Rasgos físicos: De estatura media, piel pálida, y preciosos ojos azules, indescifrables, como ella. Anaïs no viene de una familia alta, pero tampoco baja, a excepción de su madre, que a su edad, medía cerca del metro cuarenta y cinco, pero eso es otra historia, ella medirá cerca del metro sesenta, ni más ni menos. A pesar de que siempre está bajo el sol, su piel es bastante pálida, y con frecuencia, sus mejillas toman un tono rojizo que se vé con facilidad, ya sea por el calor. Muchos dicen que sus ojos son simplemente azules. Error. Depende de como esté el día, y como le dé la luz, cambian de color. Extraños, como ella. Si la luz le refleja, puedes ver unos ojos claros, tan claros como el color del cielo, pero si está todo oscuro, ves sus ojos de un azul eléctrico. Aclarado el tema de sus ojos, hablemos de como le cae el pelo por la espaldas como si olas del mar se tratasen. Su pelo es color café, un color común, pero ella siempre lo ha querido tener verde agua o pelirrojo, cada cual con sus gustos. Su pelo es un nido de pájaros, tarda su tiempo en arreglarselo, con la humedad, parece un león recién despertado, simple.
Personalidad:
Las leyendas urbanas son para ineptos de pueblo, decían
¿Te despiertas a las dos de la mañana sin motivo aparente?, alguien te está observando, no importa desde dónde y durante cuanto tiempo lleva ahí, ¿miedo a los espejos?, ¡Mary no es real!, ¿cómo puedes estar tan seguro?, cuando la mente es la que controla a la persona, nunca se puede saber con certeza. Ves cosas que al segundo desaparecen, temes mirar a las esquinas oscuras porque sabes lo que encontrarás. Voces melódicas y dulces te atormentan día y noche. Tienes trazos de recuerdos que no son reales, solo en tu cabeza. Y la línea entre realidad y fantasía está tan difusa que apenas puedes discernirla. Esquizofrenia. El tormento de Anaïs. El que le despierta por las mañanas y la duerme por las noches. O al contrario, le quita el sueño. Esta chica ha crecido con sufrimiento escrito en la frente a fuego lento, para que la agonía se extendiera más. Desde pequeña tuvo que tratar con aquel trastorno. No podían dejarla en lugares oscuros, no debía quedarse sola. Las películas de miedo estaban totalmente prohibidas, y las casas con sótanos entraban en la lista negra, pese haber pasado su infancia en una de ellas.
Terrores nocturnos. De esos en los que te despiertas con el sudor frío acariciando tu espalda y fijando aquella camiseta a tu piel. De esos que te hacen mirar por todas partes, comprobar cualquier recobeco y lanzar todo lo que esté a tu alcance para tapar el mismo.¿Y si sale algo de ahí? Yo lo he visto salir. Es feo y tiene los ojos rojos. Y le faltan dientes. Acosada, siempre ha tenido aquella sombra cargada a la espalda. Una sombra que desde pequeña la sigue allá por donde va, y no es la suya propia cuando se refleja por el efecto de la luz. Es Sombra, una forma semi humana sin rostro y sin distinción sexual. Y pese a todo ello, en lugar de ser patética, Sombra es realmente aterradora. Se ríe de ella por las noches cuando no pega ojo, y cuando la dejan sola le susurra canciones al oído. Sombra es cruel, no quiere a nadie. Y a Anaïs mucho menos. Estás loca. Ella no es real. Échala. Échalos a todos. No los necesitas, y ellos no te necesitan a ti. No quieres verlos. Eres una majara. ¿Te imaginas repetir esa frase una y otra vez cual letanía para alejar a tus demonios? No sirve de nada si no para tentarles más. Como si los nombraras, aparecen todos de una vez y te recuerdan que no puedes librarte de ellos, que les perteneces. Que eres la esclava de algo que no existe, y aún así a pesar de su nulidad existencial te tortura. La mente puede ser un arma letal, el problema es cuando pierdes el control de la misma. El caos que provoca es imposible de reparar, y los efectos secundarios resultan terribles.
