampoco le había arruinado nada a Elise.
Luego cuando sintió el viento invernal de la mañana supo que estaban en la azotea, no podía mirar la altura a la que se encontraba, ni sentir la maravillosa adrenalina de estar en dicho lugar, que ofrecía una vista excelente del colegio y sus alrededores, pero podía sentir esa brisa helada que era diferente a la de allá abajo, incluso el aroma era bastante distinto, más fresco, más limpio… tenía un olor peculiar que combinaba el aroma de los bosques cercanos, con humedad y el perfume de la chica que tenía a lado de la cual aún estaba tomado con firmeza…
—No… gracias a ti—respondió con una abierta sonrisa de alegría, la cual también se reflejaban en sus ojos de mirada vacía y ausente. —perdón por comportarme como un tonto… espero no volverlo a hacer ni que tengas que ver algo tan patético de nuevo.
Se rió mientras se llevaba la mano al cabello despeinándolo, como si él viento no hubiera hecho suficiente ya dejándolo completamente alborotado. Entonces, giró un poco sobre sí mismo de tal manera que quedó frente a ella; y con su mano libre buscó su rostro, ahí estaban las líneas de su cuello, su oreja entre sus cabellos y acomodó algunos mechones detrás de manera torpe, luego encontró su mejilla y descubrió que su piel tenía una textura suave y agradable; luego moviendo su mano un poco sin apartarla por completo, se inclinó y besó la mejilla de la chica donde habían estado antes sus dedos.
Cedric Di Giovanni-
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Fecha de inscripción : 08/01/2013
Re: Muestrame como eres [Cedric]
La briza se podía sentir en su rostro, esa clara y firme briza por la altura en la que estaban, espero a que Cedric terminara de subir para cerrar la puerta y nadie sospechara que estuvieran ahí, nadie estaría ahí a esas horas de la mañana, solo ellos, bien ya lo había descubierto que solo ella era la única que se le ocurría hacer esto a las 5:30 de la mañana, solo para ver mejor el amanecer, tal vez no tendría por qué levantarse tan temprano pero a parte hacia ejercicio, y ese ejercicio era necesario de hacer en ese momento así que no tenía opción, su amanecer siempre era lo más importante del día y poder compartirlo con el pelirrojo era lo impresionante de ese día. Se paró al lado de Cedric para el momento que lo veía sonreír, y al verlo ella sonrió de la misma manera, todo había salido bien, sin problemas, sin nada.
—Nada salió mal, yo sabía que podías subir. Descuida no te disculpes no sé qué sientes y no estoy en tu lugar, pero si fueran los papeles fueran invertidos yo sé que tu hubieras hecho lo mismo por mi —sonrió emocionada apretándole más la mano, ahora que conocía mejor al francés podía decir que en verdad él hubiera hecho lo mismo solo por ella, le hubiera dado confianza y esperanza de hacer algo que no se animaba a hacer, solo eso, y seguro haría más por ella sin que se lo pidiera.
Eran parecidos, tenían que tomar confianza, tenían que ver en quien confiar y en quien no, así que entendía su situación, no sabía cómo sentía pero lo entendía y hacer algo para lograr que haya un cambio en él para bien era lo importante. En ese momento Ced había tomado su rostro, poniéndose frente a ella, y todo lo que la rubia pudo hacer fue quedarse estética esperando a ver qué era lo que quería hacer, tomo su rostro y en un instante deposito un beso en su mejilla, un gran escalofrió recorrió su espalda, y se sonrojo al instante, no esperaba eso, ni se lo imagino, la manera en que hizo esa acción fue tierna, dulce. Se relamió los labios y le miro a los ojos una vez que se alejó de ahí por lo que sonrió.
—Eso fue tierno —le tomo de la mano nuevamente para comenzar a caminar lejos de la entrada y ponerse en el lugar para ver mejor el amanecer —Aquí hay un barandal y te puedes sostener, justamente de aquí se ve el amanecer, y se siente tan bien los rayos de sol, no ha de tardar en salir — no soltó su mano y la puso sobre el barandal, se sentía frio y fresco pero, no le molestaba ya que estaba con el chico y aparte aún no se le pasaba el sonrojo, era solo un gesto tierno, solo un gesto tierno… se lo repitió varias veces sosteniendo con esa misma ternura la mano, y si pudiera verla, si alguien pudiera verla se podría ver en sus ojos la emoción que tenia.
Elise Blackwood-
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Fecha de inscripción : 13/01/2013
Re: Muestrame como eres [Cedric]
Se quedó pensando largo rato, claro que él hubiera hecho lo mismo por Elise, sin dudarlo, habría hecho cualquier cosa por ella… no, en realidad haría cualquier cosa por ella, sin importar que fuese, él estaría dispuesto a todo por esa chica. Se sorprendió que estuviera pensando de aquella manera y se preguntó por qué. A sí mismo se respondió entonces que se debía a que era la primera vez que tenía una amiga chica de verdad, era la primera vez que no intentaba pretender a nadie del sexo opuesto y solamente entablar una amistad; probablemente Elise era como la hermana que nunca había tenido, aunque nunca quiso tener hermanos y nunca se preguntó que se sentía tenerlos.
—Lo haría—le dijo en voz baja, casi en un susurro—haría cualquier cosa por ti; lo mereces, has sido muy buena conmigo… así que si algún día necesitas ayuda o cualquier cosa no dudes en pedirlo y si puedo hacerlo, lo haré.
¿Tierno? Se preguntó a sí mismo ligeramente decepcionado, él no quería ser tierno… la ternura no era para los hombres, es decir, la ternura era para los muñequitos de peluche y los niños pequeños. Tal vez Elise lo veía como un abrazable muñeco de felpa o un pequeño niño al cual había que celebrarle todo lo que hiciera bien. No, eso era imposible, claro que ella no lo veía así, estaba empezando a divagar estupideces.
Tomó el barandal y se acomodó contra él hacia el frente, daba lo mismo si estaba en la dirección correcta, él no había ido allí para ver el amanecer, había ido allí para estar con la rubia. Si el amanecer era importante para ella y si quería que él estuviera allí, estaba bien… no podía imaginar ni un poco la vista desde allí, tampoco los colores porque cada amanecer era distinto al anterior o a los amaneceres de otros lugares en el mundo; Cedric recordaba muchos amaneceres porque a él le gustaba pintar y le gustaba plasmar en sus cuadros aquellas bellezas momentáneas de la naturaleza.
— ¿Qué significa esto para ti? —preguntó con curiosidad—Es decir, venir todos los días y ver el amanecer… ¿qué sientes?
Mientras esperaban en su cabeza aparecieron los recuerdos de los mejores amaneceres que había presenciado en su vida, la mayoría habían sido en Loira, en la casa de campo de sus padres. Y tal vez era absurdo que se quedara allí tranquilamente esperando un amanecer que no podría ver, pero de alguna manera se sentía bien estar en ese lugar, lejos de cualquier ruido humano, del bullicio diario o de los ecos de un edificio antiguo que les encerraba día y noche, se sintió ligeramente libre, como si fuera algo que habría estado esperando hacía años, pues sí, habían pasado años desde la última vez que se había sentido libre, tal vez era la brisa en su rostro, el viento peleando con sus alborotados cabellos, no lo sabía, pero se sentía bien.
—Lo haría—le dijo en voz baja, casi en un susurro—haría cualquier cosa por ti; lo mereces, has sido muy buena conmigo… así que si algún día necesitas ayuda o cualquier cosa no dudes en pedirlo y si puedo hacerlo, lo haré.