Sin embargo, con todo y con éso Anaïs es una chica brillante. De ingenio rápido y creatividad rebosante a borbotones, el motivo de su sufrimiento es de igual manera su mayor cualidad. Aprovecha todo cuanto tengas. Su aliado es la libreta vieja con portada de cuero que siempre esconde bajo el brazo. Cuando tiene demasiado peso encima y está pasando por una crisis, en lugar de pedir la pastilla se dedica a escribir como si le fuera la vida en ello, no importa si incluso se disloca la muñeca. Escribir historias es su terapia. Desde las más tristes hasta las más extravagantes, en esa libreta puedes encontrarte mil y un mundos todos igual de complejos y diferentes, todos con un punto en común. La sombra. Novelas de misterio y de terror, hechos reales pasados a papel. Cuéntame tu pesadilla y así no podrá volver. ¿Nunca te lo han dicho? A Anaïs no. No obstante, ella supo llegar al consejo por sí misma y sin ayuda de nadie intenta sin descanso ni tregua contenerse. Tanto a ella como a su grupo de amigos. Cuando está rodeada de gente y ellos aparecen, se vuelve totalmente insensible y venenosa. Imagina mil formas de asesinarlos y medita si ponerlas en práctica o no. Después de todo, lo que sale de su mente le pertenece. ¿Por qué no cambiamos las tornas? La presa caza, la luz se vuelve oscura. El sueño retorcido y horrendo se convierte en un círculo vicioso imposible de abandonar, solo puedes esperar ansioso a que llegue tu turno de sentir la gloria entre tus manos ante la posibilidad de torturarte a ti misma una vez más, la razón se fragmenta y se prepara para el estallido de la guerra. Y lo que queda tras la pelea solo sirve para recoger los trozos sin utilidad y volver a juntarlos sin el permiso de la morena. Tu pesadilla vuelve a la carga, prepárate para atacar. A día de hoy todavía no se sabe con certeza si la sádica es Vôe o lo son ellos. Quizás ambas partes compartan un mismo propósito, lo cierto es que nadie ha querido ahondar en las arenas movedizas, ni siquiera el psiquiatra privado. Aquel condenado charlatán demasiado caro, que cuenta poco y dice nada. Lo que su hija necesita es esfuerzo y tesón, no se puede dejar vencer por su propia debilidad. ¿No me digas?
¿Quién decía que lo peor en el mundo era el miedo a las alturas? Si fueras un náufrago que viviera en el último piso de un rascacielos porque el resto del mundo está sumergido en agua hasta la planta 93, ya podrías pedir un avión con el que escapar muy, muy alto. Porque nadar seguramente está descartado. ¿Quién sabe lo que habrá ahí? Ella lo sabe. Son ellos, ellos viven en el mar. En un mar donde unas garras la obligan a meterse en la orilla para hundirla en lo profundo y atarla ahí indefinidamente. Y es que muchos de estos trastornos acaban en suicidio, el agotamiento termina por ganar y las ganas de vivir cesan al instante. Pero ese es uno de los miedos de Anaïs, la muerte. Ni queriendo podría escapar a través de ella. Así que pelea con uñas y dientes, golpes y patadas, gritos, lamentos, maldiciones. Cae una y otra vez para levantarse por su propio pie y seguir caminando. No le importa admitirlo, tan sincera como es. Teniendo tanto en su cabeza no le sirve de nada entretenerse con cutre hipocresía y aburridas falacias. Si quiere herir, el humor es algo de lo que nunca se cansa, aunque tenga por entendido que el sarcasmo es la puerta de salida más pobre para huir. ¿Qué más da? ¡Como si importara lo que dicen los demás! Ni siquiera tengo claro quiénes son los demás. Lo mismo hasta me los imagino. Conformista, superviviente. De poco hace mucho, de la mesura hace exceso. De un granito de arena saca una montaña, no importa lo costoso que sea el proceso. Luchadora por naturaleza, el orgullo corre por sus venas alterando su sangre y su carácter. Nunca tiraría la toalla, ni en la peor de las situaciones. Ella puede con todo y mucho más. Siempre lo ha hecho y siempre lo hará.