¿Tierno? Se preguntó a sí mismo ligeramente decepcionado, él no quería ser tierno… la ternura no era para los hombres, es decir, la ternura era para los muñequitos de peluche y los niños pequeños. Tal vez Elise lo veía como un abrazable muñeco de felpa o un pequeño niño al cual había que celebrarle todo lo que hiciera bien. No, eso era imposible, claro que ella no lo veía así, estaba empezando a divagar estupideces.
Tomó el barandal y se acomodó contra él hacia el frente, daba lo mismo si estaba en la dirección correcta, él no había ido allí para ver el amanecer, había ido allí para estar con la rubia. Si el amanecer era importante para ella y si quería que él estuviera allí, estaba bien… no podía imaginar ni un poco la vista desde allí, tampoco los colores porque cada amanecer era distinto al anterior o a los amaneceres de otros lugares en el mundo; Cedric recordaba muchos amaneceres porque a él le gustaba pintar y le gustaba plasmar en sus cuadros aquellas bellezas momentáneas de la naturaleza.
— ¿Qué significa esto para ti? —preguntó con curiosidad—Es decir, venir todos los días y ver el amanecer… ¿qué sientes?
Mientras esperaban en su cabeza aparecieron los recuerdos de los mejores amaneceres que había presenciado en su vida, la mayoría habían sido en Loira, en la casa de campo de sus padres. Y tal vez era absurdo que se quedara allí tranquilamente esperando un amanecer que no podría ver, pero de alguna manera se sentía bien estar en ese lugar, lejos de cualquier ruido humano, del bullicio diario o de los ecos de un edificio antiguo que les encerraba día y noche, se sintió ligeramente libre, como si fuera algo que habría estado esperando hacía años, pues sí, habían pasado años desde la última vez que se había sentido libre, tal vez era la brisa en su rostro, el viento peleando con sus alborotados cabellos, no lo sabía, pero se sentía bien.
Cedric Di Giovanni-
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Fecha de inscripción : 08/01/2013
Re: Muestrame como eres [Cedric]
Se balanceo sobre el barandal tomándose por este mismo con sus manos, hacia atrás procurando no lastimar la mano de Cedric incluso soltó levanten su mano, estaba un poco ansiosa, estaba emocionada de esto, era imposible describir que era lo que sentía ella en este momento, tenía un amigo, uno que no fuera su primo, no era una chica, y eso era algo nuevo para ella porque nunca había tenido una relación de amistad con un chico, normalmente eran solo compañeros, personas que solían practicar con ella y listo, por lo mismo que no se lo permitía tener una relación de amistad con cualquiera, y para que ella confiara era algo que no se veía tan seguido, tal vez la razón por la cual confió en un principio, solo porque él había dicho que no creía en la magia, eso fue lo primero que paso a primera instancia para tal vez tener una conversación o platica inicial, solo eso ya después de que pasara la broma del brujo enamorado acosador macabro asesino, ya después de eso todo estaba en calma, no tenía problema en hablar con él.
—Solo se mi amigo… quédate conmigo cuando sepas que estoy sola y será lo más valioso que puedas hacer hacia mi —le contesto con ese mismo susurro que él hablo, claro de manea que le escuchara y dejo de jugar sobre el barandal sonriendo.
Le pareció tierno y al mismo tiempo un poco positivo a que podían tener una relación en si de amistad, así era con su primo así que no había ningún problema al respecto de que su relación con Cedric fuera igual. Se acomodó igual que él hacia el frente del barandal y puso sus piernas cruzadas sosteniéndose en puntitas, pronto, muy pronto saldría el amanecer. —Esto para mi suena un poco tonto ahora que ya estoy mayor pero te lo contare —sonrió la rubia avergonzada por este hecho, contar porque realmente le gustaba el amanecer no era algo cotidiano que contara a cualquier persona, inclusive su primo solo lo sabía porque había tenido una infancia con ella al igual que sus tíos pero su abuela, sus demás conocidos solo tenían eso en la mente “A Elise le gusta el amanecer” cada idea metódica que se les pudiera ocurrir del porque era cosa suya, ahora se lo contaría al pelirrojo.
—Cuando estaba pequeña tenía miedo a la obscuridad, aunque estuviera prendida la luz de noche yo seguía teniendo miedo, aunque durmiera en cama de mi primo o de mis tíos yo seguía horrorizada del hecho de que la obscuridad existiera. Si dormía pero el miedo seguía ahí — era algo tonto pero no podía evitarlo, sonrió para ella misma e incluso rio —Me mantenía despierta al saber que iba a salir el sol, tenía unos 4 años cuando todo esto comenzó entonces me quedaba calmada viendo como entraba el sol a las habitaciones, hasta que pude dormir en la mía propia sabiendo que la obscuridad se iría, creciendo solo se convirtió en una costumbre, me hacía tener una esperanza y aun la tengo — recargo su mejilla sobre su palma y se sintió un poco nostálgica —Incluso antes pensé que el amanecer podría traer a mis padres de… regreso — esto último lo dijo en un susurro, y carraspeo su garganta, eso no se lo había dicho a nadie.
Era demasiado irreal que un amanecer trajera de vuelta a esas personas tan amadas y que ella casi no conoció, apenas y los recordaba pero no sabía cómo eran sus voces, como olían, como se sentía abrazarlos, no es que creyera que el amanecer mágicamente los apareciera, no sería muy ilógico con sus creencias, más bien como si al iniciar el día ellos volverían. Eso era lo que creía.
—Claro que eso era cuando era niña, ahora solo lo veo como algo hermoso se me ha quedado como costumbre y siento mucha emoción, ilusión, me siento bien. ¿A ti te gustaba ver el amanecer o el atardecer? O tal vez la luna… — era independiente que sintiera cada uno con cada astro, en cada momento, era eso mítico que no se podía tocar pero significaba tanto para tantas personas, marcando un modo de vida incluso.
Elise Blackwood-
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Fecha de inscripción : 13/01/2013
Re: Muestrame como eres [Cedric]
No sabía como, pero a su lado, sentía la emoción de la chica, de pronto era como si pudiera ver que ella sonreía, aunque no sabía si sonreía o no, en su mente se imaginaba a una sonrisa que le incitaba a hacer lo mismo con su gesto, a dejar de lado sus miedos, sus inseguridades y dejarse llevar por la rubia que estaba a su lado, cuya voz amable y animosa era de lejos lo único que estaba en su mente en esos momentos, estaba mas que claro cuanto le agradaba Elise, cuan cómodo se sentía estando a su lado, fuera una plática simple como las de aquellas tardes en la enfermería o algo tan bizarro como subir hasta la azotea del colegio arriesgándose a ser descubiertos, o situaciones mas profundas como hablar de sus vidas propias. Tenían muchas cosas en común, ambos eran huérfanos, por ejemplo; y no es que se alegrara de la suerte de la muchacha pero dicha situación le hacía sentir más empatía hacia ella, ambos sabían mas o menos lo que sentía el otro, de esa manera Cedric se atrevía a pensar que su suerte no era tan mala como lo había pensado por mucho tiempo.
¿Ser su amigo? Claro, era lo que quería mas que nada en el mundo, de hecho, ya lo eran, se decía a sí mismo, porque no compartía sus experiencias o emociones con cualquier persona que se encontrara por allí, Ced podía ser un chico sociable, acostumbrado a estar rodeado de gente pero eso no quería decir que confiara en ellos o que se atreviera a llamarlos amigos de buenas a primeras, para él ese tema era mucho más que conocer el nombre de una persona; pero, Elise era su amiga, eso lo sabía.
—Soy tu amigo—aclaró, le hubiera gustado mirarla a los ojos y decírselo, pero ambos tenían que conformarse sólo con las palabras—no te voy a dejar sola, me necesites o no, Elise… pero, si quieres que me aleje de ti alguna vez, dilo y lo haré.