Sufridora reprimida. No le gusta lamentarse ante oídos de nadie. Ni siquiera en silencio y en solitario. Las lágrimas son para los débiles sin esperanza, dice. El suelo está para reventarlo a pisotones, no para dormitar en él. Activa, inquieta. No puede estarse parada, ni mantenerse en un mismo lugar. La monotonía la supera, y las tendencias la asquean. Propia como nadie, ella luce la marca de su nombre y ninguna más. No necesita Channel ni Gautier para sentirse mejor a alguien que lleve una sudadera confortable y vaqueros. De hecho, si pudiera haría una plataforma a favor de la ropa cómoda. Totalmente en contra de los estereotipos. Ver una misma serie de elementos similares la aburre enormemente. ¡Hasta sus fantasmas tienen más personalidad, por Dios! Otro asunto son las multitudes. Pese a sus dificultades sociales, siempre ha sido una chica charlatana y afable, fácil de encariñar. No le importa hablar de temas banales o profundos. Desde la floristería de la esquina hasta la incógnita que es el sentido de la vida. Siempre y cuando no intentes llegar a temas privados. Entonces se cerrará sobre sí misma y con los labios fruncidos ignorará cualquier mención que hayas podido hacer. Nadie excepto sus padres sabe de su enfermedad, y prefiere mantenerlo así. Si nadie le pregunta, no tiene por qué contestar. La mentira por omisión no es peor que la mentira en su totalidad. El exceso de información no es siempre bienvenido ¿cierto? ¿Entonces para qué lanzarse hacia la incomodidad? Es una completa tontería. Y los tontos son los que cometen tonterías.
Gustos:
—Vinilos, pósters o imágenes de grupos pioneros.
—Libros, libros y más libros.
—El olor a lluvia siempre le hace sonreír, y cuando hay tormenta no puede evitar salir a la calle para empaparse de pies a cabeza y volver con una mueca de regocijo infantil.
—Cualquier cosa que no corresponda con el tiempo actual, le vale.
—No hay momento en el que no escriba, es su libertad.
Odios:
—Las órdenes son algo que no tolera, ni se te ocurra hablarle más alto de lo debido, y mucho menos te atrevas a levantarle la mano. Igual que tú has tenido la rapidez para intentar golpearla y reducirla, ella es completamente capaz de destrozarte. ¿Tan débil crees que es? Los estereotipos y la monotonía son su condena, siempre anda a la caza de algo nuevo por hacer.
—Los rumores y el habla popular sobre el 'mira, ésa de ahí me dijo el otro día que..' es algo contra lo que no puede.
—La falta de cultura y la indiferencia de ese mismo individuo ante ella la supera.
—Que la ignoren a propósito la cabrea enormemente, así pues que la agobien también.
—La gente que se vale de humillar a otra gente la avergüenza, así como no permite que nadie se ponga por encima de los demás ni por encima de ella.
Miedos:
—Las casas con sótano.
—Claustrofóbica.
Manías:
—Responde a las preguntas con otras preguntas y enarca una ceja cuando le parece demasiado estúpido responder a algo que se entiende por sí solo.
—Siempre dobla la esquina de la página por donde se queda en los libros, aunque luego no se acuerde y empiece por otra parte, otra manía.
Enfermedades:
—Esquizofrenia leve.
Datos Anexos:
—Actualmente padece de esquizofrenia casi leve, perfectamente controlada después de tantos años rehusándose a las pastillas y empeñándose en seguir sus propios métodos. Cuando era pequeña sufría de esquizofrenia grave, constantemente se paraba en medio de cualquier habitación y se echaba a temblar, presa del miedo.