Entonces se dedicó a escuchar con atención la historia que le contaba, sintiéndose desconcertado cuando mencionó a sus padres, consideró que era un triste deseo de una niña que no había conocido a sus padres nunca, él al menos había crecido con ellos (aunque no hubiera aprovechado ese tiempo), pero entendía mas o menos el sentimiento… recordando como había creído que podría regresar a sus padres con la magia siendo capaz de traspasar los límites más peligrosos y prohibidos de la naturaleza, y cuando se dio cuenta de que nunca iba a suceder, empezó a odiar la magia y todo lo que tuviera que ver con ella.
— ¿Sabes? A mí me parece sensato que tuvieras miedo a la oscuridad a esa edad, de que te aterrara de esa manera… creo que entiendo eso, aunque yo no le tenía miedo a la oscuridad cuando era niño, empecé a temerle hasta los dieciséis… eso su es tonto.
Tragó saliva antes de hablar, en su garganta se había formado también un molesto nudo.
—Yo… claro, me gustaba. —respondió sin pensarlo mucho, luego añadió—De verdad me gustaba mucho, creo que era uno de mis paisajes favoritos para pintar, porque estaban llenos de una lluvia de color y de intensidad que me encantaba experimentar con mis óleos o mis lápices de colores, me encantaba ver el cielo en ese estado tan místico. El crepúsculo siempre me había gustado más que la luna, a pesar de que los poetas y escritores la prefieren a ella sobreexplotándola; un atardecer o amanecer son más hermosos que la bola plateada… hay mas color… —se llevó una mano al cabello y lo revolvió.
Pensó con añoranza en su block de dibujo que estaba en su habitación, lleno de esos dibujos, quizás hubiera alguno que le gustara a ella aunque al igual que su música esa parte de él era algo que siempre había ocultado con recelo.
¿Ser su amigo? Claro, era lo que quería mas que nada en el mundo, de hecho, ya lo eran, se decía a sí mismo, porque no compartía sus experiencias o emociones con cualquier persona que se encontrara por allí, Ced podía ser un chico sociable, acostumbrado a estar rodeado de gente pero eso no quería decir que confiara en ellos o que se atreviera a llamarlos amigos de buenas a primeras, para él ese tema era mucho más que conocer el nombre de una persona; pero, Elise era su amiga, eso lo sabía.
—Soy tu amigo—aclaró, le hubiera gustado mirarla a los ojos y decírselo, pero ambos tenían que conformarse sólo con las palabras—no te voy a dejar sola, me necesites o no, Elise… pero, si quieres que me aleje de ti alguna vez, dilo y lo haré.
Entonces se dedicó a escuchar con atención la historia que le contaba, sintiéndose desconcertado cuando mencionó a sus padres, consideró que era un triste deseo de una niña que no había conocido a sus padres nunca, él al menos había crecido con ellos (aunque no hubiera aprovechado ese tiempo), pero entendía mas o menos el sentimiento… recordando como había creído que podría regresar a sus padres con la magia siendo capaz de traspasar los límites más peligrosos y prohibidos de la naturaleza, y cuando se dio cuenta de que nunca iba a suceder, empezó a odiar la magia y todo lo que tuviera que ver con ella.
— ¿Sabes? A mí me parece sensato que tuvieras miedo a la oscuridad a esa edad, de que te aterrara de esa manera… creo que entiendo eso, aunque yo no le tenía miedo a la oscuridad cuando era niño, empecé a temerle hasta los dieciséis… eso su es tonto.
Tragó saliva antes de hablar, en su garganta se había formado también un molesto nudo.
—Yo… claro, me gustaba. —respondió sin pensarlo mucho, luego añadió—De verdad me gustaba mucho, creo que era uno de mis paisajes favoritos para pintar, porque estaban llenos de una lluvia de color y de intensidad que me encantaba experimentar con mis óleos o mis lápices de colores, me encantaba ver el cielo en ese estado tan místico. El crepúsculo siempre me había gustado más que la luna, a pesar de que los poetas y escritores la prefieren a ella sobreexplotándola; un atardecer o amanecer son más hermosos que la bola plateada… hay mas color… —se llevó una mano al cabello y lo revolvió.
Pensó con añoranza en su block de dibujo que estaba en su habitación, lleno de esos dibujos, quizás hubiera alguno que le gustara a ella aunque al igual que su música esa parte de él era algo que siempre había ocultado con recelo.
Cedric Di Giovanni-
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Fecha de inscripción : 08/01/2013
Re: Muestrame como eres [Cedric]
Había sacado un lado muy profundo de ella lo sabía perfectamente, era algo que no debió hacer sencillamente solo paso, por la razón de que le daba confianza estar con él, hablar con él, nadie sabía ese pequeño secreto suyo, la razón por la cual era tan importante el amanecer solo sabía que le gustaba, era un secreto a voces a su propia mente y corazón, con ese conflicto que había entre lo mágico y lo tangible, era una niña cuando pensó que sus padres regresarían, los padres que nunca conoció, que no recuerda más que por fotografías. Era iluso pero era un más idealista de lo que cualquiera pudiera pensar ya que había sido fiel a ese sentimiento de ver el amanecer a pesar de tener 17 años. Se subió a la orilla de debajo del barandal poniendo sus pies en estas quedando a la altura del pelirrojo o algo así pero quedaba a la altura de los ojos de él y sonrió, a pesar de que él no sabía lo que ella hacia sentía que él lo sabía, ella se movía mucho y bueno estando tan cerca uno del otro era obvio más o menos lo que ella hacía.
—Sé que no lo harás por eso te pido que seas mi amigo —no sabía que era lo que había entendido pero no iba a meterse en esa platica emocional de porque era que pedía eso, pero era más sencillo callar en esos momentos que dar una plática retórica de la situación, porque no era momento de decirle aún más cosas de ella, ya había sido suficiente con lo del amanecer, y a decir verdad era lo más valioso que tenía en ella, aun no entendía como logro solo decirlo sin alguna traba en ella misma y cambiar el tema.
Hasta que pareció que de la misma manera también termino expresando algo muy íntimo suyo, fue que lo miro formando una “o” con su boca y entendía porque le temía a la obscuridad, creía entender pero al mismo tiempo sabía que no era así, no podía siquiera imaginarse como era tener la obscuridad siempre presente, sin poder mirar el amanecer… hizo luego una mueca mirando hacia adelante, escuchando por qué le gustaba tanto el crepúsculo, era realmente sencillo de estar de acuerdo con él. Ya que para ella la luna era hermosa pero no siempre estaba ahí, y no siempre podría ser tan magnifica como el amanecer o en este caso el crepúsculo, pero eran momentos que tenía la luna, a diferencia del sol… siempre estaba ahí era extraño decirlo pero para ella era más sencillo apreciar lo que no tenemos a lo que siempre está con nosotros.
—Pues es sencillo… la luna aparece de vez en cuando, de tamaños diferentes y un brillo de color en ocasiones amarillo o rojizo, y eventualmente tiene un algo que llama a los demás —levanto los hombros apreciando con claridad como la luz del sol comenzaba a salir—Pero nada se compara como el amanecer para mí, todos los días son diferentes, con tonalidades naranjas suaves y un morado un tanto azulado ver como esos colores se van combinando sobre el cielo y ver cómo van ganando cada uno esa esencia… y si hay nubes a temprana hora del día ese color se puede apreciar más dulcemente, y unos rayos amarillos aparecen más fuerte en el cielo a los lados del astro sobre la tierra y se van haciendo más grandes cada vez —suspiro describiendo exactamente como era que se comenzaba a ver el cielo en esos momentos con el amanecer —Así se ve el cielo en este momento —dijo con una sonrisa balanceándose sobre él barandal apoyando sus manos sobre este mismo y su cuerpo parecía una niña pequeña a la que le llevaban a un juego de diversiones o algo pero realmente era más que eso.