—Tiene un gato llamado Shadow. Es gris, con una mancha negra enorme que le cubre la zona derecha de la cabeza hasta llegar al cuello. Apenas llega a los dos meses de vida, se lo encontró en una caja. Le llamó la atención esa mancha tan curioso. Actualmente lo cuida su madre.
—Habla alemán, francés completo, apenas unas palabras en neerlandés, inglés, se defiende en italiano y chapurrea algo de ruso, por curiosidad.
—Quiere ser escritora.
Familia:
Nihara Regina Dietz. Madre. 51 años. Prostituta◗ Antes era profesora de primaria, pero tras la muerte de el padre de Anaïs, decidió dedicarse a la prostitución. No obstante, nunca tiró la toalla ni se lavó las manos con respecto a Anaïs, siempre cuidándola y teniendo un ojo sobre ella aunque no estuviera en la misma habitación que ésta. Ella misma fué la que llevo a Anaïs al St. Edwards.
Maximilian Antoine Chevalier. Padre. 53 años. Gestor de empresas/contable◗ Un padre como otro cualquiera, la trataba como si no se interpusiera una grave enfermedad mental entre ellos. ¿Esquizofrenia? ¿Qué esquizofrenia? Siempre intentaba fingir que todo estaba bien incluso cuando Ani, como él la llamaba, tenía un ataque de pánico con cinco años y le gritaba entre llantos que echara a Sombra de la casa. Él sabía de Sombra. Y jamás dijo nada. Al igual que tampoco intentó ayudarla. Cuando ella tenía trece años, murió.
Historial:
Ani nació en Toulosse. Sus padres se casaron muy jóvenes, sin embargo, Nihara tenía complicaciones para quedarse en cinta y tardaron a la hora de llevar al mundo a la castaña. A los tres años comenzó con sus terrores espontáneos y nocturnos, solían darle ataques de pánico sin motivo, en los que se dejaba caer al suelo y mientras lloraba suplicaba a sus padres que se llevaran a Sombra y sus amigos. Ellos pensaban que solo era una tontería de la edad, hasta que con el tiempo acabó complicándose y dos años después decidieron llevarla al psicólogo. Esquizofrenia grave.
Anaïs apenas tuvo infancia, siempre centrada en las terapias de todos sus psiquiatras que ciertamente eran increíblemente inútiles, pero ya que se negaba a tomarse la medicación, no quedaba otro remedio. Poco a poco aprendió a hacer frente a sus miedos, siendo así que en presencia de sus padres fingía serenidad a pesar de el constante acoso de Sombra. Por las noches no dormía, lo que acabó convirtiéndose en una costumbre insana a lo largo del tiempo. La adolescencia fue muy compleja, no la dejaban asistir al colegio por miedo a que se descontrolara y sufriera un ataque de pánico, así que no le quedaba otra que estudiar por su propia cuenta en casa, con los consejos ocasionales de su madre. Por las mañanas solía tener una cuidadora especializada a cargo de ella, ya que sus padres trabajaban. Apenas salía de casa si no era acompañada por alguien, no había rincón en la casa que no tuviera una bombilla en funcionamiento ya que tenía fobia a la oscuridad, y el sótano se encontraba bajo llave.
Cuando murió su padre, su madre se dedicó a la prostitución. Un día, sufrió una crisis que resultó ser muy difícil de manejar, tuvieron que sedarla para que se pudiera relajar. Al parecer, al contener tan duramente y durante tanto tiempo a base de bien sus miedos, en cuanto se despistó atacaron en avalancha. Su madre y su cuidadora decidieron que lo mejor era internarla en un psiquiátrico durante una temporada, para que los especialistas consiguieran zanjar su enfermedad de una vez por todas. Varios meses más tarde, escapó y su madre, la envió aquí.
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