—Sobre el crepúsculo creo lo mismo pero no me gusta ver como muere el sol en la tierra, me gusta más verlo nacer, son igual de hermosos la diferencia es que se va y yo nunca quería que se fuera —se relamió los labios y brinco del barandal hacia atrás, en verdad parecía una pequeña en ese momento—La obscuridad puede controlarse la luz no lo aprendí cuando me pusieron una lámpara de noche pero no siempre es lo mismo —tomo la mano del chico al decir eso y se quedó un poco pensativa. ¿Qué hacer cuando la luz no aparece?
—Sé que no lo harás por eso te pido que seas mi amigo —no sabía que era lo que había entendido pero no iba a meterse en esa platica emocional de porque era que pedía eso, pero era más sencillo callar en esos momentos que dar una plática retórica de la situación, porque no era momento de decirle aún más cosas de ella, ya había sido suficiente con lo del amanecer, y a decir verdad era lo más valioso que tenía en ella, aun no entendía como logro solo decirlo sin alguna traba en ella misma y cambiar el tema.
Hasta que pareció que de la misma manera también termino expresando algo muy íntimo suyo, fue que lo miro formando una “o” con su boca y entendía porque le temía a la obscuridad, creía entender pero al mismo tiempo sabía que no era así, no podía siquiera imaginarse como era tener la obscuridad siempre presente, sin poder mirar el amanecer… hizo luego una mueca mirando hacia adelante, escuchando por qué le gustaba tanto el crepúsculo, era realmente sencillo de estar de acuerdo con él. Ya que para ella la luna era hermosa pero no siempre estaba ahí, y no siempre podría ser tan magnifica como el amanecer o en este caso el crepúsculo, pero eran momentos que tenía la luna, a diferencia del sol… siempre estaba ahí era extraño decirlo pero para ella era más sencillo apreciar lo que no tenemos a lo que siempre está con nosotros.
—Pues es sencillo… la luna aparece de vez en cuando, de tamaños diferentes y un brillo de color en ocasiones amarillo o rojizo, y eventualmente tiene un algo que llama a los demás —levanto los hombros apreciando con claridad como la luz del sol comenzaba a salir—Pero nada se compara como el amanecer para mí, todos los días son diferentes, con tonalidades naranjas suaves y un morado un tanto azulado ver como esos colores se van combinando sobre el cielo y ver cómo van ganando cada uno esa esencia… y si hay nubes a temprana hora del día ese color se puede apreciar más dulcemente, y unos rayos amarillos aparecen más fuerte en el cielo a los lados del astro sobre la tierra y se van haciendo más grandes cada vez —suspiro describiendo exactamente como era que se comenzaba a ver el cielo en esos momentos con el amanecer —Así se ve el cielo en este momento —dijo con una sonrisa balanceándose sobre él barandal apoyando sus manos sobre este mismo y su cuerpo parecía una niña pequeña a la que le llevaban a un juego de diversiones o algo pero realmente era más que eso.
—Sobre el crepúsculo creo lo mismo pero no me gusta ver como muere el sol en la tierra, me gusta más verlo nacer, son igual de hermosos la diferencia es que se va y yo nunca quería que se fuera —se relamió los labios y brinco del barandal hacia atrás, en verdad parecía una pequeña en ese momento—La obscuridad puede controlarse la luz no lo aprendí cuando me pusieron una lámpara de noche pero no siempre es lo mismo —tomo la mano del chico al decir eso y se quedó un poco pensativa. ¿Qué hacer cuando la luz no aparece?
Elise Blackwood-
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Fecha de inscripción : 13/01/2013
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